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Y entonces surgió la ‘removida’ madrileña

Hablamos con los protagonistas de lo que ya se ha bautizado cómo ‘Removida madrileña’ sobre sus inquietudes artísticas y vitales y sobre la necesidad de evitar las etiquetas.

En Madrid, un nuevo grupo de jóvenes está agitando los cimientos estéticos, artísticos y sociales. Autenticidad, identidad, creatividad (e Instragram) son sus credenciales.

Alejandro Palomo (Posadas, Córdoba. 24 años). @palomospain

“Mis padres siempre me han apoyado al cien por cien, desde pequeño me han puesto las cosas fáciles. Sé que a mi madre le hubiera gustado que hubiera estudiado derecho o algo que no hubiera sido tan incierto, pero sé que ahora se le cae la baba. De mi padre he aprendido a ser emprendedor, lo he mamado en casa. Hay que arriesgarse y emprender. Hay que disfrutar del trabajo que se desempeña para no vivir amargado”. Lo cuenta el diseñador español del momento, Alejandro Palomo, padre y madre de la firma Palomo Spain que, con tan solo un año de vida, ha removido los cimientos fashion madrileños (y también neoyorquinos) con sus prendas de alta costura para hombres. Tanto que le ha merecido una nominación a los LVMH Prize. “Aunque lo hice con muchas ganas no imaginaba que el show de Nueva York iba a tener tanta repercusión. Fue muy grande. Se me ocurrió desfilar allí porque el año anterior, estando con un amigo en la puerta del Carlyle, las señoras de alta alcurnia que salían, al ver nuestro look nos decían: “Esta ciudad necesita gente como vosotros”. Y pensé que quizá era verdad, que esas personas necesitaban ver mi acercamiento a la moda”, cuenta divertido. Tiene otra anécdota importante que contar, Pedro Almodóvar apareció en su desfile madrileño casi por sorpresa: “Días antes me habían llamado para decirme que iba a venir Isabel Preysler. Pero yo estas cosas hasta que no las veo, no las creo. Que estuviera allí Almodóvar ha sido un sueño cumplido. Y más haber recibido un mensaje para decirme que me quiere conocer personalmente. Me encantaría colaborar con él, estoy enamorado de su trabajo”, confiesa. Esta pasada Navidad, sin ir más lejos, ha visto por enésima vez su filmografía.

Lo mejor de la aventura que vive, no obstante, son los amigos que ha ido encontrándose por el camino, muchos de ellos “fichados” a través de Instagram: “Veo a gente que claramente está por descubrir, son diamantes en bruto. Y los contacto. Es un ejercicio que hago habitualmente. Y también hay mucha gente que me escribe a mí. En este año he hecho amistades increíbles, he encontrado a personas con la que he conectado de inmediato, he sentido cercanía. Compañeros con los que puedes sentirte tranquilo en pijama. Porque en el fondo nosotros somos un grupo de niños normales, a los que nos gusta estar por casa en chándal. Eso es lo que de verdad nos une”, revela. Entre sus nuevos colegas están los modelos Hari Nef y Marc Sebastian: “Compartimos muchos valores. Es muy fuerte que gente tan dispar, de lugares tan lejanos en el mundo, seamos tan parecidos. ¡Quién me iba a decir a mí que nos íbamos a conocer y formar parte de un mismo colectivo! Hari me ha estado apoyando desde que me vio por primera vez”, relata.

Alejandro vive entre el éxito y el pueblo: “Estoy deseando volver a Posadas y tomarme una cerveza, trabajar allí con tranquilidad. Por fortuna, soy una persona muy serena y nada de esto se me sube a la cabeza. Solo sé que estoy muy orgulloso de mi trabajo, sé que lo que hago es bueno y que llega a un colectivo que se emociona y me agradece lo que estoy haciendo. Este es el reconocimiento que me hace ilusión tener. Y mejor conservar la autenticidad si no me quiero ir al carajo», explica.

