Anne Igartiburu: “A los 51 años, quizá, me faltaría hacer más mermeladas y más el amor” “
La ignífuga presentadora, que da las campanadas por decimosexto año en TVE y cumple 25 contándonos las cuitas de los famosos en ‘Corazón, Corazón’, le da a su vida un “notable alto” y estrena un canal de YouTube de desarrollo personal.
Ocurre pocas veces, pero la sensación es siempre la misma. Quedas con alguien megafamoso, y, al verlo cara a cara, es tan como te lo imaginas, que lo insólito es que él, o ella, no te conozca con pelos y señales como tú a ella, o a él. Igartiburu no es solo popular. Es, quizá, la mujer que más familiar nos resulta en España. Lleva un cuarto de siglo colándosenos hasta la cocina, sobre todo en la cocina y a la hora de comer, desde su programa Corazón, Corazón, y 16 años, uno detrás de otro, tomando con nosotros las uvas de Nochevieja en la tele. Y, sí, es tan alta, tan rubia y con los ojos tan azulísimos, pero mucho más normal y colega que su pluscuamperfecta imagen de maestra de todas las ceremonias. No se puede impostar amabilidad tan genuina.
Hola, corazón
Hola, corazón mío.
¿Cuánto dice esa frase para estampar en camisetas?
Bueno, soy vasca, tú sabes. Podría decir hola, guapos, espontáneamente, pero jamás esa frase. Mi director, Miguel Cruz, me dijo en el 97: “Nena, tienes que decir, ‘hola, corazones”, le hice caso un poco a regañadientes y 25 años después, y cinco después de haberla dejado de decir en antena, tú te acuerdas. Algo habremos hecho bien.
No me la imagino soltando un taco. ¿Le molesta su fama de cursi?
En absoluto. Nos encanta etiquetar a la gente. He sido tan versátil que he podido tener mi parte cursi, ñoña y recatada, si quieres, pero también la que tiene su carácter, porque soy de donde soy, la de dar algún puñetazo sobre la mesa y dejar las cosas claras sobre cómo me gusta trabajar. Esa también soy, y no me ha ido mal.
Igual es una etiqueta cómoda, así no tiene que dar explicaciones.
Es que tampoco nadie me las ha pedido. Nadie se ha preocupado por ver más allá. Se quedan en que soy Anne, la del corazón, la de Mira quien baila, pues guay. Pero también soy la madre de familia numerosa, la inquieta cultural, la frívola, la cascarrabias. Y en el trabajo soy profesional. Eso te lo aseguro.
¿Por qué nos gusta tanto la vida de los otros, corazón?
La crónica social ha estado denostada, pero al final es entretenimiento e información sobre famosos. Nos gusta verles crecer, emocionarnos, identificarnos con ellos, ver que también ríen y lloran, que no somos tan distintos. Con los años te das cuenta de que entretienes, informas y acompañas, y la gente te considera casi de la familia. La vida, la muerte, el amor y el desamor mueven el mundo.
Su madre, voluntaria de ayuda en crisis, murió en un accidente de helicóptero siendo más joven que usted ahora. ¿Qué le diría hoy su hija de 51 años?
Pues que cada día me veo más reflejada en ella. Me pasa desde hace tiempo: caminando por Bilbao, o Madrid, verme en los escaparates y ver a mi madre. Que cada vez entiendo más cosas que quedaron en el aire. Que la idolatraba. Que soy ella, orgullosamente ella: maestra de escuela, hija de libreros, feminista empedernida.
Dos hijas adoptadas sola, un hijo biológico a los 47... ¿Su familia es su gran obra personal?
Sí, y es una declaración de intenciones, la verdad. Una maternidad elegida, cada vez. Una adopción que tardó cuatro años. Con niñas con patologías distintas. No las he adoptado yo a ellas, sino ellas a mí. Yo las he acogido, y ellas me han acogido en su corazón, sabiendo que han sido queridas, elegidas y buscadas. Y el pequeño vino cuando tuvo que venir, ha sido natural y precioso.
En las fotos se la ve arrobada con su pareja. ¿Se enamora una igual a los 20 que a los 45?
No. A los 20, estaba más insegura. No quiere decir que no haya elegido a los 20, pero a los 45, he tenido la inmensa suerte de poder elegir, y eso es más difícil.
Muchas se sienten más inseguras físicamente según envejecen.
