‘La edad dorada’: un lujo
La adaptación de HBO es probablemente la producción televisiva más lujosa y con mejor gusto de cuantas se puedan contemplar en la actualidad

Si alguien que escribió el guion de Gosford Park y los de la serie Downton Abbey y que, además, es par vitalicio del partido Conservador británico, es decir, Julian Fellowes, presenta un proyecto sobre la alta sociedad neoyorkina de finales del siglo XIX, la misma que describió Edith Wharton en su La edad de la inocencia, extraordinariamente adaptada al cine por Martin Scorsese, es apostar a caballo ganador. Y ese caballo ganador tiene un nombre y nueve capítulos: La edad dorada (HBO Max), probablemente la producción televisiva más lujosa y con mejor gusto de cuantas se puedan contemplar en la actualidad, con el añadido de unos diálogos tan impecables como la decoración, el vestuario y los interiores.
En alguna ocasión Gonzalo Suárez comparó el presupuesto de un solo plano de una película estadounidense con el presupuesto total de un filme español. En La edad dorada hay secuencias, como la del baile en el final de la serie, que equivalen a varias películas españolas. Pero no es solo una cuestión de poderío económico: el desprecio de la genuina alta sociedad de Nueva York hacia los nuevos ricos que ansían integrarse en ese elitista círculo, y la implacable crueldad que concede el dinero de los “advenedizos” se muestran con una gran habilidad y talento con base en unos brillantes diálogos, brillantes incluso entre los mayordomos y el nutrido servicio de las mansiones.
Añádanle un reparto excelente, con una Christine Baranski que dejó el bufete de The Good Fight para convertirse en el último bastión del Antiguo Régimen, o Cynthia Nixon —lejos de su papel en Sexo en Nueva York— o la prometedora Louisa Gummer, hija menor de Meryl Streep, y el resultado es una gran serie.
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