Emilio Laguna (Ciudad Real, 26 años). @emiliolaguna

Curro Verdugo (Sevilla, 21 años). @curroverdugo

Tanto Emilio como Curro salieron de sus lugares de origen para ver mundo. Londres fue el destino escogido. El primero, tras trabajar en un restaurante japonés, entró en el departamento de alta costura vintage de Liberty: “Una de las clientas que tenía en la tienda de Uterqüe en Burgos, en la que yo era dependiente, se trasladó a la capital londinense y me llamó porque se había enterado de que buscaban gente en los grandes almacenes. Alejandro Palomo y yo, que entonces éramos pareja, fuimos juntos y nos fascinó. Piezas de alta costura, vestidos de los años 20… veíamos en directo todas las modificaciones que hacían a las prendas. Maravilloso. De allí me fui a Sonia Rykiel, me especialicé más en visual merchandising y ventas”. Curro tenía 18 años cuando llegó a la ciudad del Támesis: “Odiaba Sevilla, tenía algunos amigos, pero no muy afines a mí. Me fui sin tener nada, a la aventura. Pero tras un año me pareció una experiencia agobiante y decidí volver, esta vez a Madrid”. Una sensación parecida a la de Emilio tras cinco años frenéticos; él regresó a Ciudad Real, donde actualmente organiza eventos y es comisario en La Fábrica, un espacio para emprendedores, asociaciones y artistas. Hoy, la obra de Alexander Calder es la que guía su visión estética de la vida: “Es simbolista, juega con formas, colores y tamaños. Yo también me muevo mucho en esas temáticas”, cuenta. Curro, por su parte, trabaja como retocador fotográfico (aprendió a base de tutoriales en YouTube) y es uno de los modelos más demandados en la escena alternativa (Palomo Spain, Nouman, Juanjo Oliva, Wellness, 44Studio). Multidisciplinar, como casi todos los integrantes de esta nueva generación creativa: “Tenemos ganas de hacer cosas todo el tiempo. Estamos en continuo movimiento y por eso nos ayudamos entre nosotros y hacemos proyectos juntos. Eso es lo que realmente nos define. Y la espontaneidad. No nos planteamos qué va a pasar en el futuro ni en las consecuencias. Yo creo que si lo piensas, al final te lo cargas”, apunta Verdugo. “Ahora somos visibles, estamos en todas partes. Por eso, la gente quiere analizar este fenómeno, quizá porque no estaban preparados para que esto pasara. Si opinan realmente que somos una nueva movida, pues que lo aprovechen, que se suban al carro y se lo pasen bien. Que lo aprecien y dejen aflorar su naturalidad. Porque ese es el problema de este país, que hay muy poca naturalidad”, añade Laguna. “Pero, cuidado –puntualiza Curro–. Uno no es más moderno por ser hombre y ponerse falda. Puedes hacer eso y convertirte perfectamente en una mamarracha. Hay que tener algo más. Esto es mucho más. Para empezar, para mí no existe la ropa de hombre ni de mujer: yo me pongo lo que me apetece y punto”.

Emilio Laguna y Curro Verdugo llevan looks de PRADA y choker de ELISABETTA FRANCHI.
Emilio Laguna y Curro Verdugo llevan looks de PRADA y choker de ELISABETTA FRANCHI.Kito Muñoz

