El coronavirus no para, el cáncer tampoco
La saturación asistencial derivada de la pandemia ha provocado la detección tardía de numerosos tumores y la anulación de muchas cirugías. Los especialistas señalan que el uso de la radioterapia puede ser una alterativa terapéutica porque evita que crezca el tumor hasta que pueda operarse
La covid-19 ha tenido un profundo impacto en la salud de la población que va mucho más allá de las muertes y las secuelas ocasionadas por la pandemia. En enfermedades como el cáncer la demora en el diagnóstico, el tratamiento o las revisiones ha tenido consecuencias cuya trascendencia empieza ahora a conocerse. Los especialistas vienen comprobando que ese retraso ha conducido a la detección de tumores en estadios avanzados en muchos pacientes, lo que entraña tratamientos más largos y un peor pronóstico.
“El retraso de un mes en el tratamiento oncológico, en cirugía, radioterapia o quimioterapia, aumenta la mortalidad entre un 6% y un 13% y sigue incrementándose cuanto más se demora la terapia”, apunta Brendan Capell, director general de GenesisCare en España. “Un retraso de ocho semanas en el tratamiento de un cáncer de mama aumenta la mortalidad un 17% y si es de 12 semanas se eleva al 26%”. En medicina el tiempo cuenta y mucho. Por ese motivo hemos asistido en los últimos meses a una carrera contrarreloj para investigar, testar y poner en el mercado una vacuna contra la covid-19. Había que encontrar con urgencia una solución que neutralizara el virus. Esa misma urgencia se da en el abordaje de otras enfermedades. “Por este motivo es muy importante que la gente vaya al médico si tiene algún síntoma extraño y que continúe con sus revisiones para detectar cualquier problema a tiempo”, añade Brendan Capell.
El retraso de un mes en el tratamiento oncológico aumenta la mortalidad entre un 6% y un 13%, y sigue incrementándose cuanto más se demora la terapia
Con los hospitales saturados, el miedo de muchas personas al coronavirus ha provocado en los últimos meses la suspensión de tratamientos oncológicos, especialmente cirugías. Sin embargo, apuntan los expertos, muchos de esos enfermos podían haber recibido otras terapias. Según los datos de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), el 60% de los pacientes oncológicos se benefician de la radioterapia en algún momento de la enfermedad y en el 40% de los que se curan juega un papel destacado. Su eficacia estriba en las radiaciones ionizantes que emplea. Estas ondas electromagnéticas lesionan el ADN de cualquier célula a la que se aplican, pero las cancerosas, que crecen más rápidamente, son más sensibles a esa radiación.
En oncología un equipo multidisciplinar de especialistas determina en cada caso si se opta por la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia o una combinación de esas opciones. Con la covid-19 esas posibilidades se han visto alteradas por la anulación de muchas operaciones. ¿En esta situación qué aporta recurrir a la radioterapia? El director general de GenesisCare apunta que muchos enfermos podrían beneficiarse de esta opción “no solo como tratamiento curativo, sino para manejar y controlar el tumor y evitar que crezca hasta que pueda realizarse la cirugía”.
Tratamientos más precisos y con menos efectos secundarios
El año pasado se diagnosticaron 277.000 nuevos casos de cáncer en nuestro país, según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Alrededor del 60% consiguen superar la enfermedad, un porcentaje impensable hace unas décadas. Lograrlo ha sido posible por las campañas de prevención de la enfermedad, los programas de cribado para un diagnóstico precoz y los avances en las distintas terapias que se han producido en los últimos años. Los experimentados en radioterapia han sido determinantes. La precisión es una de sus principales características, “lo que significa que se pueden dirigir dosis más fuertes de radiación al tumor para un tratamiento más eficaz, pero no se dañan los órganos sanos circundantes”, explica Brendan Capell.
El tratamiento personalizado que caracteriza a la oncología actual ha potenciado también que se apliquen ciclos de radioterapia de menor duración, ajustados a las necesidades de cada paciente. Esto ha sido especialmente importante durante la pandemia porque ha disminuido los desplazamientos de los enfermos a los centros. Al margen de los estrictos protocolos de higiene que se han ido incorporando, reducir las salidas del domicilio y el contacto social ha proporcionado a los enfermos confianza y les ha ayudado a perder el temor a un contagio por coronavirus.
Desde que en 1903 el cirujano alemán Georg Perthes usara la radioterapia en cánceres de mama y de piel, sus indicaciones en oncología se han ido ampliando. Ahora constituye un tratamiento de primera línea en los tumores de mayor prevalencia, como apunta Brendan Capell: “Es una alternativa importante para algunos tipos de tumores de próstata, pulmón y cabeza y cuello, y también puede permitir reprogramar la cirugía en el cáncer de mama y colorrectal, lo que proporciona al paciente mejores resultados”.
El objetivo es buscar la mejor opción terapéutica para cada enfermo. Se persigue la curación del cáncer o aumentar la esperanza de vida del paciente, pero también es fundamental proporcionarle calidad de vida. Por eso, reducir las sesiones de radioterapia no solo es una opción ante una situación excepcional como la covid-19, sino que se ha incorporado ya a la práctica clínica en algunos centros. “En GenesisCare llevamos un tiempo tratando el cáncer de próstata en cinco días, en vez de las 28 habituales, y el de mama también en cinco sesiones. Hay que puntualizar que estas dependen del estadio del tumor. Cuanto antes se diagnostique el cáncer, mejor, porque nos permite realizar tratamientos más cortos y efectivos”, concluye Brendan Capell.