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Árboles que tienen magia

Las visitas guiadas infantiles al 'Bosque pintado' alientan la fantasia de los niños - El recorrido se convierte en un juego en la naturaleza

Un camino de casi tres kilómetros, bordeado de pinos y eucaliptos, separa el centro de información de Santimamiñe, en Kortezubi, del Bosque pintado del valle de Oma, las figuras sobre la corteza de los árboles que el artista Agustín Ibarrola (Basauri, 1930) pintó entre 1982 y 2000. La monitora Maider Bilbao, licenciada en Bellas Artes e interesada en utilizar en su propia obra elementos de la naturaleza, lo recorre dos veces al día cada fin de semana de verano para encontrarse con los grupos que se forman para las visitas guiadas.

Las familias son bienvenidas. Más aún, los niños, menos de un tercio del total de visitantes, se convierten en el centro de atención de la visita. "Tratamos de encandilar a los niños, involucrarles en el recorrido y hacerles participar", explica Bilbao. El truco para que los niños permanezcan atentos a lo largo de las casi dos horas de vista al Bosque pintado es convertir el recorrido en un juego. "Hay que animarles para que dejen volar su imaginación".

La recompensa es que la visita con niños resulta más divertida. La guía ofrece menos información sobre las referencias estilísticas que inspiraron a Ibarrola, por ejemplo, y más estímulo a la fantasía. "Es un recorrido a paso más lento, pero más animado", dice Bilbao. "A todo el mundo le gusta ver como un niño va descubriendo las cosas".

Los más pequeños se convierten en sus ayudantes, dispuestos a buscar el mejor punto para descubrir las figuras pintadas sobre la corteza de los árboles. Donde Ibarrola pintó un gran ojo algunos adultos dicen que los trazos blancos representan a Dios. Los niños mayores, en cambio, relacionan la figura con su mundo y descubren el símbolo del Gran hermano.

"Los niños son los visitantes que mejor entienden el arte en el bosque de Oma", confiesa la guía. "Son los que saben disfrutan con los sentidos, miran y tocan". Una de las composiciones, titulada Homenaje al Greco, cubre las cortezas con trazos horizontales blancos, azules y amarillos. "No tienen ni idea de quien fue El Greco. Dicen que las rayas forman escaleras que suben al cielo o ven peces de colores".

La guía cuenta con la ayuda de una ficha para el público infantil, diez pasos para "descubrir los secretos del bosque de las figuras misteriosas". Al final del recorrido, cansados ya de subir y bajar entre las 47 figuras que componen el Bosque pintado, los niños reciben una cajita con pinturas de colores y un sacapuntas.

Pero aún más que el regalito les gusta la última propuesta de la ficha: la tarea consiste en inventar un nombre para las pinturas de Ibarrola sobre los pinos. Casi todos hablan de magia. Les gusta rebautizar el lugar que acaban de conocer como el Bosque mágico, las Figuras mágicas o el Bosque de los mil colores.

Visitantes catalanes durante un recorrido por el Bosque pintado en el Valle de Oma, en Gernika.
Visitantes catalanes durante un recorrido por el Bosque pintado en el Valle de Oma, en Gernika.JESÚS URIARTE

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