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‘Menuda castaña’: cuando la próstata avisa

La hiperplasia benigna de próstata (HBP), que afecta a millones de varones a partir de los 50 años, es la dolencia más común de esta glándula con forma de castaña. Empresas punteras de tecnología sanitaria diseñan nuevas técnicas quirúrgicas, cada vez más eficaces y menos invasiva

A partir de los 50 años resulta recomendable una revisión anual, y ante la aparición de síntomas debe acudirse al urólogo.
A partir de los 50 años resulta recomendable una revisión anual, y ante la aparición de síntomas debe acudirse al urólogo.andresr (Getty Images)

Son casi las cuatro y cuarto de la madrugada. Sí, otra vez; ya está aquí de nuevo esa sensación punzante, de urgencia, que saca repentinamente a Álvaro de su sueño. Y ya van tres en esta noche. Todavía somnoliento, pero sin perder un segundo, retira las sábanas, se incorpora y se dirige a toda prisa al cuarto de baño. “Ya, por fin; esta vez he llegado a tiempo”, piensa, mientras el vaciado de la vejiga le proporciona un alivio instantáneo. Pero ahora le asalta la pregunta de siempre: “¿A qué hora me tocará despertarme de nuevo esta noche para correr otra vez al baño?”

Como Álvaro, millones de españoles sufren los efectos de la hiperplasia benigna de próstata (HBP), una dolencia que, sin ser grave, sí interfiere de manera importante en el día a día de los afectados y en su calidad de vida. Además de por la necesidad frecuente y urgente de orinar, tanto de día como de noche, también se manifiesta de otras formas. Las más comunes son la dificultad o la demora en la micción, un chorro de orina débil, lento o intermitente, escozor a la hora de ir al baño, y la sensación de no vaciar totalmente la vejiga. Una auténtica molestia, que puede ser muy incapacitante en la vida social y laboral por las repetidas y apremiantes visitas al inodoro.

Estrechamiento del canal

La próstata es una glándula del tamaño y la forma de una castaña que contribuye a la producción del semen. Situada debajo de la vejiga, rodea parte de la uretra. La HBP se produce cuando la próstata aumenta de tamaño: de esta manera ejerce presión sobre la uretra, estrechando su canal y dificultando, en consecuencia, la micción.

El crecimiento de la próstata es un fenómeno natural que avanza con la edad y no debe confundirse con el cáncer prostático. “La hiperplasia benigna de próstata es una enfermedad crónica benigna progresiva que se desarrolla en los varones a partir de los 45-50 años”, explica Alberto Budía Alba, jefe del Servicio de Urología del Hospital La Fe, de Valencia. La causa no es del todo conocida: “Se debe a fenómenos en la propia glándula, en la que la forma activa de la testosterona produce su crecimiento progresivo”, continúa el especialista. “Afecta al 60% de los pacientes mayores de 60 años y da lugar a síntomas urinarios en más del 40% de los pacientes de esta edad”. Como ocurre con otras dolencias asintomáticas en sus fases iniciales, la HBP avanza en silencio y no alerta al afectado hasta que se producen esas manifestaciones tan incómodas.

Esta dolencia afecta al 60% de los pacientes mayores de 60 años y da lugar a síntomas urinarios en más del 40% de los pacientes de esta edad
Alberto Budía Alba, jefe del Servicio de Urología del Hospital La Fe, de Valencia

Revisión a partir de los 50 años

Por ello es tan importante la prevención. A partir de los 50 años resulta recomendable una revisión anual, y ante la aparición de síntomas debe acudirse al urólogo. “Los principales factores de riesgo son la ausencia de actividad física, una dieta baja en verduras, la edad y factores hereditarios. La mejor prevención es una dieta saludable basada en fruta y verdura, evitar el sobrepeso y un hábito deportivo regular”, recomienda el doctor Budía Alba.

Una vez realizado el diagnóstico la primera opción terapéutica, si está indicada, suele ser farmacológica. “Los medicamentos más utilizados son los alfa-bloqueantes, que tienen como objetivo relajar la musculatura de la próstata y disminuir la obstrucción de la vejiga, con lo que mejoran los síntomas y el flujo urinario”, explica Iván Povo Martín, urólogo del Hospital General de Valencia. Como señala este especialista, existe un gran arsenal de fármacos: unos reducen el tamaño prostático, con lo que mejoran los síntomas, aumentan el flujo urinario y previenen la progresión de la enfermedad. Otros relajan la musculatura vesical y están indicados en ciertos pacientes con síntomas de urgencia, frecuencia e incontinencia. También están los inhibidores de la fosfodiesterasa 5, fármacos habitualmente utilizados en la disfunción eréctil, cuya toma diaria a dosis bajas puede mejorar los síntomas urinarios.

