_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

’Hacia el lago’, una serie premonitoria

En la serie rusa, una pandemia de origen desconocido siembra el caos en Moscú y se expande con rapidez por todo el país

Una imagen de la serie 'Hacia el lago'.
Una imagen de la serie 'Hacia el lago'.
Ángel S. Harguindey

Con frecuencia la realidad imita a la ficción. A mediados de diciembre de 2019 las autoridades sanitarias de Wuhan (China) detectaron una serie de casos de neumonía producida por una causa desconocida. 11 meses después se registraban en todo el mundo 38,5 millones de infectados por un nuevo virus, el coronavirus, y más de un millón de muertos. En noviembre de 2019, un mes antes que lo de Wuhan, se estrenaba Hacia el lago (Netflix), una serie rusa de ocho capítulos dirigida por Pavel Kostomarov y basada en una novela de Yana Wagner publicada en 2011: una pandemia de origen desconocido siembra el caos en Moscú y se expande con rapidez por todo el país. La realidad imita a la ficción.

La excelente serie no permite un momento de respiro en el largo viaje hacia un lejano lago que inician dos familias moscovitas que huyen de la pandemia, un peregrinaje de 1.000 kilómetros en busca de una hipotética salvación en el que, naturalmente, se encontrarán de todo: desde la solidaridad de algunas comunidades al comportamiento salvaje de los saqueadores, incluso a algún caso de canibalismo. Es la lucha por la supervivencia en una situación climática de un frío extremo.

También se enfrentarán a sus propios demonios interiores, desde la infidelidad a los celos, el egoísmo y a un alcoholismo que, al parecer, es frecuente en un país en el que el vodka es una constante.

Un sólido grupo de actores, algo indispensable en una narración coral, con Kirill Käro en un papel esencial y al que ya se le conocía por ser el protagonista de la serie ucraniana El olfateador (Amazon Prime), demostración palpable de la grandeza y miseria del oficio de interpretar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_