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Enfermedades de la retina: prevenir para preservar la visión

Silenciosas y traidoras, las patologías de la retina progresan rápidamente y no dan síntomas hasta que el daño puede ser irreversible. Pero los expertos son optimistas: las revisiones periódicas facilitan un diagnóstico precoz y un pronóstico favorable

Las afecciones de la retina están detrás del 67% de los casos de discapacidad visual y atañen a más del 30% de la población mayor de 50 años.
Las afecciones de la retina están detrás del 67% de los casos de discapacidad visual y atañen a más del 30% de la población mayor de 50 años.

De todos los sentidos, el de la vista es probablemente el que más nos conecta con el mundo, el que mejor nos sitúa en el espacio y el que con más facilidad nos permite reconocer tanto nuestra identidad como la de quienes nos rodean. Nos ofrece mucho, pero nos pide algo a cambio: que estemos atentos a su salud, pues son muy diversos los problemas visuales que pueden surgir y que pueden dañar irreversiblemente nuestra capacidad de ver.

De esos problemas, algunos son tan comunes como las cataratas o la presbicia; pero hay otros, como las patologías de retina, que entrañan un riesgo mucho mayor y que, habitualmente, reducen significativamente la calidad de vida de las personas que las sufren. Son enfermedades que afectan a una de las zonas más sensibles del ojo ­­–la retina–, una capa de tejido nervioso cuyo correcto funcionamiento es de vital importancia para la visión. Se calcula que, en Europa, estas dolencias están detrás del 67% de los casos de discapacidad visual y afectan a más del 30% de la población mayor de 50 años.

Se trata de enfermedades traidoras: no avisan y, además, progresan con rapidez. “Son patologías que no suelen dar síntomas hasta que no están en una etapa avanzada”, explica la doctora Marta S. Figueroa, directora de la Unidad de Retina de Clínica Baviera. “Además, al afectar a zonas muy importantes del ojo (la retina la retina y, en concreto, en su porción central, llamada mácula), suelen tener un impacto muy negativo en la visión, provocando un alto grado de dependencia en quienes las padecen. Un diagnóstico precoz mejora notablemente las perspectivas del tratamiento”.

La importancia del diagnóstico a tiempo

La retinopatía diabética, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) o los desprendimientos de retina son las enfermedades que más comúnmente se detectan en esta zona del ojo. Todas ellas pueden provocar importantes deficiencias visuales, que se agravan a medida que el diagnóstico se retrasa. La clave es, por tanto, la prevención. “Detectarlas precozmente es fundamental –señala la doctora Figueroa–. Por eso se recomiendan las revisiones oftalmológicas periódicas, sobre todo a partir de los 50 años”.

Actualmente se cuenta con tratamientos que permiten manejar estas enfermedades con mayor eficacia.
Actualmente se cuenta con tratamientos que permiten manejar estas enfermedades con mayor eficacia.

Para prevenir los daños que provocan estas enfermedades, no hay que esperar a ver mal; cuando eso sucede, habitualmente ya es tarde: la patología ha avanzado y sus daños pueden resultar irreversibles. Por eso es necesario evaluar periódicamente la retina mediante una exploración oftalmológica completa que incluya una dilatación de la pupila para detectar lesiones tanto en el área central como en la más periférica. “En la evaluación de la zona más central, la mácula, es esencial la tomografía de coherencia óptica (OCT), que nos permite ver lesiones sobre, dentro o debajo de la retina”, añade la experta.

Un diagnóstico precoz facilitará que el tratamiento se inicie de forma temprana y, así, el pronóstico sea favorable. Hay distintas opciones terapéuticas que pueden frenar el avance de estas patologías, y será el oftalmólogo especialista en retina el encargado de, tras analizar exhaustivamente las características de cada paciente, decidir qué tratamiento es el más adecuado para él.

En la actualidad se cuenta con tratamientos quirúrgicos, médicos y farmacológicos que permiten manejar estas enfermedades de una manera mucho más eficaz que hace unos años. Entre los últimos avances disponibles, la doctora Figueroa destaca “la administración de fármacos que se aplican directamente dentro del ojo, lo que permite mejores resultados a nivel local y menores efectos secundarios en el resto del organismo”.

Detectarlas precozmente es fundamental. Por eso se recomiendan las revisiones oftalmológicas periódicas, sobre todo a partir de los 50 años.
Marta S. Figueroa, directora de la Unidad de Retina de Clínica Baviera

Otros de los grandes avances se han producido en el campo de la cirugía: “La reducción del tamaño del instrumental que permite en muchos casos no utilizar suturas y la cirugía 3D, en la que se sustituye el microscopio por una gran pantalla y gafas 3D, lo que aumenta la magnificación de las imágenes y la precisión de las maniobras quirúrgicas”.

Pero todo pasa, insiste, por las revisiones oftalmológicas periódicas. Gracias a ellas se pueden detectar no solo estas patologías retinianas, sino otras también silenciosas, como el glaucoma, que apenas da síntomas hasta que no se encuentra muy avanzado. La recomendación para la población general es de una revisión oftalmológica cada dos años; en el caso de “mayores de 50 años, personas con diabetes, con miopía magna (más de seis dioptrías) o con antecedentes de patología ocular, deberían ser anuales”, concluye la especialista.

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