‘Becoming’: Michelle Obama muestra (en parte) su nueva vida
En un nuevo documental de Netflix, la ex primera dama busca inspirar a los jóvenes más que revelar detalles de su intimidad
La autobiografía de Michelle Obama, Becoming (2018, Penguin Random House), se convirtió en menos de cinco meses en uno de los libros de memorias más vendidos de la historia. Este miércoles Netflix ha lanzado un documental sobre la vida de la ex primera dama bajo el mismo nombre, pero que dista mucho de la aproximación íntima que ofrece el escrito. Uno de los acuerdos con la documentalista Nadia Hallgreen consistió en que no grabara cuando sus hijas Sasha y Malia estuviesen en casa, por lo que ambas hacen únicamente breves apariciones en la cinta. A su vez, Barack Obama no está entre los entrevistados. El relato de 89 minutos y con banda sonora de Kamasi Washington, el considerado nuevo mesías del jazz, pues, entretiene y emociona a veces, pero no ofrece mayores sorpresas.
El documental transcurre principalmente durante la gira promocional del libro Becoming y se nutre de las entrevistas promocionales que dio, ante miles de asistentes, a grandes personajes de la televisión estadounidense, como Oprah Winfrey o Stephen Colbert. Obama destaca que valoró aquella ruta, de 34 ciudades, por considerarla un buen momento para “reflexionar” y “descubrir” lo ocurrido en sus ocho años en la Casa Blanca, cuando, según ella, la vida dejó de pertenecerle. Sin embargo, la cinta va poco más allá del escrutinio al que se vio sometida y sus esfuerzos por criar a sus hijas de la manera más normal posible. “No quería que crecieran pensando que los hombres afroamericanos mayores de edad vestidos con esmoquin estaban a su servicio”, comenta. “La verdad es que algunos de esos hombres eran [como] mis tíos”. Por eso las obligaba a hacer su cama y, cuando fueron mayores, a hacer su propia colada.
La ex primera dama remarca que su paso histórico por la Casa Blanca representa “muy poco” de lo que es como persona, en comparación a su vida antes de la primera campaña presidencial de su marido. Pero Hallgreen tampoco escarba demasiado en esa etapa anterior, aunque acierta al visitar la casa de la infancia de Obama en el sur de Chicago, acompañada de su madre y su hermano. Muestran su dormitorio de cuando era pequeña, recuerdan las navidades y a su difunto padre. Ahí aparece una faceta más desconocida, de hermana menor que compite -medio en broma medio en serio- por ser la favorita de su madre, Marian Shields. Para Michelle, el preferido indiscutido es su hermano Craig.
El documental de Netflix, producido en colaboración con Higher Ground Productions, la productora del matrimonio Obama, otorga un protagonismo importante a la cuestión racial. Obama recuerda que fue en Princeton donde se sintió parte de una minoría discriminada por primera vez. La madre de su compañera de cuarto estaba “horrorizada” porque compartía habitación con una persona de color. “Sentía que su hija estaba en peligro”, apunta la abogada. “No estaba preparada para eso”, continúa. Dedica un momento especial a recordar a los jóvenes afroamericanos que han muerto producto de la brutalidad policial, y la mayoría de los encuentros que sostiene para hablar de su libro están conformados por estudiantes de minorías raciales. Esta es una de las claves de la cinta. Invita a todos ellos, una y otra vez, a comerse el mundo y a traspasar la idea de que el futuro está en sus manos.
Obama no alcanza a llevar su mensaje al terreno político. No entra al barro. Cuando uno de los jóvenes le comenta lo difícil que es compartir la sala con estudiantes que llevan las gorras a favor de Donald Trump, ella le responde: “Así que estás en la escuela... Ve a la escuela. Obtén tu maldita educación. Barack y yo, a lo largo de la presidencia, con las mentiras y lo que dijeron sobre nosotros, todo lo que pudimos hacer fue despertarnos todos los días y hacer nuestro trabajo”.
La ex primera dama invita, en un momento dado, a su jefa de personal a llorar frente a la cámara si desea hacerlo. Ella misma no se quiebra en ningún momento, pero sí cuenta cómo lloró durante media hora tras salir de la Casa Blanca. Dice que se aguantó hasta el avión porque si no creerían que lo hacía por las razones equivocadas. “Mucha de nuestra gente no votó... fue casi como una bofetada en la cara", lamenta. Lo llega a calificar incluso como su trauma. En una toma dentro del coche explica: “Entiendo a las personas que votaron por Trump, [pero no a] los que no votaron..., los jóvenes, las mujeres, ahí es cuando piensas: 'Hombre, la gente se cree que esto es un juego”.
En una escena Obama le confiesa a un grupo de jóvenes que está “igual que ellos”, preguntándose qué quiere hacer con su vida ahora. La interrogante, en el documental, queda abierta. Aunque deja una pista: “Barack y yo no estamos interesados en estar a la vanguardia para siempre, ni siquiera por mucho tiempo más”.
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