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Columna
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A la playa

Los políticos españoles no son atractivos cinematográficamente. Ni en la realidad

Mikkel Boe Følsgaard y Sidse Babett Knudsen, en 'Borgen'.
Carlos Boyero

Insisten hasta el patetismo los que van a traer el maná a Andalucía si ganan ellos en que la gente responsable no se vaya el domingo a la playa prescindiendo del sagrado deber de votar. Sospecho que la tentación del agua en medio del bochorno debe de ser muy fuerte. Para los que tengan pasta, por supuesto. Pero los que apelan a la responsabilidad cívica de los ciudadanos no deberían abusar del bien de la patria, sino pedirle al personal que acuda a las urnas porque ellos y ellas se pueden quedar sin la nómina.

Desprendían morbo y tensión las primeras temporadas de la serie House of Cards. Porque la protagonizaba el diablo y su apropiada esposa. Poseían talento, maquiavelismo, estilo, villanía sofisticada o incendiaria, cinismo, limitada capacidad para el chantaje, la mentira y la manipulación. Consecuentemente, ambos llegarían a la presidencia de Estados Unidos. Su inteligencia y su maldad eran obvias. Pero mejor villanos como ellos que aquella bestia millonaria y desprovista del menor encanto llamada Trump. Y en el cine español, Rodrigo Sorogoyen hizo un retrato adrenalínico y creíble de la muy macarra corrupción política en El Reino. Pero poco más, los políticos españoles no son atractivos cinematográficamente. Ni en la realidad.

Me sorprendieron las primeras temporadas de la serie Borgen. La gente que la protagonizaba se tomaban en serio lo de la democracia, respetaban ciertos códigos, parecían civilizados en medio de sus batallas por el poder. La primera ministra pertenecía a un partido denominado derecha moderada. No sé lo que es eso. Ni a derecha ni a izquierda. La última temporada de Borgen (Netflix) trata del descubrimiento de petróleo en Groenlandia. Me parece lánguida, insustancial, demasiado parsimoniosa. Pero es probable que un abstencionista irreductible y ya anciano, como alguien que conozco, hubiera tenido alguna vez la tentación de votar si fuera danés, sueco, noruego o finlandés.

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