Flo y el verdadero fin de la comedia
Cuando el cómico opinó, irrumpió una persona que no encajaba con el personaje, y el efecto fue parecido a encender la luz y apagar la música en medio de una fiesta
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En sus memorias, Woody Allen se compadece varias veces de los actores por la maldición que supone tener que agradar y caer bien. Para mantenerse en el candelabro (sic: ay, esos chistes vintage) necesitan seducir constantemente, y eso agota a cualquiera y moldea una personalidad frágil y dependiente de la opinión ajena. Como Woody Allen es un sociópata al que le resbala la opinión ajena, no concibe mayor desdicha que someterse a sus dictados.
A las estrellas del Hollywood clásico les costaba mucho interpretar personajes de moral ambigua o antiheroica, no fuera que el público se enfadase y ellas perdieran ese qué-sé-yo que pagaba sus mansiones. Con el tiempo, tanto ellas como los espectadores le cogieron el gusto a la complejidad y hoy no rigen esos dilemas, pero persisten en los cómicos, que siguen obligados a no romper el equívoco que confunde su personaje y su persona.
La transformación de Florentino Fernández, de Flo el Adorable al Detestado Flo en pocos meses, es un caso de tesis doctoral. Para muchos, se trata de un problema de caducidad: no hay mercancía más perecedera que el humor, como demuestra mi referencia al candelabro. Pero la clave aquí no es que sus chistes suenen antiguos y groseros para los sensibles oídos de 2021, sino que ha irrumpido a contrapelo en un debate sobre machismo y comedia al que no se le había convocado. Intentó defenderse, lo cual siempre empeora las cosas en la gran lapidadora de Twitter, y rompió el embrujo. Un cómico no puede permitirse caer mal, a no ser que caer mal sea parte de un juego de seducción para caer bien. Cuando Flo opinó, irrumpió una persona que no encajaba con el personaje, y el efecto fue parecido a encender la luz y apagar la música en medio de una fiesta. Ahí está el verdadero fin de la comedia.
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Sobre la firma

Es autor, entre otros, de los ensayos 'La España vacía' (2016) y 'Contra la España vacía' (2021). Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por 'La hora violeta' (2013) y el Espasa por 'Lugares fuera de sitio' (2018). Entre sus novelas destacan 'La piel' (2020) o 'Lo que a nadie le importa' (2014). Su último libro es 'Un tal González' (2022).