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El Gobierno de México avisa de que la crisis del coronavirus se extenderá 12 semanas

La Administración anuncia una inversión de 151 millones de dólares en productos sanitarios y apela a la calma

Una enfermera atiende a pacientes en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de la Ciudad de México este 17 de marzo.Vídeo: AFP | VIDEO: Gobierno de México
Carmen Morán Breña

“No será una epidemia corta, ocupará 12 semanas cuando menos”. Esta es la previsión que el Gobierno mexicano maneja sobre el tiempo en que la ciudadanía tendrá que afrontar la crisis del coronavirus, y con base a ella, la Administración sigue pidiendo prevención y calma para no agotar la resistencia de la gente. “Estos son lecciones que se han aprendido de lo ocurrido en el mundo y de lo ocurrido en México en 2009”, ha dicho esta mañana el portavoz de la crisis en este país y subsecretario de Salud. Hugo López-Gatell ha insistido en que la ansiedad no debe permear las decisiones políticas, algo que ocurre a menudo en los países. En la rueda de prensa de la mañana se ha anunciado también que se dedicarán 3.500 millones de pesos, unos 151 millones de dólares para productos sanitarios.

Cada día, los responsables de Sanidad muestran el mapa mundial que elabora la OMS con el avance de la enfermedad, donde México sigue en color gris, al comienzo de la epidemia, con 93 casos detectados hasta la tarde del martes, ninguno de contagio local, todos importados de países como España, Italia, Estados Unidos. No se han registrado aún fallecimientos, pero la angustia es patente habida cuenta de que el vecino del norte, con quien comparte una frontera de 3.500 kilómetros, tiene la infección en una fase crítica. Pese a todo, México no se plantea prohibir los vuelos a su territorio ni poner puertas por vía terrestre. “Insisto. Solo en la época medieval podría tener sentido esto y no sé qué base científica tendría. En la actualidad no la tiene. Pronto habrá tanto coronavirus que no dependerá del cierre de las fronteras. Si cerramos, haríamos un daño colosal a la economía sin que tenga un efecto neto para retrasar la epidemia. Dependemos del mundo entero para recabar insumos, mercancías”. La agresión a la economía frente a la escasa capacidad de control de la epidemia parece ser la ecuación que el Gobierno tiene más aprendida de la epidemia de H1N1 que padeció en 2009.

Por otro lado, ha asegurado el subsecretario, en una frontera tan transitada como las que les separa de Estados Unidos, con millones de personas que la cruzan en uno y otro sentido poner filtros a la población “sería imposible”. Por el momento, ha dicho, se están haciendo controles en los aeropuertos en algunos vuelos que llegan de los países más afectados con una declaración de la historia de síntomas, la toma de temperatura llegado el caso o una revisión médica y toma de muestras si el pasajero presenta síntomas sospechosos. Esos filtros, asegura, “existen desde la tercera semana de enero”. Obviamente no en todos los vuelos. “Filtrar a todos es imposible e inútil”, asegura López-Gatell.

No más abrazos

Pero la angustia colectiva y el bombardeo informativo no ayudan a tranquilizar a la gente y las masas acaban por torcer el brazo a los gobiernos. Ha ocurrido hoy mismo. El presidente del Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, ha anunciado que este fin de semana en Oaxaca no habrá un encuentro multitudinario con los paisanos, como acostumbra, sino algo más moderado en una comunidad indígena, Guelatao de Juárez. Tampoco será masiva la celebración del presidente de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938, con “un acto en la torre Pemex con poca participación”.

La actuación del presidente en los últimos días había generado mucha polémica, porque mientras su Gobierno pedía la famosa sana distancia, que las personas mantengan algo más de un metro de separación en sus relaciones cotidianas, en el trabajo e incluso en la casa, López Obrador se abrazaba sin parar con sus seguidores los fines de semana, en comunidades muy vulnerables, donde mantener las condiciones profilácticas que recomienda la OMS es casi imposible. Familias enteras duermen en la misma recámara en muchas comunidades indígenas.

“Ya habrá tiempo para visitar otros pueblos, pero mejor no dar pie a cuestionamientos como que el presidente no da ejemplo, o no se cuida, que son los que utilizan los adversarios. Que no tengan ningún motivo para atacarnos”, ha dicho, llevando el asunto a la arena política.

El subsecretario de Salud, sin embargo, ha querido hoy marcar un espacio entre la política y la ciencia, asediado en las últimas horas por el ejemplo que estaba dando el presidente a su ciudadanía más que por cuestiones técnicas de la epidemia. “Llevar esto a la esfera política no es benéfico. Parece que el mundo entero ha entrado en fase de desconcierto y se están tomando decisiones que guardan poca relación con la reflexión de la comunidad científica y técnica. Parecen haber sucumbido a la dinámica sociopolítica”, ha dicho. En los últimos días, países de todo el mundo están tomando medidas de emergencia y en algunos casos hay lugar para el rifirrafe político, como el ocurrido ayer entre México y El Salvador por un avión que quería aterrizar en este último país donde se presuponía erróneamente que había ciudadanos infectados.

El Gobierno mexicano está convencido de que en su territorio aún hay tiempo para las intervenciones preventivas y asistenciales. A la espera de que los contagios se vuelvan locales o se diseminen sin control en la fase más dura de la crisis, se opta por no interferir drásticamente la movilidad de los ciudadanos nacionales y extranjeros. La epidemia será larga.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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