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“Si piensan que pienso lo que piensan que pienso se equivocan”: por qué Mafalda fue una gran filósofa Lumen acaba de publicar 'La filosofía de Mafalda' con sus reflexiones más vigentes y universales, y en cada una de ellas laten las grandes reflexiones de las mayores mentes. “La filosofía de Mafalda es, en primer lugar, la de amarse los unos a los otros, y si eso no funciona, amarse los otros a los unos”, explica para S Moda Lola Martínez Albornoz, la editora del libro recién publicado La filosofía de Mafalda (Lumen) quien ha seleccionado para este volumen las viñetas de Quino que en su opinión mejor resumen la filosofía de vida de Mafalda.
"Pero la filosofía de Mafalda", prosigue la editora, "es también la de soportar las vicisitudes de la vida —ya sean la sopa o las guerras— con optimismo y una sonrisa, y es la escuela de pensamiento que creó Quino con cada uno de los pequeños filósofos que protagonizan sus tiras: Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad".
Pérez, Melca La intención de Quino, un pesimista nato, según él mismo contó, fue la de crear a un personaje que intentara resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos. “Mafalda le dio la oportunidad de volver a dar a los adultos que lo leen sus ojos de niño con los que ver la realidad tal como es y, tal vez, cambiarla. Le dio la oportunidad de ser optimista”, explica Martínez Albornoz, que ha rastreado en el ingente trabajo del argentino para condensar en cerca de 150 páginas una síntesis del pensamiento de una niña que podría haber hecho suyas las palabras de Aristóteles: "Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está alejado de ella" Pérez, Melca Porque, pese a la autoría masculina, Mafalda es también un icono feminista. "Curiosamente, Mafalda nació en 1963 como tira que serviría de publicidad de unos electrodomésticos, aunque la acción no cuajó, y Quino aprovechó el personaje y lo adaptó para la revista Primera Plana. «Ya que no tenía que elogiar las virtudes de ninguna aspiradora, a Mafalda la hice protestona, cascarrabias. Fue una revancha inmediata». Mafalda, en efecto, no era una heroína femenina como las protagonistas de los cuentos infantiles y tebeos de la época; era, como la llamó Umberto Eco, una contestataria", explica la editora Mafalda es un icono feminista también "porque su postura con respecto al lugar que debe ocupar la mujer en el mundo es la de una niña que toma las riendas de su futuro, que desea que este sea tan brillante como el de cualquier niño: estudiar una carrera, ser astronauta, presidenta del Gobierno o intérprete en Naciones Unidas (para poder mediar evitando guerras y conflictos). Quiere ser independiente y no aspira ni al matrimonio ni a la maternidad, porque los identifica con la opción vital de su madre, que abandonó los estudios y se pasa el día cuidando el hogar, que ella llama 'antro de rutina'. Esto último, hoy en día, nos resulta cruel ya que el feminismo ha incorporado la noción de sororidad entendiendo que aquello, más que una opción vital, era una imposición social", matiza Martínez Albornoz. Umberto Eco, que describía a la criatura de Quino como "una heroína de nuestro tiempo", no fue el único intelectual rendido al saber de esta niña universal. Julio Cortázar dijo con sensatez: "No tiene importancia lo que yo pienso sobre Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí". Y, para Gabriel García Márquez, "cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad: la quinoterapia". ¿Cómo es posible que las reflexiones de Mafalda sigan tan vivas como hace 50 años? "Será —decía Quino— porque el mundo propicia, día a día, las reflexiones que salen de Mafalda". Para Lola Martínez Albornoz, además, "los grandes temas que preocupaban a la sociedad argentina de los 60 son los mismos que preocupan al ser humano desde el principio de los tiempos: el amor, la incomprensión, la búsqueda de la justicia, del sentido de la vida, o de la felicidad, el miedo a la muerte... Las viñetas de Mafalda nos hablan como si hubiesen sido dibujadas hoy mismo, aunque ahora descubrimos en ellas nuevos significados: la preocupación por el planeta, por ejemplo, o por el fascismo y la intolerancia".>> Según su editora, Mafalda, que es una pequeña filósofa, "practica una filosofía socrática: la del amor por el conocimiento por encima de todo, para lo que, antes que nada es preciso dudar de todo y cuestionárselo todo, desde el mundo en el que vive, la sociedad que la rodea y los sentimientos que nos invaden y que son tan inexplicables. Mafalda necesita explicárselo todo".>> "Lo verdaderamente fascinante de Mafalda", prosigue su editora, "es que el sentimiento que inspira es unánime, no entiende de edades, de colores políticos, ni de niveles sociales o intelectuales. La avalancha de afecto y admiración hacia Quino cuando murió fue extraordinaria: un homenaje espontáneo en las redes verdaderamente abrumador. Mafalda es un clásico y como buen clásico aguanta a la perfección la revisión de los años y siempre tiene nuevos niveles de lectura, nuevos matices".>> Sin embargo, su autor no estaba tan enamorado de su creación como el resto del planeta, nos cuenta Martínez Albornoz: "Quino nunca pensó que Mafalda fuera a tener un éxito tan grande que casi lo fagocitara, así que tal vez de lo que más orgulloso se sintiera fue de lograr dejar de dibujarla. Los lectores, según él mismo decía, lo trataban casi como a un criminal de guerra por haberla abandonado, pero él sintió que por honestidad debía pasar página y dedicarse a su obra de humor gráfico, que es mucho más desconocida en España, pero absolutamente magnífica (el lector puede encontrar toda la obra de Quino en Lumen)". La filosofía de Mafalda (Lumen) de Quino (6,99 €).