Las hermanas veinteañeras detrás de Romualda, la marca española de sombreros que arrasa en EEUU
Inspiradas por una anárquica artista holandesa que conocieron en su infancia, Cristina y Mariana Aguirre fundaron el año pasado una firma de accesorios pintados a mano que aspiran «a ser heredados por los nietos de nuestros actuales consumidores».
La historia detrás de la firma de sombreros Romualda satisface, con creces, ese principio de marketing que asegura el éxito de cualquier marca con un buen storytelling detrás. Fundada el año pasado por dos jovencísimas hermanas madrileñas, Cristina (28 años) y Mariana Aguirre (24) debe su nombre al de una artista holandesa que conocieron siendo niñas en el almeriense desierto de Rodalquilar. Fueron a visitarla un día acompañadas por sus padres, pero el impacto de su obra y su forma de vida las marcó para siempre.
«Era una mujer muy mayor, pero con un espíritu joven. Estaba muy delgada y se alimentaba a base de naranjas, limones, frutos secos y rayos de sol. Había llegado en su dos caballos desde Holanda, y allí donde se quedó el coche, se quedó ella también. Al principio dormía dentro, pero más tarde se instaló en unas ruinas cercanas convirtiendo el coche en un tiesto lleno de plantas y cactus desde el que contemplaba las estrellas», recuerda Cristina. La imagen de aquella casa en proceso de restauración, repleta de murales de paisajes montañosos y mundos submarinos creados con pigmentos naturales, palos, piedras y conchas, ha acompañado a las hermanas durante toda la vida. De ahí que tomaran prestado su nombre cuando en 2019 decidieron unir sus pasiones, el arte y el diseño, en una firma de sombreros pintados a mano. Romualda, por desagracia, no pudo ser testigo de su herencia. «Por lo que hemos podido saber, enfermó de Alzheimer y su familia la llevó de vuelta a Holanda, donde murió en 2012».
Recuperar técnicas artesanales que se están perdiendo para confeccionar sombreros sin fecha de caducidad que puedan «heredar los hijos y los nietos de los actuales consumidores» es el principal objetivo de estas hermanas, que forman el tándem perfecto. Cristina, encargada de pintar a mano las piezas ha estudiado Bellas Artes, y su hermana menor, Mariana, es diseñadora de producto y continúa formándose cursando un máster de diseño en el Art Center School of Design de Los Ángeles. Hasta que se mudó a California, la marca dependía únicamente de las dos, pero ahora Romualda va ampliando su equipo a medida que sus creaciones van ganando popularidad dentro y fuera de nuestras fronteras. «Recibimos pedidos tanto desde distintas zonas de España como de Europa, pero desde que la edición estadounidense de Vogue publicó un artículo sobre la marca, hemos empezado a vender mucho en Estados Unidos», cuentan.
Lo especial de su propuesta radica no solo en el llamativo colorido de sus piezas, sino en su carácter exclusivo («es un producto tan artesanal que tiene las imperfecciones perfectas de lo único», dicen ellas). La colección se divide en tres patas: piezas únicas pintadas a mano por Cristina, drops o lanzamientos cápsula en los que utilizan técnicas ancestrales que ofrecen una relativa facilidad de reproducción y la colección permanente, en la que están trabajando durante su confinamiento en Asturias, que recopilará los diseños con más éxito. «En nuestro primer drop hemos querido apostar por el marmoleado, una técnica japonesa del siglo XII que fue muy utilizada en Europa siglos más tarde para la encuadernación de libros. Es una técnica que requiere un proceso muy largo y costoso, por lo que hemos contado con un técnico especializado. Combinamos los diseños marmoleados con algodón o seda salvaje 100% y de manera extraordinaria, debido a la falta de materiales durante la pandemia, hemos comenzado a teñir nuestras telas con tintes naturales como cochinilla, cúrcuma e índigo», detallan. La pregunta de cómo limpiarlos es obligada: los de algodón pueden lavarse a baja temperatura y los que llevan forro de seda es mejor hacerlo en seco.
Las más discretas pueden elegir sus sombreros en tamaño mini o mediano, mientras que la versión maxi queda reservada a las más atrevidas e incluso es perfecta de cara a ocasiones especiales (no en vano la firma de invitadas Sophie & Lucie los utiliza como completo de sus vestidos). «Desde pequeñas quisimos emprender juntas un proyecto creativo y como siempre nos han encantado los sombreros, nos parecieron el ítem perfecto para poner en marcha nuestra creatividad. Nos encantaría poder diseñar y crear nuevos productos en el futuro, pero somos conscientes de que aún queda un camino largo que recorrer bajo nuestros sombreros», cuentan.
Lo harán defendiendo oficios artesanales que están desapareciendo en nuestro país por el traslado de la producción a Asia. Las hermanas Aguirre anhelan que la crisis poscoronavirus sirva para fomentar la producción local, valorar el trabajo manual y desarrollar un consumo más consciente y responsable. «La moda rápida es insostenible y eso es algo que todos debemos saber», defienden. Siguiendo esa filosofía planean seguir haciendo accesorios especiales ideadas para «mujeres empoderadas, que se sienten únicas, y valoran el trabajo que hay detrás de cada pieza».
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