Sí, y eso es un tópico. La sociedad se ha encargado de hacernos olvidar que somos más sabias y bellas cuantos más años tenemos.
¿Se ve mejor que a los 20?
A ver, creo que he sido más bonita físicamente, hacía más deporte, me veía más lustrosa. He ganado en sabiduría, consciencia, temple, sentido del humor, en priorizar las cosas. Pero nunca seré más joven que hoy, así que a disfrutarlo. Además, ¿dónde está el cánon del atractivo? ¿Qué te voy a contar, guapa? [pone acento andaluz —“granaíno”, precisa— imitando al de su pareja, el director de orquesta Pablo Heras-Casado].
Usted, vasca de Bilbao y él, andaluz de Granada. Lo suyo parece un capítulo de Arriba y abajo.
Exacto. Pero es tan bonito. Disfruto mucho en su tierra y con su gente. Es tan distinto y tan parecido a la vez. Las relaciones de jerarquía en las familias, el trato familiar, la alimentación...
Euskadi es un matriarcado, dicen. ¿Quién manda en su casa?
El mundo es un matriarcado, no se te olvide. Yo soy la jefa de mi tribu. Y llamo tribu a mi familia porque suena a unión. Somos una tribu porque, viniendo de lugares distintos, tenemos la misma identidad y nos queremos juntos.
¿Hasta dónde está de que comparen su vestido de las uvas con el de otras presentadoras?
Forma parte del juego. Siempre me he vestido como me ha apetecido. Y si voy más o menos tapada no es cuestión de pudor. He hecho una portada de Interviú, he llevado transparencias. Cada una tiene su estilo y hace lo que le da la gana, solo faltaría.
Lleva 30 años en la tele. ¿Cuánto machista ha tenido que torear?
Que yo sepa, siempre he cobrado lo mismo que los hombres. Pero salir de un despacho, que te dieran un teléfono por si querías llamar, y tú contestar que te estaba esperando el novio abajo, creo que nos ha pasado a muchas de nuestra edad. Eran otras épocas.
Dará las uvas con Ana Obregón. ¿Quién sujetará a quién?
Ella es fuerte, muy fuerte. Y emocionalmente muy inteligente. No quita para que, si flaquea, estemos todos para todos y al quite. Pero estoy segura de que nos sorprenderá con su entereza.
¿Usted a quién añorará?
A los vivos los puedes ver en otro momento, pero una nunca se acostumbra a la silla vacía. De hecho, sigo haciendo el menú que hacía mi madre en Nochevieja y me lo llevo a la Puerta del Sol. Soy vegana desde hace un año, pero haré la tortilla de patata que me hacía de niña, y mi jamón, mi vino tinto, mi turrón de Bilbao, de la calle Correos, donde estaba la librería de mi familia. Sigo honrándola, claro que sí. Vive en mí.
Nochevieja invita al balance. ¿Cuál es el suyo a su medio siglo?
Con la pandemia yo creo que todos hemos hecho todos un poco balance. He pensado: qué he hecho, qué me falta, si mañana echan la persiana, cómo voy en la vida, de 0 a 10. Y me doy un 7 alto. Me faltaría, quizá, hacer más mermeladas y más el amor. Pero he viajado, he conocido gente fascinante, he criado a unos hijos como quería, he honrado a las personas y a las cosas que me gustan. He amado y me han amado mucho, y me lo han demostrado. Sí, sobre todo viendo lo de alrededor, me doy un notable. No me quejo.
LA MUJER DE ROJO
De rojo y de Lorenzo Caprile. ¡Notición! Así vestida presentará Anne Igartiburu (Bilbao, 51 años) las campanadas de despedida de este aciago 2020 en Televisión Española junto a Ana Obregón. Un año en el que, espoleada por la súbita inactividad de la pandemia, ha decidido saltar también a la comunicación digital abriendo un canal de YouTube donde, después de formarse como 'coach' durante años, se "atreve" a entrevistar a celebridades y dar pautas de meditación y vida sana que a ella, dice, le funcionan. Madre de familia numerosa -dos hijas mayores asiáticas adoptadas, un hijo biológico de cuatro años y una hija de acogida- y felizmente emparejada con el director de orquesta Pablo Heras-Casado, al que conoció en una entrevista, la eterna presentadora de 'Corazón, corazón', sabe mejor que nadie cuánto interesan las vidas de los otros y no rehuye preguntas al respecto. Solo las torea elegantemente. Tiene treinta añosde experiencia.
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