El protocolo que deben seguir los concursantes de ‘Mask Singer’ para que nadie filtre su identidad
Vehículos cerrados con candados, camerinos protegidos, un plató desconocido... El éxito del concurso de Antena 3 depende del misterio de qué famoso está actuando bajo las máscaras
Georgina Rodríguez logró el minuto de oro en el estreno de Mask Singer del pasado 4 de noviembre, cuando retiró la máscara de león que cubría su cara y se descubrió que era ella quien hacía unos minutos había cantando el Si por mí fuera de Beret. Casi 4,5 millones de espectadores lo vieron por televisión, pero menos de 20 personas presenciaron el momento en vivo, mientras se grababa el programa. “Se desaloja al público del plató cuando toca desvelar al eliminado”, explican desde Antena 3 sobre cómo guardan el secreto. Para mantenerlo, algunos de los 10 mandamases de la productora Fremantle España y de Atresmedia que son los únicos que conocen de antemano al elenco de concursantes tienen que prestarse a hacer de público ante el escenario. “A Arturo Valls le dicen el nombre del participante por el pinganillo solo unos segundos antes, por si en ese momento no le sale”.
Si algo engancha en este formato surcoreano, además del delirio visual que tanto ayuda a desconectar de la realidad del 2020, es el misterio en torno a la identidad de sus concursantes, de los que solo se ven sus disfrazados y solo se oyen voces distorsionadas. Sus tres primeras emisiones han sido un éxito de audiencia, con cuotas de pantalla que no han bajado del 23%. Es el espacio televisivo más comentado en redes sociales del miércoles, su día de emisión, según la consultora Barlovento Comunicación. Por eso, para los responsables del espacio es crucial mantener el misterio en esta especie de Cluedo musical que plantean a la audiencia.
A la pregunta clave de cómo logra Mask Singer que no se filtre el listado de participantes, cuando éste lleva varias semanas grabado se responde con una lista de protocolos. Los responsables del concurso explican la estricta ruta de seguridad que han llevado a cabo durante estas primeras entregas, realizadas en un plató del que tampoco se facilita su ubicación. “No está en Atresmedia”, nos cuentan desde la cadena. El proceso es tan surrealista como el propio programa.
El traslado
Un conductor aparca el vehículo en un punto de recogida cercano al famoso una hora antes de que la recogida vaya a ser efectiva. Desconoce la identidad de la persona a la que espera. Abandona el vehículo. Un miembro de producción hace llegar al famoso un código mediante el cual, él puede abrir el candado situado en la cerradura de la furgoneta que contiene las llaves.
Un disfraz antes del disfraz
El enmascarado y acompañantes entran en la furgoneta. Se ponen lo que el equipo llama el “disfraz de tránsito”: zapatillas y túnica negras, casco con visera oscurecida, pasamontañas y guantes. La extraña vestimenta se completa con el que en otros países ya es un objeto de culto del merchandising: una sudadera negra con el lema “No hables conmigo”. Avisan al equipo de producción, para que, a su vez, comunique al conductor que ya puede ir a la furgoneta. No hay contacto con el conductor, salvo emergencia.
Los ensayos
Nadie puede hablar con el artista o su séquito en el estudio. “El concursante solo se dirige al director del programa y se le mantiene la voz distorsionada”, aseguran en la cadena. Solo una parte mínima del equipo tiene acceso a los ensayos. Cada famoso tiene un camerino aislado al que solo puede acceder el escaso personal de dirección y producción autorizada que conoce sus identidades.
Las pistas grabadas
Además de la actividad en plató, Mask Singer elabora para cada entrega unos vídeos con pistas sobre la identidad de los participantes. Los visualizan los investigadores —Malú, Javier Ambrossi, Javier Calvo y José Mota— y el presentador Arturo Valls. Luego desde casa, los espectadores. El equipo de edición tiene que montarlo casi a ciegas.
El público
El equipo técnico que forma parte de la grabación del espacio firma un estricto contrato de confidencialidad. En cuanto al público, antes de acceder al plató debe dejar sus teléfonos móviles en una bolsa con alarma incorporada que custodiarán ellos mismos. Al acercarse el momento de retirar la máscara, abandonan el recinto. Los planos de asombro que aparecen en pantalla se han grabado previamente y se han incluido más tarde en el montaje final, en posproducción.
Web y redes sociales
Lo normal es que las cadenas de publiquen en sus canales digitales vídeos con parte del contenido de sus espacios estrella en paralelo a su emisión. En este caso, a los responsables de redes se les envía el programa sin la parte final. “Cuando publican imágenes del desenmascaramiento son capturas de la emisión en directo, de menor calidad”, apuntan desde Antena 3. Una segunda versión en alta definición se publica más adelante en la web de Antena 3.
Entrevistas posteriores
En Detrás de la máscara, el late night posterior a la emisión del concurso, Arturo Valls entrevista por videoconferencia a los eliminados. Es una intervención que tiene que grabar él mismo con un ordenador y que apenas lleva edición, para que casi nadie tenga acceso a ella antes de salir en televisión. Incluso cuando algunos participantes como Norma Duval aparecen al día siguiente en programas de la cadena, la entrevista ha tenido que gestionarse esa misma mañana, solo después de haberse desvelado su identidad.
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