El futuro de la alimentación se encuentra en el agua
Según la ONU, en 2050 habrá 10.000 millones de personas, lo que requerirá aumentar la producción de alimentos en un porcentaje incompatible con la supervivencia de recursos del planeta. El cultivo de proteína en aguas dulces y saladas cuenta con el mayor potencial. El sector de la Acuicultura de España vela por alimentar saludablemente. Y de forma sostenible
La biodiversidad que sustenta al ser humano se desvanece a un ritmo alarmante. Según Naciones Unidas, en el último siglo han desaparecido tantas especies como las que se hubieran extinguido en un periodo de 10.000 años, en un escenario normal. Pero no es el caso: el cambio climático, el aumento de la población, un modelo de consumo insostenible y la transformación de los hábitats naturales –a través de la tala indiscriminada de árboles, la agricultura intensiva o la proliferación urbana, por ejemplo– son culpables de que las especies vivas que alimentan y proporcionan el aporte vital a los humanos se encuentren en peligro de extinción.
Un estudio reciente realizado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en Nature demuestra que, si la tendencia actual continúa, la pérdida de biodiversidad prevista para finales del siglo XXI tardaría millones de años en recuperarse. Con toda probabilidad, más allá de la propia existencia del ser humano como especie.
A por un 70% más de alimento
Ante este panorama, el reto es conseguir que la alimentación del futuro sea sostenible y asequible al mundo entero. La buena noticia es que se trata de un desafío para el que la industria alimentaria ya ha comenzado a buscar soluciones. La lucha contra el desperdicio de alimentos se encuentra entre ellas, ya que los desechos de comida son los responsables de aproximadamente del 8-10% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂), sin contar con el hecho de que, mientras una de cada nueve personas del planeta está desnutrida –según datos de la FAO–, un tercio de la producción mundial de alimentos se desaprovecha o se tira.
Otras apuestas para asegurar un futuro alimentario más saludable y ecológico son la aplicación de buenas prácticas agrícolas, el uso de tecnologías que ayuden a hacer un uso más eficiente de los recursos y el apoyo a la investigación para producir alimentos e ingredientes más sanos, seguros y respetuosos con el medio ambiente.
La alimentación del futuro tiene que ser accesible y sostenible. En este contexto, la acuicultura proporciona una fuente de proteína animal de calidad gracias a pescados, mariscos y plantas que han sido cultivadas haciendo un uso muy eficiente de los recursos
Todas estas propuestas se interpretan como un atisbo de esperanza para garantizar la soberanía alimentaria a las nuevas generaciones, pero la clave para producir un 70% más de víveres –lo que, según estudios de la ONU, demandará la humanidad para 2050– está en el impulso al sector de la acuicultura. Sobre todo, porque el potencial que tienen la ganadería y la pesca extractiva responsable para satisfacer las necesidades alimenticias de un mundo cada vez más poblado es muy limitado.
La alimentación del futuro tiene que ser accesible y sostenible. Y, en este contexto, la acuicultura proporciona una fuente de proteína animal de calidad gracias a pescados, mariscos y plantas que han sido cultivadas haciendo un uso muy eficiente de los recursos (energía, nutrientes, espacio y agua). En concreto, la acuicultura necesita menor demanda de tierra cultivable que otros sectores, como el agrícola y el ganadero, emite menos emisiones de CO₂ a la atmósfera y hace un uso menor y más eficiente del agua.
Además, el consumidor de productos de acuicultura de origen español tiene la garantía de que son seguros (se someten a un riguroso seguimiento, cuidando de su hábitat y alimentación), sanos (ricos en proteínas, ácidos grasos omega 3, vitaminas, minerales y micronutrientes esenciales), frescos (tardan del agua a la mesa entre 24 y 48 horas) y sabrosos (su calidad organoléptica es indiscutible).
Proteína y ácidos grasos
Uno de los cultivos acuícolas que más interés despierta entre los proyectos de investigación alimentarios es el de las microalgas, organismos unicelulares que forman parte del fitoplancton marino y que destacan por su composición nutricional (tanto en calidad como en cantidad), lo que puede ayudar a remediar esa escasez alimentaria que se vaticina para dentro de 28 años. De momento, en las instalaciones acuícolas tradicionales solo se producen microalgas para el autoconsumo de la instalación, pero abre las expectativas para el consumo humano.
El sector cultiva más de 20 especies diferentes, tanto en agua dulce como en agua salada, y organizaciones como la ONU, la FAO, la FDA y la OMS, cuando hablan de microalgas ya se refieren a ellas como súper alimento y/o alimento del futuro. “Existen decenas de miles de especies, con multitud de formas, tamaños y colores que pueblan los sistemas terrestres y acuáticos de nuestro planeta”, explica María Segura Fornieles, subdirectora general y directora técnica de AlgaEnergy. “Algunas de estas microalgas se pueden consumir en forma de complemento alimenticio o bien se pueden añadir como ingrediente a cualquier otro alimento tradicional, con el fin de mejorar su valor nutricional”.
Spirulina y Chlorella son especies habituales en este mercado. “En concreto, Spirulina tiene un contenido en proteína que puede llegar a alcanzar porcentajes superiores al 50%. Además del contenido proteínico, las microalgas son fuente natural de ácidos grasos omega 3 y omega 6, hidratos de carbono, vitaminas, minerales, carotenoides y fibra, entre otros compuestos de interés”, indica la experta.
Una herramienta muy valiosa
Las microalgas producen más de la mitad del oxígeno mundial, por lo que no resulta exagerado decir que son responsables de la supervivencia humana. “Para desarrollar su propio crecimiento, las microalgas capturan CO₂ y lo transforman en biomasa de microalgas, al tiempo que liberan oxígeno a la atmósfera. Todo ello, a expensas de una fuente de energía inagotable: la luz del sol”, refrenda María Segura.
Algunas de estas microalgas se pueden consumir en forma de complemento alimenticio o bien se pueden añadir como ingrediente a cualquier otro alimento tradicionalMaría Segura Fornieles, subdirectora general y directora técnica de AlgaEnergy
Son indispensables para el ecosistema marino, pero también, indirectamente, ayudan a conservar los terrestres, al no explotarlos y no necesitar sus recursos naturales. Como concluye la experta, “las microalgas representan una valiosa herramienta para contribuir a paliar las tres grandes crisis que sufre la Humanidad: alimentaria, energética y medioambiental”. Junto con el resto de especies, estos cultivos contribuyen a la conservación de mares, océanos y ríos, al tiempo que garantizan a los consumidores alimentos nutritivos, sanos y seguros.