Marcos Soria (Madrid, 23 años). @marcossoriab

Hace dos años, este estudiante de Turismo y camarero ocasional fue descubierto mientras servía en un catering. El fotógrafo Filip Custic y la productora y estilista, Soraya Yasmin, dos de los integrantes de la llamada Removida, pusieron sus ojos en él y le animaron a hacer su primera sesión de fotos. Y ahí se abrió un capítulo que ha revolucionado su vida: “Nunca había salido de mi barrio, de mis amigos, de mi ambiente. Incluso el mundo de la moda no me atraía. Me iba de compras con mi madre y ella lo elegía casi todo. Descubrí un universo diferente, empecé a apreciar una buena imagen o un Balenciaga. Mi armario ha dado un vuelco y me encantaría tener una camisa de Chromosome (ríe)”. Él concibe este cambio como algo natural y necesario: “Sigue habiendo gente de confianza que me pregunta que por qué me visto como una chica, y hay entornos en los que me muevo, en los que hay gente de mi edad que se sorprenden aún al verme. O me confunden con una mujer. Pero a mí me parece anecdótico. A veces me miro al espejo y sé que puedo dar lugar a confusión. Lo veo normal, hasta me parece gracioso”, confiesa. Este madrileño tiene claro que este movimiento ha llegado para quedarse: “Me encantaría que el planeta diera un giro de 180 grados y que fuéramos flipando todos por las calles. Pero eso no creo que vaya a ocurrir. Ahora bien, ya hay mucha gente metida en esta onda de libertad: firmas de moda, galerías de arte, diseñadores de producto… las nuevas generaciones vienen fuertes y el momento es propicio, porque las redes sociales ayudan a esta expansión y la línea general es de apertura por mucho Trump que haya. Además, Madrid estaba estancado: ya era hora de que se desatara un punto de locura”.

Victoria y Virginia Martín (Torrelodones, Madrid. 17 años). @leonidasmartinn

Marcos del Río (Torrelodones, Madrid. 22 años). @marcos.del.rio

Han crecido en el mismo pueblo madrileño, Torrelodones, pero hasta hace cuatro años solo se conocían de vista. “Ahora estudiamos en el conservatorio de danza contemporánea de Madrid y hemos congeniado porque tenemos en común un gusto similar por la estética”, comenta Marcos. Este se resume en un orgullo por lo autóctono, que se traduce en imágenes campestres de tintes pictóricos. No por casualidad entre sus referentes se encuentran Antonio López o Hermenegildo Anglada Camarasa. “Sentimos amor hacia todo lo que rodea a la cultura española. Reivindicamos el lugar en el que vivimos. Visualmente nos parece brutal. Lo aceptamos y lo disfrutamos. Nosotros no hemos nacido con cargas históricas como otras generaciones”, afirma Virginia. Las fotografías que toman, obviamente, van a parar a sus cuentas de Instagram: “Las redes sociales nos permiten ser dueños de nuestro propio perfil y, por tanto, mostrarnos como queramos. Eso te ofrece la posibilidad de dar relevancia a tu trabajo por ti mismo, sin depender de otros”, añade.

Las gemelas, de 17 años, no estudiaron en colegios; se educaron en casa con su familia: “Desde pequeñas nos han introducido en muchos ámbitos artísticos (pintura, dibujo, danza, moda, cerámica…). Mi madre siempre nos ha dado mucha libertad para enfatizar la parte creativa. Y eso nos ha hecho ahondar en la historia de todas esas disciplinas, recibir una cultura estética que hace que veas las cosas con un ojo diferente”, cuenta Victoria. “En mi caso, siempre he sido una persona visualmente muy activa. Me ha gustado fijarme en los gestos y en las formas. Y he sacado muchos referentes del cine y del arte”, explica Marcos. Y entre los tres recomiendan detenerse en la obra de Martha Graham, Peeping Tom y de la compañía Última Vez, fundada por Wim Vandekeybus.

Aunque son conscientes de que todos los jóvenes de su edad no ven la vida como ellos, sí creen que son parte de una generación más dispuesta a aplaudir la diferencia. “Es cierto que aún tengo que preocuparme por salir vestido de cierta manera a la calle, pero en general, pienso que somos más libres y que el fenómeno de esta libertad de expresión (ya sea sexual o estética o como quiera expresarse) es imparable”, dice Marcos. “Las personas comienzan a aceptar su cuerpo y también su personalidad. Y gracias a las redes sociales puedes darte a conocer, seas quien seas, pienses lo que pienses. Es decir, que aunque puedas ver a ese individuo como alguien ajeno, vas a tener que coexistir con él”, concluye Victoria.

