“Mi pulso el día que mi mujer me pidió el divorcio”: compartir datos de aplicaciones de ‘tracking’, el nuevo selfi
Dispositivos y 'apps' de actividad física, citas e incluso finanzas sirven de inspiración para la creación y difusión de gráficos que retratan nuestras vidas
Pongamos que anoche no pegó ojo y quiere compartirlo con el mundo. O, al menos, con la comunidad de familiares, amigos, conocidos y gente afín que le sigue en redes sociales. Tiene dos opciones. La primera es desenfundar su teléfono sacarse una foto que muestre su expresión cansada, sus ojeras y su general abatimiento. La segunda es sacar una captura de pantalla del gráfico que describe su toledana noche en la aplicación de su pulsera de actividad.
En el primer caso, estaría usted haciéndose un selfi de toda la vida. Lo que la mismísima RAE describe desde 2018 como una “autofoto” o “fotografía de una o más personas hecha por una de ellas, generalmente con un teléfono inteligente y para compartirla”. La otra imagen es lo que los investigadores Ben Lyall, Brady Robards y Claire Moran, de la Universidad de Monash (Australia), describen como confessional data selfies -selfis confesionales basados en datos. “Son representaciones del yo a través de datos personales cuantitativos: desde gráficos de Tinder hasta la historia de una cirugía cerebral narrada a través de recuentos de pasos”, explican en el artículo publicado en la revista New Media&Society.
Hoy no me apetecía llegar al objetivo de pasos , no es un buen día
— Antonio Delgado El As Sofás (@DeMeison) July 15, 2020
Pero si Machado decía que se hace camino al andar
Había que hacerlo !!! 😉 pic.twitter.com/KXBEUAx15p
Una experiencia religiosa
Este nuevo formato, explica Ben Lyall, se ha popularizado junto al uso de wearables –pulseras tipo Fitbit y otros monitores de actividad– y a la recopilación de estadísticas de uso que registran muchas de las aplicaciones que empleamos. Pero el deseo humano de monitorizar las propias acciones y reflexionar sobre ellas no es nuevo: hunde sus raíces en formatos tan analógicos como el diario y en costumbres tan religiosas como la confesión. Por otra parte, la necesidad de compartir siempre ha ido de la mano de internet. “Las apps te invitan a compartir porque ese es el modo en que empezamos a interactuar con todos los tipos de información digital: compartiendo y expresándonos, no solo tratando de encontrar información”, precisa el sociólogo.
En su forma más primitiva, estos selfis aparecen en Twitter, Instagram o Facebook y son el pantallazo de una mala noche, la ruta que seguimos al salir a correr y que queda grabada en nuestra aplicación deportiva, o esas revelaciones sobre nuestras preferencias musicales que nos hace Spotify al final de cada año. La versión sofisticada son los gráficos que pueblan el foro de Reddit r/DataIsBeautiful, que acumula 14,7 millones de suscriptores: una representación visual de la variación del ritmo cardiaco al hablar del divorcio, las horas de sueño de un bebé durante sus primeros cuatro meses de vida, el tiempo de uso del teléfono antes y después de desactivar las notificaciones. “Estos muestran que la gente se está esforzando más en confeccionar los datos en una imagen, pero la tendencia a querer compartir y crear significado con esas imágenes es compartida”, señala Lyall. Ese empeño adicional, añade el experto, no es tan distinto de quien se toma su tiempo para decidir el encuadre, la iluminación y el filtro que aplica a su selfi tradicional.
My daughters sleeping patterns for the first 4 months of her life. One continuous spiral starting on the inside when she was born, each revolution representing a single day. Midnight at the top (24 hour clock). [OC]
by u/andrew_elliott in dataisbeautiful
Relaciones, rutinas y ritmos
Después de analizar un millar de los posts más populares publicados en r/DataIsBeautiful, Lyall y su equipo determinaron tres categorías principales de selfis confesionales basados en datos. El primer gran grupo es el que retrata relaciones familiares y sentimentales, con gráficos como el resultado de los encuentros propiciados por Tinder durante 28 días o los emojis intercambiados a través una app de mensajería en el transcurso de un noviazgo.
En la categoría de rutinas entra el estudio de hábitos de consumo tanto de tiempo como de dinero – A dónde va mi sueldo–, y especialmente las relaciones con la tecnología. Lyall y sus compañeros relacionan estos registros con la necesidad de archivar y recordar, pero consideran que van más allá, una vez compartidos. “Confiesan algo sobre las prioridades del autor”. Por último, los posts sobre calidad del sueño, actividad física o, en general, bienestar, encajan en la categoría de ritmos.
¿Narcisismo bien visto?
Un punto clave para el sociólogo en la relación que establecemos con los selfis tradicionales y las que se establecen con el tipo de selfi basado en datos es el tipo de juicio que despiertan unos y otros. “El discurso público sobre que los selfis son un problema y una expresión de narcisismo está habitualmente dirigido a mujeres jóvenes y adolescentes. Como sociólogos digitales, confrontamos esta noción e intentamos explicar que es más complejo”.
Una prueba de esto es que los elaborados y profundamente introspectivos selfis que se publican en r/Dataisbeautiful son obra de hombres. “Es un buen ejemplo porque están poniendo mucho esfuerzo en presentar algo sobre sí mismos sobre lo que están haciendo en su vida. No es tan diferente”, añade.
En cuanto a la posibilidad de que estas visualizaciones de datos sean una paradójica ventana abierta a esos espacios privados donde tanto nos molesta que otros entren a fisgonear, Lyall ve muestras del mismo espíritu de trueque con que damos nuestros datos a Google a cambio de sus servicios: mostramos nuestras vidas a extraños a cambio de atención, opiniones, consejos o sencillamente algo de apoyo en un momento difícil. “Supongo que lo que reciben de la comunidad es más valioso que lo que están cediendo”.
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