Cómo saber si es el momento de dejar de buscar trabajo y empezar a opositar
Hablamos con personas que cambiaron el sector privado por el público tras temporadas de desempleo o encadenando contratos precarios.
Hace un año Víctor Moratinos, de 38 años, recibió un email del portal de empleo InfoJobs en el que le informaban de que no lo habían cogido para una oferta a la que se había apuntado en 2016. En un tuit comentaba que al principio se lo había tomado a risa, pero que después había recordado lo mal que lo había pasado esa época buscando trabajo. Ese extraño correo lo leyó en una situación muy distinta: desde su plaza de funcionario. “Cuando me llegó esa notificación de InfoJobs me dije ‘Madre mía, esto parece de una vida anterior”, recuerda ahora por teléfono. En aquel momento venía de hacer un máster en finanzas, con la esperanza de encontrar mejor trabajo y con mayor facilidad, pero descubrió que no era así. “Si tienes más de 30, ya ni pasas el primer filtro”, asegura. Al final sí consiguió un empleo, pero muy precario. Como ya tenía pensado dejarlo, tomó la decisión de opositar. Volvió a casa de sus padres, se encerró a estudiar, y dos años después consiguió sacárselas. “La verdad es que ahora estoy muy contento”, cuenta.
Como él, muchas personas cuya primera opción no fue nunca opositar acaban haciéndolo tras mucho tiempo en paro o encadenando contrato precario tras contrato precario. Como técnico de auditoría y contabilidad, Moratinos cobra más o menos lo mismo que si hubiera seguido en el sector privado, pero “a las tres te vas a casa”. En empresas, con ese mismo sueldo “estás a las 10 de la noche comiendo delante del ordenador una pizza y acabando un informe para no sé quién. La calidad de vida es distinta”, relata.
Esa misma calidad de vida es la que buscaba Jorge Fernández, de 41 años, cuando empezó a opositar para Correos. Después de trabajar varios años en el sector del teatro y más tarde, tras sacarse un FP Superior de Cocina, veía que necesitaba más estabilidad. “Cuando empecé a estudiar las oposiciones salía de un sitio en el que no había tenido una experiencia muy buena”, recuerda. Tenía a un amigo que había opositado para Correos y vio que era una buena opción. Este año ha entrado por primera vez en las bolsas de empleo y descubierto que, además, el trabajo le encanta, aunque lo que más valora son las condiciones. “En el trabajo que tengo de hostelería ahora [trabaja aún ahí los fines de semana] se están empezando a notar unas condiciones bastante buenas, pero incluye fin de semana, estar hasta la una de la noche… Todo lo que conlleva la hostelería, aunque no te exploten. El tiempo es más importante que el dinero y cada vez tenemos menos. En mi caso, es un cambio para poder tener más tiempo para mí y organizarlo de una manera muy diferente”, asegura.
Para Karina, que ahora tiene 45 años, su paso por el sector privado fue también el detonante. Ella había estudiado Filología Hispánica y las oposiciones habían sido siempre una opción, pero como le salió un trabajo como redactora al acabar la carrera, dejó la idea de opositar de lado. “Pero el ambiente laboral fue empeorando cada vez más y a los dos años me despidieron. Salí tan escaldada de la privada que decidí ponerme en serio con las oposiciones a biblioteca y ya no intenté encontrar otro trabajo”, cuenta.
Estabilidad y condiciones
Las palabras clave que repiten los entrevistados al explicar por qué salieron del sector privado son dos: estabilidad y condiciones. “A mí ni siquiera es lo de tener un trabajo para toda la vida lo que más me atrae, sino el hecho de tener unas condiciones laborales que me permitan conciliar”, explica Jorge González. A él la cocina le gusta, pero sabe que ni como asalariado ni como propietario de un negocio podría tener esas condiciones a las que aspira.
“Buscar trabajo que te llene se sustituye por opositar”, señala Ana Lisbona, directora del Centro de Orientación y Empleo (COIE) de la UNED. “A veces tenemos un propósito en la vida y tiene que ver con ese trabajo, y a veces queremos simplemente un trabajo seguro, sin propósito o sin sentido, pero que nos permita tener ese propósito fuera de él”, explica como una de las razones por las que mucha gente se plantea las oposiciones tras haber probado el sector privado. Eso sumado a la incertidumbre creada por la pandemia —aunque aclara que aún no tienen datos al respecto— y a un contexto que no anima a emprender convierte la posibilidad de lograr una plaza como funcionario en algo muy atractivo para mucha gente.