Pero, en ocasiones, los fármacos pueden producir efectos secundarios ─disfunción eréctil, eyaculación retrógrada, estreñimiento, sequedad de boca e hipotensión─ que impiden a algunos pacientes optar por dichos tratamientos. “También se utilizan extractos de plantas: de eficacia limitada pero con escasos efectos secundarios, algunos de estos productos han demostrado mejoría del flujo urinario y disminución del número de micciones nocturnas”, precisa el doctor Povo Martín.

Los medicamentos más utilizados son los alfa-bloqueantes, que tienen como objetivo relajar la musculatura de la próstata y disminuir la obstrucción de la vejiga, con lo que mejoran los síntomas y el flujo urinario
Iván Povo Martín, urólogo del Hospital General de Valencia

Pasar por el quirófano

Cuando la hiperplasia benigna de próstata está más avanzada, la mejor opción suele ser acudir al quirófano para aumentar el caudal de la uretra. Afortunadamente, las cirugías son cada vez menos agresivas y existe una variedad de opciones: desde la más tradicional resección transuretral de próstata ─técnica endoscópica que recorta el tejido que obstruye el canal─ a técnicas con láser, como la vaporización o enucleación.

La técnica quirúrgica de la elevación prostática consiste en la colocación de varios implantes permanentes a nivel de la uretra prostática. Retraen los lóbulos prostáticos en el punto en el que producen la obstrucción.
La técnica quirúrgica de la elevación prostática consiste en la colocación de varios implantes permanentes a nivel de la uretra prostática. Retraen los lóbulos prostáticos en el punto en el que producen la obstrucción.

Hoy se dispone de cirugías aún menos invasivas: “La técnica quirúrgica de la elevación prostática consiste en la colocación de varios implantes permanentes a nivel de la uretra prostática que retraen los lóbulos prostáticos en el punto en el que producen la obstrucción”, detalla el doctor Povo Martín. “De esta forma se consigue mejorar los síntomas miccionales, el flujo urinario y la calidad de vida del paciente. Además, tiene importantes ventajas frente a las cirugías clásicas: no se necesitan ni ingreso ni sondaje, hay menos complicaciones postoperatorias y se preserva la eyaculación”.

Esta técnica quirúrgica se realiza sin incisiones, a través de la uretra, y no precisa anestesia general. Permite abrir la uretra para que la orina pueda volver a fluir con facilidad desde la vejiga al exterior. El paciente puede irse a casa el mismo día de la intervención, y la mejoría de los síntomas suele ser inmediata, con lo que permite una reincorporación precoz a su vida habitual.

Este procedimiento debutó en Australia a mediados de la década del 2000 y se implantó en Estados Unidos en 2015. Mas de medio millón de pacientes han sido tratados con él en el mundo. Toda una esperanza para los afectados por la HBP, que podrán ir al baño sin carreras. Y también dormir la noche entera de un tirón.

¿Cómo se diagnostica la HBP?

El diagnóstico de la hiperplasia benigna de próstata es sencillo y se basa en una serie de exploraciones básicas, como detalla el doctor Budía Alba: “En función de los parámetros de sintomatología miccional, volumen prostático, grado de obstrucción y PSA (antígeno específico prostático), se elige la mejor opción terapéutica, bien médica o quirúrgica”. Estas son las pautas a seguir, según este especialista.

Anamnesis. Evaluación de la historia clínica mediante una encuesta estructurada sobre calidad de vida y síntomas relacionados (frecuencia miccional diurna y nocturna, fuerza del chorro y si se interrumpe o no, sensación de vaciado completo, imperiosidad miccional y dificultad para iniciarla). En función de la puntuación, la sintomatología se clasifica como leve, moderada o grave. 
Exploración física. Exploración de los genitales externos, así como un tacto rectal (palpación digital de la próstata) para obtener información sobre tamaño y consistencia o la presencia de nódulos sospechosos de malignidad. 
Analítica sanguínea. Evalúa la función renal y otros parámetros generales. Se complementa con la determinación sérica del PSA, que informa sobre la necesidad o no de realizar un estudio para descartar un cáncer de próstata. 
Ecografía urinaria. Permite descartar una patología vesical que pudiera justificar la clínica miccional. Determina el volumen prostático, un dato esencial para seleccionar el tratamiento indicado, y mide también el residuo postmiccional (cantidad de orina no evacuada). Habitualmente la ecografía se complementa con una flujometría que mide la fuerza del chorro y relaciona el volumen de la micción con el tiempo de expulsión.

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