‘Los Simpson’ y ‘Futurama’: detrás de las risas
Las series de Matt Groening abrieron un camino de humor complejo y lleno de referencias culturales en la animación
Futurama ha sobrevivido a dos cancelaciones y Los Simpson van a empezar su temporada 36ª en septiembre. Para hacernos una idea de lo que significa esto: en los primeros episodios, Homer era un señor nacido en los años cincuenta. Ahora es un milenial de mediados de los ochenta. Si aguanta unos años más, el personaje habrá nacido después del estreno de su propia serie.
¿Cómo aguantan tanto? No es solo por nostalgia ni porque las repeticiones vayan bien para echar la siesta. Las dos series, y sobre todo Los Simpson, renovaron el humor y la animación en televisión, y eso todavía se nota.
Los Simpson se caracteriza por un humor muy complejo, muy variado y lleno de referencias culturales. Como escribe Jesse David Fox en The Comedy Book, en el mismo episodio podemos encontrarnos con juegos de palabras inteligentes, gags físicos, referencias oscuras, comentarios incisivos y voces graciosas.
Ejemplo: El cabo del miedo. El capítulo es una parodia de El cabo del terror, de J. Lee Thompson (y del remake de Martin Scorsese). Hay referencias cinéfilas, pero también incluye uno de los momentos más tontos y más celebrados: el actor secundario Bob tropieza con nueve rastrillos. Incluso este mismo gag no es solo un coscorrón sin más, sino que se lleva al exceso por medio de la repetición, en algo que luego veríamos explotadísimo en Padre de familia.
Y, por supuesto, en la serie hay mucha sátira. Hacia las sitcoms clásicas y la familia nuclear, siguiendo la estela de series como Matrimonio con hijos, pero también con un oído excelente para captar grandes tendencias y debates sociales, como las reclamaciones laborales (“Seguro dental. Lisa necesita un aparato”) o las discusiones sobre las armas en Estados Unidos (“una pistola no es un arma, Marge, es una herramienta. Como un cuchillo de carnicero, o un arpón, o un cocodrilo”).
Como es tan densa y ha durado tantos años, la serie se ha convertido en una fuente inagotable de referencias y memes. Los Simpson forman parte del lenguaje con el que nos comunicamos (al menos, los que tenemos una edad) y sus escenas y frases nos siguen ayudando a encapsular y comentar cualquier suceso. Al fin y al cabo, ¿no podemos comparar a Puigdemont con el personaje del Tipo de Incógnito?
Otro elemento que influye en el humor de Los Simpson es algo que parece obvio hoy, pero que en su momento no lo era tanto: es una serie animada dirigida al público adulto. La animación permite respetar aún más de lo habitual el formato de sitcom clásico, en el que todo vuelve a la normalidad al final de cada episodio: los personajes no envejecen nunca y los niños no van a la universidad. Y, al mismo tiempo y como recuerda Moritz Frink en The Simpsons, A Cultural History, esto también permite más libertades: Homer puede volar al espacio o convertir Springfield en una Venecia llena de canales sin que nadie se preocupe por los costes de producción.
El éxito de Los Simpson abrió el camino para otras series animadas también para adultos. Algunas seguían el formato de las sitcom familiares (Padre de familia, King of the Hill, Bob’s Burger) y otras probaron con nuevos géneros (Archer, South Park, Rick y Morty). Todas pudieron tomar aún más riesgos narrativos gracias a que Los Simpson lo hicieron antes.
Entre las series que siguieron el camino de Los Simpson está Futurama, la segunda gran producción de Matt Groening que ahora emite su duodécima temporada (en Disney+) y que heredó mucho de su hermana mayor: de las referencias culturales a la sátira social, pasando por el valor para atreverse con episodios emotivos (aquí es donde va la mención obligada al perro de Fry).
Hay diferencias, claro. Futurama es, a la vez, una parodia de la ciencia ficción y uno de los ejemplos más interesantes del género. Muchos de los episodios de la serie retoman temas clásicos como la paradoja del abuelo en los viajes en el tiempo: ¿qué ocurre si voy al pasado y mato a mi abuelo antes de que nazca mi padre? Fry resuelve la paradoja de forma, digamos, poco ortodoxa... Aunque en su defensa hay que decir que él no sabía que esa joven y atractiva camarera era su abuela.
Ambas series pasan por un momento de relativa indiferencia: para Los Simpson se pide la eutanasia desde hace un par de décadas y Futurama parece que haya resucitado dos veces en un ejercicio, sobre todo, de cariño y nostalgia. Pero hay motivos para el optimismo: las últimas temporadas de Los Simpson han recibido buenas críticas (o, al menos, mejores), gracias a un equipo renovado y a la recuperación de ese buen oído para captar tendencias culturales y sociales.
No sería tan raro que las dos series volvieran a ser excelentes: no tienen nada que demostrar y pueden atreverse con lo que les dé la gana. Pueden ser eternas, o casi, y pueden seguir siendo algo divertido, reconfortante y, de vez en cuando, inesperado. Como una aurora boreal. En esta época del año. A esta hora del día. En esta zona del país. Localizada exclusivamente dentro de mi cocina.
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