Ellas, pendientes de DOLCE & GABBANA y vestidos de CORTANA. Marcos, chaqueta de GIVENCHY, top de tul de CORTANA y cinta de pelo de SWAROVSKI.
Ellas, pendientes de DOLCE & GABBANA y vestidos de CORTANA. Marcos, chaqueta de GIVENCHY, top de tul de CORTANA y cinta de pelo de SWAROVSKI.Kito Muñoz.

Soraya Yasmin (Molina de Segura, Murcia. 22 años). @callmer0sales

Sor Yasmin, Soraya La Mora, Aaliyah Rosales o Soraya Yasmin. Puedes llamarla con cualquiera de estos nombres –que ella misma se pone según su evolución personal– y te responderá. Esta integrante del equipo de producción de Palomo Spain –también estilista, modelo, videoartista y diseñadora de su propia colección de moda a base de trapos de cocina, cortinas y sábanas–, tiene, a sus 22 años, una trayectoria de novela forjada a golpe de Instagram. Nació en Molina de Segura, en Murcia, pero de ahí su familia se trasladó a Aguadulce, Almería. Los problemas, no obstante, aparecieron cuando se mudaron a El Ejido: “Me amargué muchísimo porque me sentía juzgada y más sabiendo la gente que yo era de descendencia marroquí. Dejé mis estudios en el instituto y me fui a Madrid con 17 años. Tenía que hacerlo. Me movía la inquietud de poder llegar a ser entendida, de poder hacer lo que me diera la gana respecto a mi imagen y mi forma de pensar. Reconozco que desde los 14 años me he sentido la rara allí donde estaba. Pero me refugié en Internet, donde encontraba mis grupos musicales favoritos, la estética que me representaba… yo sabía que no estaba loca, solo tenía que encontrar mi lugar”, cuenta a S Moda. Se refugió trabajando en una tienda de ropa que compaginaba con el bachillerato nocturno, aunque la vida le tenía preparado algo mejor. “Un día recibí una llamada de la oficina de Sybilla. Querían que participara en un fitting. La verdad es que yo no sabía ni lo que era un fitting. Al parecer ella me había visto por Instagram y quería conocerme. Y allí me fui, a hacer una especie de desfilito para un montón de clientes japoneses de la marca. Después, Sybilla se acercó a mí y se presentó. A la mañana siguiente fui otra vez y estuve probándome ropa durante 12 horas. Y, de repente, me pidió que me fuera con ella a París. Lo vi como una gran oportunidad, así que allí me planté. Justo era su come back. Fue muy emocionante. Con 19 años recién cumplidos tenía a mi alrededor a Hamish Bowles, Suzy Menkes, Olivier Saillard, Tilda Swinton… Cuando acabó aquello volví a casa muy triste porque había dejado el trabajo en la tienda para vivir esa experiencia. No tenía nada. Pero Sybilla volvió a llamarme: esta vez para contratarme como asistente. Y hemos estado juntas dos años y medio. Ha sido una experiencia muy enriquecedora”.

Alejandro Palomo se puso en contacto con Soraya por primera vez para proponerle ser modelo en su primer desfile. Una mujer entre hombres. También la fichó a través de Instagram. Le dio mucha pena, pero tuvo que rechazar la invitación ya que se encontraba en París. Se conocieron personalmente en la sesión de fotos que el diseñador hizo para S Moda; él la escogió como una de sus musas femeninas. “Nos enamoramos perdidamente”. Luego coincidieron en un evento en Madrid, pero el gran reencuentro fue en la capital francesa: “Fui a ver el showroom que Palomo Spain y Chromosome Residence habían montado para presentar sus colecciones al mundo de la moda parisino. En ese piso viví la escena más almodovariana de mi vida. Mientras gente como Hari Nef o Marc Sebastian se probaban la ropa, comíamos cecina, jamón y queso del pueblo en la cocina. Alejandro y yo tuvimos una conexión intensa. A mi vuelta de París con Sybilla, decidí despedirme de ella porque quería irme a África a desconectar e indagar en mi yo interior, pero justo antes de marcharme de España Alejandro Palomo y Pedro Aguilar de Dios volvieron a cruzarse en mi camino ofreciéndome crear junto a ellos y su equipo el “universo Palomo”. Y casi sin darnos cuenta llevamos 5 meses juntos montando los shows en NY, Madrid, Andalucía o donde nos propongan”.

