Con Broncano gana la tele
El exdirector de Contenidos Generales de RTVE, principal impulsor del fichaje del comunicador para la televisión pública, analiza la llegada de ‘La Revuelta’ a La 1
El olfato televisivo es un sentido engañoso. Puede acarrear grandes fracasos. En estos años han existido diversos intentos de emular el éxito de El Hormiguero. Personalmente, siempre he creído que es imposible imitar a Pablo Motos sin ser Pablo Motos. Competir con lo mismo es un error. Autenticidad y originalidad suelen ser claves en televisión. Pero antes de lanzar un programa es imprescindible estudiar qué públicos no encuentran lo que buscan en la actual oferta televisiva en abierto. Y en estas decisiones los datos ayudan más que el olfato.
Desde hace años las televisiones tradicionales hemos caído en la resignación ante el descenso del consumo de televisión en todas las franjas de personas menores de 44 años. A finales de 2023, el consumo de televisión entre los niños de 4 a 12 años o los jóvenes de 13 a 24 años apenas superaba los 60 minutos diarios. Por su parte, los adultos jóvenes de 25 a 44 años dedican poco más de hora y media diaria a ver la tele “de siempre”.
Estos datos nos han hecho pensar que la tele tradicional es un reducto para el público adulto, de 55 años en adelante, y que el éxito de un programa solo está garantizado si cautiva a dicho público.
La existencia de contenido en línea no es la única causa por la que los jóvenes se alejan de la televisión tradicional. Las televisiones en abierto no hemos sabido adaptarnos a la evolución de sus preferencias en el entretenimiento. Esos gustos cambian aceleradamente. Sin embargo, emitimos formatos con más de 15 o 20 años de antigüedad apuntalados en el consumo adulto.
Cuando en RTVE nos planteamos la producción de un nuevo programa de access prime time [el contenido nocturno que sirve de antesala y enganche para la oferta estrella de cada cadena] para La 1 lo hicimos tratando de conjugar los dos factores anteriores: un contenido original para públicos que no encontraban ese producto en la televisión lineal. Y ese producto ya existía. Se llamaba La Resistencia (hoy, La revuelta) y se emitía en la televisión de pago con unos datos de audiencia discretos. Pero La Resistencia tenía una comunidad de millones de seguidores que seguían el programa a través de clips en redes sociales o de YouTube, multiplicando exponencialmente su impacto. Mientras, en la televisión en abierto manteníamos intacta la capacidad de llegar a millones de personas simultáneamente, de generar una comunidad que comparte en directo.
Ese salto era una apuesta arriesgada. En aquel momento muchos analistas aseguraban que los jóvenes no vendrían a La 1 para ver a Broncano. Pero los datos nos decían otra cosa y había que tomar una decisión.
Una semana después de su estreno, La Revuelta de David Broncano es un fenómeno social y televisivo cuyo valor traspasa los muros de RTVE y que beneficia al sector audiovisual. Una apuesta que está consiguiendo que vuelvan a la tele públicos que habían dejado de verla o que no la habían visto casi nunca. Este hecho ha permitido que El Hormiguero, que se emite en horario similar, siga cosechando grandes datos. En la franja de coincidencia de ambos programas, El Hormiguero ha alcanzado esta semana una media del 19,6 %. La Revuelta se ha elevado hasta el 18,8 %.
Los datos demuestran que la oferta de TVE es una apuesta alternativa. Mientras que el programa de Motos lidera entre niños de 4 a 12 años y mayores de 64 años, Broncano se impone entre públicos de 13 a 64 años y, especialmente, en el segmento de 13 a 44 años. Aunque RTVE no emite publicidad, resulta significativo el target o valor comercial que alcanzó La Revuelta el pasado miércoles con un 31,6%.
La puesta en marcha desde la televisión pública del programa de Broncano ha hecho que el consumo de televisión tradicional en su franja crezca casi un 38% respecto a la semana precedente en públicos entre 13 y 44 años, según los datos de la consultora DOS30. Si la tendencia se consolida, estamos ante un claro relevo generacional para la televisión pública. TVE asume así un papel de liderazgo con un contenido donde el buen humor es el vehículo para la transmisión de valores necesarios en nuestra sociedad.
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