Terror
Stephen King está empeñado desde que empezó a escribir en que los monstruos existen en su inescrutable país
Veo en Netflix la modélica entrevista que le hizo el gran David Letterman a Barack Obama en su programa No necesitan presentación en la cual el apuesto, elocuente y estiloso político también interroga a su entrevistador. Da gusto ser testigo de un espectáculo regido por la inteligencia, el humor, la calidez, con preguntas y respuestas brillantes.
Necesito ese chute de lucidez y de esperanza ante la pesadilla de que vuelva a ganar un fulano que encarna el poder absoluto, alguien que afirmó poder salir a la calle y cargarse a un par de transeúntes sin que le ocurriera nada malo, que no aceptaría jamás perder las elecciones a la presidencia y que si eso ocurriera las calles podrían llenarse de sangre, que si tienes dinero y poder todas las mujeres desearán codiciosamente que invadas sus vaginas, que la pandemia es una gripecilla inocua y tantas otras barbaridades tan peligrosas como repulsivas. En estos momentos, no sabemos si Gengis Kan va a continuar en el trono. Y eso provoca el vómito de cualquier persona con dos dedos de frente y un poco de corazón.
Pero si ocurre no será un imprevisto fenómeno de la naturaleza. Le habrá votado libremente la gente, su elección responderá al funcionamiento de la democracia. Y creo recordar que en Alemania, que era el país más alfabetizado de Europa, Hitler arrasó en las elecciones. Y que después de la derrota, la inmensa mayoría de aquellos votantes afirmaban desconocer la existencia de los campos de exterminio y la Solución Final. Qué conmovedora su ingenuidad. Los rusos tampoco sabían del Gulag. Y los adoradores de Franco se hicieron demócratas a toda hostia.
Stephen King está empeñado desde que empezó a escribir en que los monstruos existen en su inescrutable país. Con apariencia humana o abstracta. También que hay héroes obsesionados con detenerles. Ojalá que la victoria de los últimos no responda solo a la literatura de terror, a la ciencia ficción.
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