En un futuro próximo le gustaría montar una agencia de talentos: “Me siento orgullosa de la gente que me rodea ahora, quiero mucho a todos mis amigos, son mi familia elegida. Nos valoramos y respetamos y es gente muy creativa dentro del mundo del arte y de la imagen”. ¿Su sueño? “Hacer un Gran Hermano con todos nosotros. Un mes y medio de creatividad mostrando lo que hacemos, a cualquier hora del día. Un Instagram en directo”, revela.

Entre sus referentes estéticos, Donna Huanca, Cindy Sherman o Alex Delacroix. “Yo no me considero ni hombre ni mujer. Podría ser perfectamente un maricón que ha nacido con vagina. La palabra gay se quedará obsoleta. Nos enamoramos de las personas. Y la palabra género es vieja, como hablar de tendencias sexuales. ¿A quién le importa?”, reflexiona en alto. Porque como ella afirma, “nuestra generación no considera la lucha para conseguir nada. Todo se hace por instinto y por amor”.

Pol Roig (Barcelona, 17 años). @pol.roig

Acaba de cumplir los 17 años y Pol Roig ya irradia un aura especial a su alrededor de la que es imposible escapar. Atrapan sus gestos, sus palabras y hasta su forma de andar. Vive en Barcelona pero viaja a menudo a Madrid por la conexión que le une a Palomo Spain y, en concreto, al diseñador de la marca: es su actual pareja. Ha desfilado tres veces para la firma pero él, en realidad, quiere crear la suya propia. Para ello, de momento, está estudiando el bachillerato artístico y ampliando sus conocimientos en los años 60, década que le fascina y de la que se empapa a través de YouTube y gracias a la información que sus padres, artistas, le van proporcionando.

Tiene claro lo que le gusta: “Adoro a Jim Morrison, es mi ídolo, y me fascinan Galliano, Margiela o Coco Chanel”. Y también lo que no: “A mí la virilidad me da asco. Yo soy queer. Leí las teorías de Judith Butler y estoy muy de acuerdo con ellas. Rechazo las etiquetas y los prejuicios. Son una autodefensa para sobrevivir, pero eso se está acabando porque ya no es necesario. El mundo es tan diverso y tan fluido que los esquemas tradicionales se disuelven. Ante una estructura conservadora es normal que haya una respuesta como esta de gente única y auténtica. Y a quien no le guste, que no mire”.

Lorena Prain (Madrid, 28 años). @lorenaprain

Claudia Mate (Madrid, 31 años). @claudiamate

“Esta pequeña revolución artística que vivimos se debe al activismo de sus protagonistas. Es sorprendente su interés por estar en todas partes, se lo trabajan mucho. Con 20 años son capaces de llegar muy lejos, ¡imagínate cuando tengan 40!”, comenta la artista digital Claudia Mate, que actualmente explora el tema de los videojuegos y la realidad virtual y trabaja por encargo para varias firmas de moda. “Pero, sin duda, su visibilidad se debe a las redes sociales, que las estamos explotando para sabernos vender. Antes, para dedicarte a cualquier campo artístico, tenías que ser rico o tener un currículum increíble. Ahora basta con tener personalidad y un buen Instagram”, añade Lorena Prain, que se inició en la ilustración y ahora es escultora y pintora. Ambas acaban de exponer su obra en la muestra Pink, comisariada por el editor Luis Venegas en Colette. Ellas y Nan Goldin han sido las únicas mujeres escogidas para retratar la evolución de este ya controvertido color. “Las nuevas tecnologías son fundamentales en esta época. Yo intento introducirme en todas para crear arte en ellas y no aburrirme. Cambio de medio, pero estéticamente siempre he seguido la misma línea. Es cierto que ahora tenemos más información que nunca pero, seguramente por ello, vivo bastante fuera el mundo. A menudo no me entero de las nuevas noticias y, en parte, lo agradezco, porque hay demasiados factores que nos acechan por todos los lados. El estar fuera de eso me permite crear algo que viene de mí. De hecho, la mayoría de mis referentes estéticos provienen de mi infancia, de dibujos y películas que mi padre me ponía de pequeña. Considero mi trabajo bastante atemporal aunque la gente piense que está de moda. Pero es una casualidad que lo esté”, puntualiza Mate. “Me pasa algo parecido. Paso bastante de las tendencias. Me atrae mucho más lo marginal”, cuenta Prain, que acaba de irse a vivir a París donde, asegura, se percibe más interés por el arte que en España: “Aún tenemos mucho complejo de inferioridad, es difícil ser rentable”.

