_
_
_
_

Sex: así nació el punk y el escándalo

La mítica tienda que Malcolm McLaren y Vivienne Westwood regentaron en King’s Road cumple 40 años.

cover
D.R.

Hace cuarenta años la pareja Malcolm McLaren y Vivienne Westwood ponían en marcha una tienda de moda en medio de la calle King’s Road de Londres. La boutique, entre otros ingredientes, tenía como reclamo un nombre provocador: Sex. Cuatro décadas despues, la denominación ha perdido una buena parte, por no decir casi toda, de su evocación transgresora mientras la tienda ha ido adquiriendo una aureola mítica. El semillero o laboratorio donde nacería uno de los estilos más impactantes del siglo XX. La cultura urbana que acabaría transformando la moda y la música: El Punk-rock.

Desde los primeros años setenta Malcolm McLaren, un ex estudiante de arte de ideología radical y Vivienne Westwood, una joven que se inicia en el mundo del diseño de la moda, regentan un negocio que ha ido cambiando de nombre, primero fue Let It Rock, despues Too Fast Too Young To Die, y donde se vendían toda clase de objetos de gusto revival como discos de rock de los años cincuenta y otras bagatelas.

La aparición de Sex en la escena londinense de mitad de los años setenta supone un revulsivo estético para la moda. La peregrinación hasta el número 430 de King’s Road se convierte en una romería donde se cruzan chicos de estética teddy boy, jovencitas maquilladas como pin-ups de los años cincuenta y todo aquel que quiere estar a la última. 

Ellos eran la contrapartida a la boutique Biba, creada por la diseñadora Barbara Hulanicki y rompeolas de todas las modas que cruzabann Londres, desde los efervescentes colores pop del Swinging London de los años sesenta al revival Art-Déco que señala el inicio de la década de los años setenta. Frente al buen gusto de Biba, la nueva tienda, Sex, se erigió como la boutique anti-fashion. Uniformes de gusto sadomasoquista, cazadoras de cuero, pantalones de lurex, cadenas y camisetas con imágenes pornográficas; enseñas que la ponen en el ojo del huracán acompañadas de la periódica visita de la policía. McLaren y Westwood en más de una ocasión deberán pasar por la comisaría por culpa de su imagen, demasiado provocadora a juicio de los servidores del orden para exhibirse por la calle.

Grupo de punks en los 70 por Londres y Jordan (Pamela Rooke) en el Marquee Club de Londres en 1977.,

Getty

Frente a ese hippismo descafeinado que todavía pervivía en la moda, McLaren y Westwood abogaron por un estilismo de corte radical que reivindicaba la que se eigiría cultura del punk como bandera transgresora. Por esas mismas fechas una comedia musical, The Rocky Horror Show, combinaba muchos de los ingredientes estéticos que se exportaban desde la boutique Sex: Fetichismo, revival por la cultura pop de los años cincuenta, humor, sexo transgresor, etc. La aparición del llamado Glam-Rock con David Bowie y T. Rex, entre otros, provocó una invasión de maquillajes estridentes y uniformes de corte galáctico apto para los dos géneros. La palabra bisexual hasta no parecía tan malsonante para algunos oidos.

La genialidad de McLaren

Hombre con un buen olfato para captar lo que se cuece en el ambiente, Malcolm McLaren viajó al otro lado del Atlántico donde algunos sectores de la comunidad gay cultivaban la estética leather adornada por sus siluetas sadomasoquistas. Grupos como los ya desaparecidos Velvet Underground fueron pioneros en el cultivo de esa atmósfera de 'chicos malos' que Lou Reed acabaría convirtiendo en himno con su Walk on the wild side. El mismo McLaren producirá a una de las bandas emblemas del glam-punk, The New York Dolls. El encuentro con el grupo neoyorquino constituye un impacto estético y fuente de inspiración para su futura tienda Sex.

La tienda era una mezcla de vanguardia y atmósfera de gusto camp. De nostalgia y transgresión. McLaren empapela las paredes de la tienda con exaltados eslóganes extraídos de manifiestos feministas como el de la activista Valerie Solanas, la misma que en 1967 intentó acabar con la vida del pintor Andy Warhol. Su olfato para la provocación no tenía límites: confeccionó camisetas en honor de una famosa asesina infantil de los años sesenta o unos años después, cuando a raíz de la detención de Sid Vicious, el bajista de los Sex Pistols acusado de la muerte de su novia Nancy Spungen, sacó a la venta una camisetas con la foto de Vicious y la leyenda: Yo estoy vivo. Ella está muerta. Soy vuestro para recaudar fondos para la defensa del músico.

