Ana Tramel: adicciones y zonas oscuras para un sólido ‘thriller’
La serie de seis capítulos emitida por TVE y protagonizada por una gran Maribel Verdú aguanta donde otras se han estrellado
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Hay tres factores en las ficciones criminales tan presentes en la televisión actual que pueden hacer descarrilar el producto: demasiados ingredientes, demasiados golpes de efecto y demasiados capítulos. Ana Tramel. El juego coquetea con los dos primeros pero sale bien parada y se olvida del tercero: son seis capítulos de una hora (en TVE 1, un episodio cada martes por la noche y en RTVE Play, la temporada completa) sin posibilidad de continuación. La serie cuenta la historia de Ana Tramel (Maribel Verdú), una abogada que hace tiempo inició su cuesta abajo profesional y personal y que tiene que ayudar a su hermano Alejandro (Unax Ugalde), adicto al juego y acusado de matar al dueño de un casino.
Lo que en un principio se plantea como un misterio de habitación cerrada (cómo lo mató y por qué en un lugar donde no pudo entrar nadie más) crece y se complica en cada minuto de metraje y pasa a convertirse en una producción que mezcla con habilidad el policial, la ficción judicial y la denuncia social y, de paso, echa un vistazo a esos rincones oscuros que, como bien dice la protagonista, tiene cualquier familia. Basada en Ana (Planeta), novela de Roberto Santiago, que es también el creador y guionista, junto a Ángela Armero, de la adaptación televisiva, la serie está dirigida con sobriedad por Salvador García y Gracia Querejeta y tiene un sólido elenco de actores detrás. Destacar a Israel Elejalde, que clava a un oscuro teniente de la Guardia Civil convertido en el mejor enlace con el género en su vertiente literaria y, a mitad de la serie, pieza esencial de la trama.
El pacto de sangre que Ana firma con Concha (Natalia Verbeke), su amiga y socia, la alianza establecida contra un casino llevado por hombres, una mafia masculina que estruja a los más débiles y un marido maltratador —llámenlo sororidad si quieren— relanza una trama paralela que lleva a la serie a un lugar en el que posiblemente no podría estar un policial hace unos años. Ana Tramel tiene algo de thriller, como el libro en el que se basa, y no puede eludir los giros de guion, pero están bien integrados. Por ejemplo, el inicio del episodio tres, y no el final como suele pasar, resetea la trama y la relanza.

Pero si alguien mantiene el nivel y da coherencia al conjunto es Maribel Verdú. Su personaje, sólido y complejo, no es fácil de querer: es una adicta que recae, miente y traiciona, una mujer desesperada que no siempre trata bien a los que la quieren. No es el clásico detective alcohólico y divorciado del género. Verdú y sus ojos de mirada doliente le dan otros matices. Tampoco es el único personaje que engaña, que no se puede interpretar en blanco y negro en una serie que juega con el espectador y sus filias y fobias para con los protagonistas. La parte del juicio refleja bien la realidad y no se recrea en largos discursos y la denuncia de un sistema que vive de los adictos al juego se representa a través de personajes y es efectiva.
El final se resiste a ciertas tendencias efectistas propias del género, pero podría haber sido más seco, menos reparador y habría funcionado igual, sino mejor.
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Sobre la firma

Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.