Y es que lo que más les preocupa de La Removida es precisamente eso, la rentabilidad. “Es cierto que nosotros aportamos aire nuevo, una oportunidad para introducir otras cosas, otras estéticas. Pero de momento hay mucha difusión y poca subvención, apoyo institucional o feedback económico. Por eso creo que de todos, solo sobrevivirán los mejores”, concluye Claudia.

Rafa Bodgar (Madrid). @chromosomeresidence

Esperanza Berrocal (Madrid, 26 años). @ebdchr

Rafa afiló su gusto estético trabajando como modelo internacional. En esa etapa desfiló para casi todas las firmas, pero detenía la mirada solo en aquellos que de verdad le interesaban, como Raf Simons o Jil Sanders. Esperanza creció viendo a su abuela hacer punto en su tienda de labores. Y eso le llevó a estudiar diseño de moda. Hace dos años lanzaron Chromosome Residence, una marca “que intenta hacer algo que no se haya hecho antes o, por lo menos, hacer algo muy diferente, que no te remita a otros referentes”, cuenta Rafa. “Cuando una persona mayor abre su armario y se viste no piensa en las tendencias. Se pone la prenda y sale a la calle seguro de sí mismo, sin que en su mente interfieran corrientes estéticas. Esa es la esencia de nuestra firma: artículos atemporales que se pueden vender a través de nuestra web durante mucho tiempo. No sé si la gente es consciente de ello aún, pero dentro de cinco años podrán percatarse de esa permanencia. Nosotros no nos regimos por modas”. En la comercialización de su marca, Internet juega un papel primordial: “Vendemos mucho a través de las redes. Gracias a ellas estamos en cualquier parte. Ya no nos preocupa tanto lo local. Por ejemplo, antes la moda en España se centraba en las actrices españolas, ahora no sabemos ni quiénes son”, comenta Esperanza. Eso no significa que no estén preocupados por el futuro: “Sin el apoyo institucional cuesta llegar a la calidad perfecta de venta. Sin talleres y sin dinero no podremos avanzar. Nuestro país tendría que invertir más en moda hecha por diseñadores jóvenes, porque en caso contrario deberemos salir fuera de nuevo. Pero el gran problema es que nunca ha habido un apoyo gubernamental real y, cuando lo ha habido, ha sido a los de siempre”, denuncia Bodgar. Aún así, creen que Palomo Spain está abriendo un nuevo camino: “Alejandro ha permitido pensar que puede suceder algo diferente. Su marca es el movimiento antibulling de la homofobia. Está haciendo que la gente reaccione. Y ha desfilado en Nueva York revolucionando la ciudad. ¿Por qué se le da más apoyo a Pau Gasol cuando sale fuera? ¡Hay más personas comprando moda que viendo baloncesto!,” argumenta.

Esperanza y Rafa llevan total looks de CHROMOSOME RESIDENCE.
Esperanza y Rafa llevan total looks de CHROMOSOME RESIDENCE.Kito Muñoz.

