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Tim Davie, el hombre que debe meter la BBC en vereda

El ejecutivo asumirá en septiembre la dirección general de una institución británica en busca de rumbo claro y en el punto de mira del Gobierno

Tim Davie, en la conferencia anual de la patronal británica CBI del noviembre de 2019
Tim Davie, en la conferencia anual de la patronal británica CBI del noviembre de 2019Leon Neal
Tom C. Avendaño

Cada nombramiento manda un mensaje y el del decimoséptimo director general de BBC, Tim Davie, que asumirá el cargo en septiembre de 2020, es diáfano: este hombre sin carrera periodística, pero con gran experiencia en marketing, que pasó años en Pepsi y Procter & Gamble antes de asumir el brazo comercial de la corporación británica, debe meter en vereda a la BBC antes de que sea demasiado tarde. La institución atraviesa una crisis existencial inédita. Debe buscar un modelo de negocio que le permita competir con los gigantes del mundo digital -Netflix, Disney, Amazon Prime Video-, que están devorando el mercado; debe mantener su producción en televisión y radio tradicionales, y con la misma calidad; y debe hacer todo esto gastando menos que antes. Mientras tanto, ha de encarar las amenazas del ala dura de los conservadores británicos, y de un Primer Ministro, Boris Johnson, que no olvida lo críticos que han sido con él los periodistas públicos y juega con la idea de retirarle la financiación. Son tiempos difíciles y la corporación le entrega las riendas a un hombre con talento para los beneficios, el único arma contra las crisis.

Davie, de 53 años, hereda el puesto de Tony Hall, quien dimitió repentinamente el pasado 20 de enero. Ese día la redacción amaneció con un correo electrónico en el que su director general renunciaba al cargo tras siete años: “Si hiciera caso a mi corazón, no me querría ir nunca. Sin embargo, creo que parte fundamental de cualquier liderazgo es poner siempre en primer lugar los intereses de la organización”.

El correo fue una conmoción: se daba por hecho que Hall se quedaría hasta 2022, cuando la corporación celebra su centenario. La semana pasada se entendió un poco mejor aquel movimiento. El actual presidente de la BBC, David Clementi, anunció que también dejará su cargo, él en febrero de 2020, aunque para entonces solo habrá agotado el primero de los dos mandatos permitidos en la corporación. Le corresponderá a la Reina nombrar a su sucesor, partiendo de las recomendaciones que haga el Gobierno, y el secretario de Cultura en concreto. Así, la maniobra casi parece estratégica: con la marcha de Hall en enero, Clementi ha podido nombrar a un director general de casa, en lugar de dejar ambos cargos en manos del Gobierno de Johnson.

Davie, que ingresó en la BBC tras dejar Pepsi en 2005 y goza de popularidad entre sus compañeros, ya partía como favorito en el proceso de selección. Junto a él, fuera de la casa, aspiraba al cargo Will Lewis, que había sido director del diario conservador The Daily Telegraph, y consejero delegado de la empresa editora de The Wall Street Journal; también estaba Doug Gurr, directivo de Amazon en Reino Unido y en Irlanda. Dentro de la propia BBC había otra competidora más fuerte: la directora de contenidos, Charlotte Moore, hubiera sido la primera mujer en tomar las riendas de la institución tan británica como el palacio de Windsor.

Davie -hombre, blanco, heterosexual y con estudios en Cambridge en un país donde la mayoría de los directivos vienen o bien con diploma de Oxford o de Cambridge- era uno de los candidatos menos diversos imaginables, pero con el valor añadido de haber generado miles de millones en ingresos vendiendo por el mundo programas de la casa como Top Gear o Doctor Who. Y si se avecina una batalla política o cultural sobre del futuro de la BBC, como da a entender Johnson, no se podrá ganar con un déficit de 62 millones de euros, el que tenían al cierre de 2019.

Ese año, la corporación gastó 5.870 millones de euros, de los que 4.400 salieron de la tasa individual de 185 euros anuales que pagan los ciudadanos. Esa es la misma que el Primer Ministro pretende modificar, eliminar, o, cuando menos, “descriminalizar” su impago. La multa por saltárselo ahora mismo es de 1.200 euros, pero para ello hay que ser consumidor de la BBC en un mundo en el que cada día parecer surgir una nueva alternativa privada.

Davie ofrecía otra ventaja competitiva: ya ejerció el cargo brevemente durante unos meses, entre noviembre de 2012 y abril de 2013, reemplazando a George Entwistle, quien tuvo que dimitir repentinamente cuando estalló el caso de Jimmy Saville. Saville era un famoso presentador del que se supo, tras su muerte en 2011, que había abusado de un millar de menores durante cinco décadas. Buena parte de la estupenda fama de Tony Hall viene por haber restaurado la credibilidad de la corporación tras aquel episodio negro. Aquellos también fueron tiempos difíciles y el cambio en la dirección fue para bien. No hubo respiro. Los nuevos tiempos difíciles están aquí.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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