especial publicidad
Contenido patrocinado por una marca

¿Cómo impacta en la salud mental de los adolescentes un mal uso de las pantallas?

Más de la mitad de los adolescentes han usado Internet para sentirse mejor cuando están solos, tristes o enfadados. Los que hacen un mal uso de los dispositivos tecnológicos (muchos) tienen mayor probabilidad de padecer ansiedad, estrés y depresión. Son algunas de las conclusiones del ‘I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología’, puesto en marcha por DKV y Educar es Todo

El 35% de los adolescentes aseguran que comen o cenan viendo la televisión, la tableta o el móvil, y la mitad afirman tener el dispositivo en su habitación por las noches.
El 35% de los adolescentes aseguran que comen o cenan viendo la televisión, la tableta o el móvil, y la mitad afirman tener el dispositivo en su habitación por las noches.fcafotodigital (Getty Images)

Pasan los años, pero poco cambia el retrato-robot del adolescente. No sale de su cuarto en toda la tarde, y reacciona con respuestas monosilábicas, actitudes hurañas y huidizas. Son rasgos universales del ser humano, entre los 10 y los 17 años, independientemente de la generación, desde los babyboomers a los millennials. La palabra ‘adolescente’, a lo largo de la historia de la Humanidad, ha sido sinónimo de alteración de conducta, rarezas, cambios de la personalidad y físico en proceso de formación. Pero hay una novedad en este siglo XXI: cada vez más joven, encuentra en el smartphone o la tableta algo más que una distracción. Muchas veces es un banderín de enganche, una amistad o asesoría, no siempre bien entendidos.

Para indagar en esos comportamientos y su relación con la tecnología e Internet, la aseguradora DKV, que se define como “activista de la salud”, y Educar es Todo, la mayor comunidad de madres, padres y expertos en crianza respetuosa, pusieron en marcha el I Estudio sobre la percepción de la salud mental en adolescentes y el mal uso de la tecnología. En él han participado un total de 3.210 adolescentes, padres, madres y educadores (*).

Con este nuevo estudio no solo hemos conseguido una visión más profunda sobre el estado de la salud mental de la juventud; también refuerza nuestro compromiso de seguir impulsando iniciativas que fomenten su bienestar y así poder construir un futuro más saludable para las próximas generaciones
Fernando Campos, consejero delegado de DKV

Hay una inmediata conclusión, que salta a la vista de las tablas y los porcentajes: cuanto mayor es la percepción por parte de los adolescentes de un uso incorrecto de la tecnología (en casa o en clase son frecuentes comentarios como “Me cuesta dejar de curiosear en las redes sociales”; “No hay día que no vea tres temporadas de esta serie”), mayor es el índice auto percibido de los trastornos emocionales (depresión, ansiedad y estrés): más de la mitad de los adolescentes han usado Internet también para sentirse mejor cuando han estado “solos”, “tristes” o “enfadados”. A menudo, la evasión y la compañía se encuentran antes en la Red que en la conversación física con padres o docentes.

Además, el 89,5% de este colectivo y más de la mitad de los progenitores (el 55,6%) consideran que los adolescentes tienen dificultades para controlar el tiempo de uso de internet, en su cuarto, en el sofá o en la mesa de comer. Curiosamente, este dato se reduce si se pregunta a los propios adolescentes: solo el 45,1% de ellos reconocen tener problemas para desconectarse de la tecnología. “En DKV entendemos que el bienestar mental de los jóvenes es uno de los retos más urgentes de nuestra sociedad”, explica Fernando Campos, consejero delegado de DKV. “Con este nuevo estudio no solo hemos conseguido una visión más profunda sobre el estado de la salud mental de la juventud; también refuerza nuestro compromiso de seguir impulsando iniciativas que fomenten su bienestar y así poder construir un futuro más saludable para las próximas generaciones”.