Juan Ortega (Madrid, 22 años). @junortega

Tras vivir nueve años en París se trasladó a España siendo un adolescente: “Fue bastante duro: Madrid me pareció la ciudad más paleta del mundo, los niños seguían pegándose en el patio de la escuela. A partir de ese momento me refugié en Internet, en la cultura, en la música, en el cine, en la literatura… todo aquello me permitió evadirme de la realidad”, cuenta Juan. De ahí sus eclécticas influencias estéticas: “Me inspiran los clubkids de los 90, personajes televisivos como La Veneno, otros como Fabio McNamara y filmes como Arrebato y uno de sus protagonistas, Will More, a quien suelen compararme. También el folclore. De hecho me he reconciliado con mi país, me siento muy español”, afirma. Mientras acaba la carrera de Psicología, sigue explorando su faceta artística. El año que viene se marchará a estudiar a Ámsterdam, en la Rietveld Academie. “Me dedico a indagar en el concepto de identidad mediante escáneres y performance. Yo mismo soy una performance: cuando voy a hacer la compra o a poner gasolina voy así vestido. Ahora acabo de afiliarme a un partido político con unos ideales muy alejados de los míos, simplemente para ver hasta dónde soy una persona libre de escrúpulos, se trata de una performance introspectiva. Me considero un individuo políticamente activo y tengo posiciones en contra del sistema del heteropatriarcado, de la heteronormatividad. Estoy intentando escalar posiciones dentro para ver si puedo llevar una vida paralela”, relata Juan Ortega. La identidad es una constante en su reflexión: “Siento que hay que transmitir el mensaje de que no pasa nada por no ser completamente masculino o femenino. Yo me defino como gender queer y eso significa que no considero que tenga un género superestablecido. La identidad debería ser algo más fluido, un espectro”. Por eso alberga ciertas esperanzas en esta nueva generación, aunque con algunas reservas: “La gente necesita sentirse más libre, expresarse, pero también necesita ansiosamente relevancia social. Es una mezcla extraña entre una creatividad imparable y unas aspiraciones muy altas. Las altas expectativas no son malas de por sí, pero creo que es importante tener los referentes adecuados. Y, por otro lado, está muy bien ser un grupo bien avenido y con buen rollo, pero tenemos que centrarnos y ser realistas para ver cómo podemos rentabilizar nuestra creatividad. Si no aportamos un valor económico a la sociedad caeremos en el olvido. Ese es nuestro verdadero reto. Piensa que dentro de unos años en nuestra sociedad va a haber mucho de todo. Habrá personas que puedan sustituir tu puesto de trabajo en un segundo sin que nadie se dé cuenta. Enfrentarse a esto es complicado porque nadie va a ser indispensable. Y ver qué solución tiene es lo más complicado. Vivimos en un neoliberalismo voraz que no te deja ni respirar. Es difícil pararse a reflexionar, pero debemos hacerlo”.

Patricia Rezai (Madrid, 29 años). @visualsister

Mientras estudiaba Historia del Arte en la Saint Martins de Londres, Patricia veía cómo muchos de sus amigos españoles llegaban a la ciudad en busca de trabajo: “La crisis hizo que muchos creativos tuvieran que emigrar. Y me desilusionaba porque cuando volvía a España veía los mismos dinosaurios haciendo las mismas cosas que hacían diez años atrás”. Pero el mundo ha cambiado: “Ahora ves un fotógrafo con 50.000 seguidores en la red y automáticamente te preguntas por qué llama tanto la atención, quizá tenga algo nuevo que ofrecerte. Ya no le juzgas por su edad. Y eso sí pasaba antes, te venía un profesional joven y se le consideraba inexperto. Eso es porque otras generaciones, con 16 o 19 años eran becarios todavía. Pero ya se está perdiendo el miedo”. Patricia escribe poesía erótica y hace consultoría para marcas de lujo. También locuta para obras de teatro, colabora en fashion films y con prestigiosas plataformas de moda como ShowStudio o Nowness. “Si uno quiere sobrevivir de su vertiente artística tiene que ampliar horizontes. Y eso nuestra generación lo tiene claro, por eso somos tan polivalentes. Fíjate en Chalayan, que es arquitecto y diseñador de moda. O Patti Smith, poeta, fotógrafa, cantante. Galliano, Hedi Slimane… Al final, la fotografía es poesía hecha con luz, y la música, poesía hecha con instrumentos”.