Hay también algo generacional que es necesario tener en cuenta, explica Enrique José Varela, decano comisario de la Facultade de Dirección e Xestión Pública de la Universidade de Vigo. “Los millennials, que ahora tienen entre 30 y 40 años, ya han comprobado cómo las promesas del neocapitalismo, de la cultura del esfuerzo, de la meritocracia, y del ascensor social, sin ser del todo ciertas, son solo una parte de la ecuación vida-trabajo. De ahí que muchos de ellos estén pensando en cambiar de empleo, aun ganando menos salario, o, incluso, en cambiar de sector y pasar del privado al público. Este último les ofrece una estabilidad y condiciones laborales que el sector privado no ha sido capaz de ofrecer”, señala. Para los más jóvenes, la Generación Z, que han crecido en el contexto de la crisis financiera y acaban de vivir la pandémica, esa búsqueda de buenas condiciones ya está desde el comienzo. “Piensan con lógicas individuales y de conciliación vida-trabajo y no al revés”, indica.
Todo esto va en la línea de lo que el último informe de Opositatest sobre cómo eran los opositores en 2021: el objetivo del 80% de las personas encuestadas era la estabilidad laboral, que pesa más que el sueldo. Y la mayoría, un 67%, contaban con más de cinco años de experiencia laboral.
¿Opositar o seguir buscando trabajo?
Lanzarse a preparar unas oposiciones cuando ya se ha iniciado la etapa laboral no es una decisión que se deba tomar a la ligera. A las personas que están buscando trabajo y quieren opositar, la doctora en Ciencias de la Educación y experta en Gestión de Calidad Educativa y en Orientación Profesional-Laboral-Emprendimiento en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) Isabel Fernández Solo de Zaldívar recomienda en primer lugar, siempre que sea posible, dejar la búsqueda. “Buscar trabajo es un trabajo en sí y prepararse las oposiciones también”, asegura. Hacer las dos cosas a la vez puede ser complicado, aunque no todo el mundo puede dedicarse a opositar en exclusiva.
Además, recuerda que es un proceso en el que no debe estar implicada únicamente la persona que oposita, especialmente si tiene cargas familiares. “Si decidimos quedarnos en casa y prepararnos unas oposiciones y tenemos hijos, seguramente nos acabemos encargando de más cosas. Como ya estás ahí, pues te encargas más de la casa, de los hijos, y al final ese tiempo que tú habías planificado no lo utilizas para lo que lo tenías que utilizar. Hay que ser consciente de que es cuestión de muchas horas y mucho tiempo”, subraya.
Enrique José Varela, de la UVigo, coincide y recalca que es algo que hay que tener en cuenta también a la hora de escoger a qué opositar. “El tiempo de conciliación, estudio y/o compatibilidad con un trabajo, así como el dinero que cubra los gastos de la formación, son claves para tomar la decisión de participar en qué tipo de oposición, puesto y nivel territorial de gobierno-administración”, asegura.
También es recomendable no solo buscar ayuda fuera, en forma de academias o preparadores, sino saber a qué trabajo estás optando y valorar si de verdad es lo que quieres. En este sentido, Jorge González tiene claro que para él una de las claves para tomar la decisión fue que conocía la ruta. Sabía dónde prepararse de forma asequible —en su caso, a través de Comisiones Obreras— y conocía a gente que ya le había dado referencias. Además, era consciente de sus limitaciones de tiempo y sabía que el primer paso era entrar en las bolsas de empleo, porque la experiencia es imprescindible para lograr la plaza. “Es una oposición sencilla. Es tediosa, como todas, pero no es excesivamente complicado”, asegura.
Por último, Ana Lisbona, directora del COIE de la UNED, recuerda que hay muchos puestos que se quedan sin cubrir. “Han contactado con nosotros administraciones públicas porque no encuentran el talento que buscan. Buscan perfiles universitarios para puestos altos, pero estos no quieren esa oposición que te lleva varios años de dedicación y se están presentando a puestos más bajos. Hay determinados puestos que no llegan a cubrirse como necesitarían. Hay oposiciones en las que hay una barbaridad de candidatos por plaza y otras que se quedan vacantes”, alerta, por lo que recomienda no descartar directamente esos puestos más altos. “El estudio es más difícil, pero luego hay más probabilidades de entrar que en oposiciones con mucha más competencia”, concluye.
Todos estos factores deben entrar en la decisión, en definitiva, para asegurarse de que opositar no solo es la decisión adecuada, sino también de que es una opción. “Siempre hay que valorar la relación esfuerzo-rendimiento, es decir, qué puedo invertir en tiempo y dinero, y qué puedo conseguir (o no) al cabo del proceso de preparación y presentación a la oferta de empleo público, proceso que puede llevar varios años desde el inicio de su convocatoria hasta su resolución final”, resume Enrique José Varela.
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