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Andrea Barber: “Es responsabilidad de la administración pública la de orquestar un sistema justo de reparto”

Según la fundadora de RatedPower, las empresas europeas parten de una posición débil. “Hay realmente pocas empresas digitales en el continente —mucho menos españolas— que sean líderes mundiales”.

Andrea Barber, fundadora y CEO de Rated Power
Andrea Barber, fundadora y CEO de Rated Power

Los próximos años estarán marcados por la llegada del Fondo Europeo de Recuperación de la Covid 19 Next Generation EU procedentes de la Unión que deberán financiar los proyectos que contribuyan a la reactivación y muy especialmente la digitalización de la economía española. Algunos analistas hablan incluso de un “momento fundacional”, como el que se produjo con la entrada de España en la Unión Europea. Hablamos al respecto con Andrea Barber, fundadora y principal directiva de la empresa RatedPower.

Pregunta. En el ámbito de la digitalización, ¿qué nos jugamos como país con la correcta gestión y aprovechamiento de estos fondos?

Respuesta. A modo de contexto, me parece importante resaltar que los fondos europeos de Próxima Generación (Next Generation EU) son más de 10 veces los del Plan Marshall para la reconstrucción del continente después de la II Guerra Mundial. Son una oportunidad única para España —segundo receptor de fondos después de Italia— para reconvertir el país de pies a cabeza.

La crisis de la covid-19 ha puesto de manifiesto el papel central de la revolución digital para las sociedades europeas —incluida la española—, y para la economía de la Unión Europea. A medida que rutinas como el teletrabajo, el entretenimiento online o el comercio electrónico se asientan, el tejido empresarial europeo y español trata de reforzar sus posiciones en el escenario global.

No obstante, las empresas europeas parten de una posición débil. Hay realmente pocas empresas digitales en el continente —mucho menos españolas— que sean líderes mundiales. Esto es así debido a la fragmentación del mercado de la Unión, junto con una regulación relativamente aversa al riesgo, que nos convierte en un entorno menos amigable que en Estados Unidos o China.

En España y Europa se han reavivado las conversaciones sobre la elección de empresas estratégicas para la infraestructura digital. La normativa europea de inversión extranjera o ciberseguridad del 5G son ejemplos de esta preocupación creciente por la penetración de empresas estadounidenses y chinas.

Poco antes del estallido de la pandemia, en febrero de 2020, la Comisión Europea publicó la estrategia Configurar el futuro digital de Europa, que pretendía posicionar Europa como líder digital, a la vez de colocar los valores europeos de democracia, equidad e inclusión en el centro de esta transformación.

Creo que los europeos tenemos una oportunidad a la hora de definir un enfoque propio en temas como datos —el RGPD es un estándar mundial en protección de datos—, inteligencia artificial o regulación de plataformas.

P. ¿En qué tipo de proyectos debería centrarse España para que se cumplan los objetivos de crear empleo de calidad y contribuir a la reactivación de la economía?

R. La creación de empleo de calidad ya estaba en las agendas públicas antes de la llegada de la covid. La pandemia solo ha acelerado los cambios de la Cuarta Revolución Industrial. El Foro Económico Mundial estima que el 70% del nuevo valor que crearemos en la próxima década estará basado en modelos de negocio digitales.

A medida que nuestra economía se automatiza y las máquinas adquieren mayor importancia, su capacidad de crear puestos de trabajo disminuye. El emprendimiento será, sin duda, una vía para enfrentar este reto.

Los capitales sociales, humanos, financieros y de infraestructuras deberían enfocarse en la actividad emprendedora. Los sectores público y privado, incluyendo a la comunidad científica necesitan trabajar juntos para facilitar que el I+D básico de las universidades y centros de investigación sea aprovechado comercialmente por el tejido empresarial existente o el nuevo que nazca.

P. ¿Qué criterios deberían primar en el reparto? ¿Contar con el mayor número posible de empresas, incluidas pymes, o el alineamiento con proyectos estratégicos?

R. La acción sin estrategia no suele acabar bien. La articulación y el reparto de fondos europeos debe seguir las líneas estratégicas marcadas por la Unión Europea —transición verde, digital y construcción de una sociedad más cohesionada, inclusiva e igualitaria—.

¿Significa esto que las inversiones terminen en proyectos de los sospechosos habituales? No. Es responsabilidad de la administración pública la de orquestar un sistema de reparto justo.

P. ¿Cuáles podrían ser esos ejes tractores o sectores específicos donde España podría tener oportunidad de convertirse en referente?

R. La descarbonización y la transición hacia sistemas energéticos limpios es una oportunidad para aprovechar la fortaleza de España en sectores como el de las energías renovables. Es, junto con el desarrollo digital, uno de los objetivos de la Comisión Europea, lo que se ha venido a traducir como green deal europeo.

Hay oportunidades muy poderosas en retos como la integración de baterías en los sistemas de redes; el vehículo eléctrico o la búsqueda de eficiencia energética en todo el sistema —desde edificios a sistemas energéticos inteligentes—.

P. ¿Cuáles son los errores que no debemos cometer en el proceso de ejecución de estos fondos para evitar que lo que parece una enorme oportunidad se convierta en un gran fiasco?

R. El diseño del reparto de los fondos y sobre todo la gobernanza de las iniciativas público-privadas van a ser la clave. Es equivalente a la forma de regar una planta: puedes inundar la maceta, encharcar la tierra y pudrir la planta. O puedes regarla de tal forma que el agua filtre la tierra lo suficiente para que llegue a las raíces y crezca radiante.

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