Rezai ve Instagram como un arma de doble filo: “Hay dos formas de utilizarlo: como herramienta visual o como herramienta narcisista. Por un lado, me encanta que haya dado voz a artistas que no se han podido hacer escuchar por otro tipo de medios, más mainstream. Pero, por otro, creo que las personas no deben sostenerse por sus followers. ¿Dónde están los estudios? Ha de haber una raíz más allá de las redes. Imagínate que, de repente, desaparecen. ¿Dónde estás tú? Por eso, este movimiento lo veo como el comienzo de una cuesta arriba. Tenemos que ser agua, montar la ola y dejarnos llevar. Y no perderse uno mismo por el camino”, concluye.

Chaqueta de DOLCE & GABBANA, camisa de SCHIPPER/ARQUES, anillos de DIOR y choker de ELISABETTA FRANCHI.
Chaqueta de DOLCE & GABBANA, camisa de SCHIPPER/ARQUES, anillos de DIOR y choker de ELISABETTA FRANCHI.Kito Muñoz.

Adrián Valle (Santander, 23 años). @adrvll

“Con 16 años me pasaba el día compartiendo imágenes de moda en Tumbrl. Especialmente de chicos con looks brutales. De hecho, creo que salí de Santander para convertirme en un chico Tumbrl. Cuando llegué a Madrid, hace cinco años, apareció Instagram. Es cierto que no utilizo tanto esta red social, pero sí estoy en la plataforma porque en ella se encuentra activa la gente con la que conecto”, comenta Adrián. Este estudiante de Bellas Artes, obsesionado últimamente con la estética de Andy Warhol –“está hasta en Sálvame, él sería feliz viendo el programa” (ríe)–, afirma que este movimiento de jóvenes creativos es mucho más que una moda: “Es casi un estilo de vida. Nuestra generación también ha tenido trabas en el camino, pero nosotros recapacitamos sobre ello e intentamos no cometer los mismos errores. Manipulamos nuestra vida con la estética y con comportamientos y modos como si fuera un juego para poder dar rienda suelta a nuestra creatividad. De alguna manera a mí me parece ridículo que poder expresarse libremente pueda seguir siento algo utópico, algo que llame la atención. Pero está claro que, precisamente por eso, sigue siendo necesario”, afirma Valle. Aunque su objetivo futuro es llegar a ser artista, en la actualidad posa y desfila puntualmente como modelo para Palomo Spain: “Cuando me visto me pongo trapos bonitos. Me da exactamente igual cómo se cataloguen. La diferencia de género en la moda y en la vida tiene que acabar. No es nada moderno hablar de género. Yo soy un hombre y nunca he querido sentirme mujer. ¿Que tengo actitudes femeninas? Probablemente. Pero soy un hombre. La sociedad tiene la necesidad de definirte, pero me da igual lo que la sociedad piense. Ni siquiera es un tema del que hable mucho porque yo vivo y me expreso de forma muy natural”. Para Alejandro Palomo, su amigo, solo tiene palabras positivas: “No sé si decir esto, porque se viene arriba enseguida (ríe). Pero es un tío estupendo y valiente. Seguramente él sea el revolucionario de esta revolución. Tiene una energía especial que nos arrastra a todos”.

* Ésta es solo una parte del reportaje sobre la ‘Removida madrileña’ que hemos publicado en nuestra edición de papel. Para leer la historia completa puedes conseguir gratis, con El País, el número de abril de S Moda este sábado 18 de marzo. También puedes verlo descargándo la aplicación en en Kiosko y más, Apple Store o Google Play.

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