‘Sleepleisure’: cómo Instagram nos quitó el miedo a vestir con ropa de andar por casa
Las redes sociales, que han modificado los límites entre lo público y lo privado, tienen mucho que ver con la tendencia de utilizar pijamas, batas guateadas o camisetas grandes y desgastadas para pisar el asfalto.
Camisetas anchas, pantalones de chándal, vestidos lenceros, calcetines, sudaderas de algodón, cárdigan, babuchas destalonadas, abrigos tipo bata, camisas pijameras, bodies.
La lista anterior lo mismo podría ser un resumen de las prendas de las que toca hacer acopio para pasar este invierno en casa que el inventario definitivo de lo que está de moda esta temporada. Porque después de vestir con básicos anodinos (normcore) o ponerse el chándal sin necesidad de pisar el gimnasio (athleisure) llega el momento de sacar a la calle la ropa de estar por casa sin complejos. Leandra Medine, al frente del blog Man Repeller, ha bautizado la tendencia como Sleepleisure, que no es otra cosa que utilizar pijamas y prendas cómodas en general más allá del dormitorio y el salón. Una nueva ocasión en la que transformar el vestuario utilitario (taparse para dormir) en una declaración de moda surgida al calor de las redes sociales: si todo se comparte, ya nada es íntimo. Ni siquiera el color del pijama con el que nos acostamos.
La fijación de los diseñadores por sacar esta ropa de la intimidad del hogar ya viene de lejos. El boom de los pijamas lujosos que no son para dormir puso en el mapa de la moda a firmas como F.R.S (For Restless Sleeper), The three Graces, Ascenso, Sleepy Jones o Daily Sleeper que, de la noche a la mañana, vistieron a celebrities y reinas del street style con sus dos piezas de seda de vocación pernoctante. También Prada o Alexander Wang subieron a la pasarela sus creaciones inspiradas en la ropa doméstica (¿recuerdan aquella colección del niño bonito de la moda repleta de camisas y calzones de inspiración masculina?). Ahora, sin embargo, la tendencia gana presencia con una vuelta de tuerca: ya no se trata de sofisticar los pijamas, las sudaderas de algodón o los pantalones con goma en la cintura propios de las tardes de lluvia sino de atreverse a llevar este tipo de prendas más allá de los límites del hogar.
Las redes sociales tienen un papel fundamental en este nuevo escenario, en el que esta moda es un reflejo más de la realidad social. Como afirma Medine: «La ropa interior es ahora la ropa exterior porque lo que hacemos dentro [de casa] ya no es privado». Los selfies en el baño o hashtags como #Iwokeuplikethis, que invitan a los usuarios de Instagram a compartir con el mundo su imagen recién levantados, tienen mucho que ver con que el miedo a mostrarse ante los demás de un modo más natural comience a esfumarse. Experiencias que antes forman parte del ámbito íntimo y personal ahora encuentran su escaparate en el entorno digital y se traducen en una estética más relajada en el mundo real. Según The Guardian, también las tardes de mantita y sofá viendo Netflix tienen mucho que ver en que después del atracón seriéfilo de turno exista la posibilidad de mantener el mismo look para bajar a la calle. No en vano Margiela sacó a sus modelos a desfilar con almohadas, antifaces y cojines.
De cara a la próxima primavera-verano Stella McCartney, por ejemplo, combina una camiseta ancha y desteñida con pantalones cortos lenceros y zapatos planos. Un look (en la primera foto del artículo) que ejemplifica muy bien el sleepleisure: la idea es perder el miedo a pasear ropa cómoda por la ciudad, pero tampoco es plan de salir con un par de trapos. La adaptación real de la ocurrencia pasa por elegir prendas despreocupadas, amplias y confeccionadas en tejidos cómodos combinándolas con accesorios más urbanos como bolsos o bisutería, sin renunciar a cierto estilo. Las versiones más sofisticadas, a cargo de firmas como Bottega Veneta o Mansur Gavriel, prefieren la seda y colocan un abrigo abierto encima del pijama a modo de bata.
El fenómeno explica el resurgir del body como prenda que lo mismo se lleva bajo un jersey que se convierte en protagonista de un look de fiesta o la fijación de firmas como Balenciaga por las babuchas planas y destalonadas que bien podrían pasar por pantuflas para salir de la ducha (no obstante Dolce & Gabbana sacó unas zapatillas como las que darían en cualquier –lujosa–habitación de hotel). También el furor por los leggings de ciclista que, sin olvidar sus connotaciones deportivas, no dejan de ser mallas. La proliferación de tejidos guateados, sujetadores colocados por encima de camisas o abrigos que se cierran con el mismo cinturón que llevaría una bata también pueden relacionarse con el fenómeno. Lo anterior, unido al empoderamiento femenino que rechaza la dictadura de los tacones y el wonderbra defendiendo la comodidad sin restricción sirven de perfecto caldo de cultivo para el triunfo del sleepleisure.
Lo mejor para aquellos que quieran probar la tendencia es dejarse caer por las tiendas de ropa interior que, desde hace algunos años, también venden prendas específicas para estar en casa (eso que llaman homewear) e incluso otras pensadas para salir a la calle. Los límites entre estas categorías ni siquiera están bien delimitados en muchas ocasiones, otra prueba más de cómo confluyen los dos conceptos (¿cuántas veces hemos pensado que la parte de arriba de un pijama de Oysho es demasiado bonita para llevarla únicamente cuando nadie más nos ve?). Marcas como Les Girls Les Boys, lanzada por Serena Rees, cofundadora de Agent Provocateur, basan su filosofía en explotar ese concepto: bed to street (de la cama a la calle). Malas noticias para los maniáticos de la limpieza.
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