El 30% de los padres y madres cree que sus hijos están siempre o casi siempre con el móvil y/o videojuegos, porcentaje cercano al 40% al preguntar a los propios adolescentes
Siete de cada diez jóvenes entrevistados aseguran estar con el móvil la mayor parte del tiempo que se encuentran con amigos.
Siete de cada diez jóvenes entrevistados aseguran estar con el móvil la mayor parte del tiempo que se encuentran con amigos.JackF (Getty Images/iStockphoto)

Otras evidencias del informe: las tecnologías han cambiado las relaciones sociales y familiares en la segunda década de vida. En lugar de charlar mientras comen pipas en el banco del parque o pasean (como hicieron sus padres), siete de cada diez aseguran estar con el móvil la mayor parte del tiempo que se encuentran con amigos, y el 35%, que comen o cenan viendo la televisión, la tableta o el móvil, y la mitad afirman tener el dispositivo en su habitación por las noches. Igual que sus padres, reconocen que quienes hacen un mal uso de la tecnología duermen menos horas de lo recomendado entre semana. Según Carmen Llopis, directora de Educar es todo, el estudio pone de manifiesto el firme compromiso de su organización con la identificación de los factores que afectan negativamente a la salud mental de los adolescentes con el fin de poder erradicarlos. “Hay que seguir sensibilizando sobre este tema, ya que los datos son cada vez más preocupantes”, asegura.

Los adolescentes que tienen una adicción tecnológica se muestran más inatentos, hiperactivos e infelices, además de menos empáticos
Rafael Guerrero, psicólogo educativo

Mal uso de la tecnología y salud mental

Los expertos atienden en consulta cada vez más casos relacionados con esta dependencia. “Los adolescentes que tienen una adicción tecnológica se muestran más inatentos, hiperactivos e infelices, además de menos empáticos”, asegura Rafael Guerrero, psicólogo educativo. Según el informe, sus mayores describen el trastorno así: al percibir el uso incorrecto que hacen sus hijos de la tecnología, aprecian en ellos más problemas de conducta, más síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), más problemas con los compañeros (soledad, pocos amigos), más hiperactividad (inquietud, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tareas…) y menor actividad prosocial (desarrollan menos habilidades sociales como compartir, amabilidad, ayudar…).

¿Y qué opinan los docentes, muchas veces ninguneados en el ejercicio de autoridad sobre el dispositivo? Coinciden con los padres, cuanto mayor es su percepción de sobre uso incorrecto que hacen sus alumnos de la tecnología, mayor es la presencia en clase o en el patio de síntomas emocionales, hiperactividad y problemas de conducta, denota el estudio.

Síntomas de adicción

“Muchos padres se plantean cómo detectar si sus hijos tienen un problema de adicción a la tecnología”, asegura Silvia Álava, psicóloga educativa. “La variable más importante no es el tiempo, sino el conflicto que genera su uso y no uso, la interferencia que crea en su vida”: si está de mal humor por la privación, si interfiere en el sueño, los estudios, sus relaciones sociales y familiares, si no es capaz de controlar el tiempo que pasa conectado o si se frustra mucho cuando no se pueden conectar...

Los profesores consideran que los adolescentes ven cada vez menos a sus amigos en persona (75,2%) y se relacionan más a través de Internet

Recomendaciones para un uso saludable de las pantallas

Entonces, ¿qué señales hay para identificar si los jóvenes tienen un problema de adicción a las pantallas? ¿Cómo pueden prevenir esta situación? Los doctores Silvia Álava y Rafael Guerrero resumen todas las recomendaciones en una, muy importante: antes de los 3 años, 0 pantallas. Eso implica reducir la presencia de teléfonos, tabletas o televisión. “Tanto el cerebro del niño como el ojo son especialmente sensibles, y necesitan madurar fuera de las pantallas”, comenta Álava.

Los padres saben (y deben recordar) que, de 3 a 5 años, el papel de los mayores es decisivo como modelos, pero también su acompañamiento: a esa edad, como mucho, los niños podrían utilizar 30 minutos al día para ver algún dibujo, siempre acorde a su edad, y siempre con sus padres al lado y pendientes del reloj. “La pantalla no es un canguro ni un aparcaniños”, afirma Álava. “Durante la infancia siempre debemos de estar presentes mientras utilizan los dispositivos”.

Los expertos desaconsejan facilitar los dispositivos a los menores antes de los 14 años, y es importante permanecer inflexibles. “Estableceremos un contrato de uso y dejaremos claro que el móvil no es suyo, es nuestro. Y, mientras sean menores, tendremos acceso al mismo”, asegura Rafael Guerrero: “Y a partir de los 16 años, el tiempo de uso de dispositivos no puede superar al de actividades offline como leer, quedar con amigos, estar con la familia, practicar deporte…”.

Archivado En