Entre 1974 y 1977 y antes de volver a mudar de nombre –pasará a llamarse Seditionaries–, Sex fue un laboratorio en el que el tándem McLaren-Westwood iluminaron a una moda joven, valiente, a contracorriente y suficientemente novedosa para saltar a los escaparates y más tarde a las pasarelas. Un gran escenario para toda clase de provocaciones. Hasta allí se acercaría una tarde de 1975 un adolescente, para la historia de la música, Johnny Rotten, exhibiendo una camiseta con el logotipo de Pink Floyd sobre el que garabateó la frase: Odio. Su pelo de color verde le hacía parecer un alienígena en medio de turistas y curiosos. Rotten capitanearía la futura banda The Sex Pistols que representó McLaren (el nombre fue cosa suya) y que pondría en marcha el movimiento punk. Como señala Greil Marcus en el libro Rastros de carmín (Anagrama), McLaren sabrá adoctrinarlos “acerca de la vacuidad de la música pop y de las posibilidades de la fealdad y de la confrontación”. “Les había dicho -escribe Marcus-que tenían una buena oportunidad para hacer ruido y el derecho a hacerlo”.

El ruido finalmente se transformará en una gran explosión. Sex Pistols se convertirían en el icono estético-musical del movimiento. Sus armas, todas aquellas que sirvan para luchar y poner de manifiesto la hipocresía del establishment. McLaren y Westwood intuyeron el poder de subversión que puede tener la moda, en este caso, el punk, como lo habían tenido los libros o las canciones. Las crestas multicolores desfilarían victoriosas por las orillas del Támesis mientras las revistas de moda se prepararían para darles sus portadas y acabar en las pasarelas de moda de París y Nueva York.

McLaren y Westwood y Sid Vicious con Nancy Spungen

Cordon Press/ Getty

El 'háztelo tú mismo' de Westwood

El Do it yourself o 'háztelo tú mismo' produjo un movimiento regenerador y estimulante sobre la moda y otras disciplinas artísticas. Mientras McLaren perfilaba sus técnicas como gestor del nuevo marketing pop, Westwood recuperaría viejos modelos de los años 50 y 60, modificándolos y añadiéndoles frases y eslóganes vanguardistas y revolucionarios. La diseñadora adaptaría y modelaría la energía que llega desde la calle para sus diseños. Buceó en la tradición británica para extraer líneas y formas heterodoxas. Descosidos, agujeros, rotos o agujereados a partir de ahora marcarían su libro de estilo. Una energía juvenil que puso patas arriba el mundo de la moda y que regresaría periódicamente para reciclarse en las tendencias de la moda. Como señala el periodista Jon Savage en su libro y biblia sobre el movimiento punk, England’s Dreaming (1991) “la atracción del punk, más allá de la música, se explica por haber sido ante todo un movimiento muy gráfico y visual, con una fuerte raíz en la moda y en todas su proyecciones”. Para Savage, McLaren y Westwood fueron únicos a la hora de saber vender y comercializar una moda “inyectándole una gran carga de provocación y de ideas muy radicales”.

Quizás como simbolo de esa necesidad de permanente ruptura y transformación, la boutique Sex mudaría a Seditionaries y mas tarde World’s End, el nombre definitivo que también acabará dando titulo a una emblemática colección de vestidos diseñados por Westwood. En 1983, Vivienne Westwood se separa de McLaren para continuar su propio camino como diseñadora. Los años punk quedaban atrás. En 2013 con motivo de la exposición que el Metropolitan Museum de Nueva York organizaba sobre el punk y su proyección en la moda, la diseñadora era recibida con honores en la gala de inauguración. Algunas de sus históricas camisetas punk han sido objeto de subasta de la mano de firmas como Sotheby’s y Christie’s y su influencia desde hace más de treinta años se puede rastrear en diseñadores y estilos.

Hace cuarenta años la moda se preparaba para dar un giro histórico en una tienda de King’s Road. Westwood y McLaren fueron profetas de un movimiento juvenil que se propuso que nada fuera como hasta entonces había sido. Y así fue.

Exposición de las prendas de la tienda Sex de Vivienne Westwood en el MET.

Corbis

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_