¿Presión laboral?: así se supera para recuperar tu vida personal
Optimizar nuestro tiempo, aprender a decir que no y poner los límites son algunos de los cambios que necesitamos realizar para no ahogarnos en el trabajo.
Las vacaciones ya son cosa del pasado, y como si esos días de sol y playa hubieran sido solo un bonito sueño, nos hemos sumergido totalmente en las rutinas de nuestra vida laboral. Y en esa rutina hemos vuelto a el estrés diario, a que nos falten horas en el día y a vivir con ese constante ahogo que nos dice que no damos suficiente de sí. Pensábamos que las vacaciones nos solucionarían todos los problemas, pero lo cierto es que las mejores solo pueden producirse cuando afrontamos nuestro día a día de diferente manera.
“En todas las épocas ha habido presión laboral, sin embargo, es verdad que creíamos que podríamos ir bajando el nivel de presión conforme entráramos en una sociedad de mayor bienestar social e individual”, explica Roberto Luna, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Valencia, que aclara que “lejos de eso, la última crisis ha traído viejos fantasmas a las empresas, que han producido niveles mucho más altos de ansiedad, estrés y tensión laboral, provocando muchos efectos psicosomáticos que nos están afectando”. Lejos de ceder al desánimo y simplemente aceptar la situación, la psicóloga Patricia Ramírez, apunta a que es importante diferenciar “una punta de trabajo a asumir que el tienes que hacer el trabajo de varias personas”. Por ello, para no ceder a la actual presión laboral, y mejorar nuestra calidad de vida, los expertos nos señalan algunos consejos:
1) No sentar precedentes: Si no queremos que nos carguen con más trabajo del que podemos gestionar, no debemos ser los primeros en ofrecernos para hacerlo. “Si lo asumes aunque no sea tu responsabilidad, volverán a pedírtelo a ti”, recuerda Ramírez, que insiste en que en vez de asumir tareas de más, la opción más inteligente es “decirle a tu jefe de forma clara pero amable, que tienes el tiempo justo para ocuparte de tus responsabilidades y que si tiene pensado añadirte alguna, deberás delegar alguna otra en otra persona”.
2) Comprender qué se espera de ti: A veces, incluso cuando hacemos de más, no obtenemos el reconocimiento esperado. Y es que quizás no tenemos claro qué es lo que esperan nuestros jefes o clientes de nosotros. “Si comprendes tu puesto de trabajo y las competencias fundamentales que se requieren de ti en la empresa, las decisiones van solas”, reconduce la idea Roberto Luna. En opinión del experto “cuando uno dice ‘hoy he sacado faena de verdad’ o ‘he apagado fuegos desde que he entrado en el despacho’, muchas veces se esconden pautas de gestión del tiempo mal planteadas, y es que la pregunta es por qué existen esos fuegos o por qué se ha acumulado tanta tarea.
3) Centrarnos en una sola tarea: Puede que tu ordenador tenga mil ventanas abiertas a la vez, pero tu capacidad mental no da para estar realmente atento a todas a la vez. “Lo aconsejable es centrarnos en una tarea, y cuando esta esté resuelta, pasar a la siguiente”, apunta Ramírez, y es que en los tiempos de la multitarea nos cuesta entender que “empezar varias cosas a la vez pensando que así lo estás atendiendo todo es un error. Solo consigue descentrarte y que al final no atiendas a nada”. De forma contraria la experta aconseja ideas como “poner una hora de inicio y finalización, para que el cerebro no se disperse. Saber a qué hora debemos finalizar agiliza la concentración y la atención”.
4) Saber decir “no”: Queremos demostrar que somos los mejores y que podemos con todo. Pero tenemos límites, y a veces hay que marcarlos. “No es una cuestión de decir ‘no’, sino de gestionar la utilidad de tu tiempo, y eso supone hablar con tu jefe inmediato para que valore la productividad si delega en ti determinadas cosas”, puntualiza el catedrático Roberto Luna. En este mismo sentido insiste en que no sirve de nada engañar diciendo que sí a todo, puesto que resultará mucho más útil “explicar con claridad los límites, eso sí, desde la asertividad e inteligencia emocional máximas”.
5) No llevarse el trabajo a casa: Para poder ser personas y no sólo trabajadores, el ritmo ideal de vida es dedicar 8 horas a dormir, 8 a trabajar y 8 a nuestra vida personal. Claro está, que cumplir eso no siempre está en nuestras manos. Sin embargo, lo que sí que podemos dejar claro es que el trabajo se queda en la oficina y no se viene con nosotros a casa. “Apaga el móvil o siléncialo, e igualmente a partir de una hora determinada, prohíbete contestar correos electrónicos, para marcar el ámbito de tu vida privada”, insiste la psicóloga, que también comenta que para no ceder a la presión, es importante que al llegar a casa “no te relaciones internamente, tú con tus pensamientos, con tus temas de trabajo. Deja de hablar de ello, y en contrapartida, busca e implícate en actividades que te hagan sentir bien y te relajen”.
6) Tener una competitividad sana: Otro de las causas que hacen que aumente la presión en nuestro trabajo en el día a día es que cada vez somos más competitivos. Eso nos lleva a superarnos, pero muchas veces, también a quemarnos. En este sentido la psicóloga aporta que “para trabajar la competitividad sana, tenemos que definir los objetivos en función de nuestro rendimiento, no de los logros”, y es que tal y como explica “los logros no siempre dependen de uno mismo, a veces intervienen factores externos. Pero el rendimiento hace referencia a tu trabajo, a tus valores y la actitud”. Por último, no deja que nos olvidemos de que en ocasiones “la filosofía perfeccionista, puede ser una fuente de frustración y de ansiedad enorme”.
7) Ayudar a crear un buen ambiente en el trabajo: Lo más común es que no trabajemos solos, sino que en nuestro trabajo sea clave el trabajo de nuestros compañeros. De la misma manera, en nuestro agobio diario, influye el agobio de los demás. Según Roberto Luna “está demostrado científicamente que las empresas más saludables son más competitivas, sobre todo desde la gestión del conocimiento”, por lo que crear un buen ambiente de trabajo, seguramente ayude a rebajar el nivel de presión propio y ajeno.
8) Optimizar el tiempo: Para que no nos pueda la presión, otra de las claves es ser organizados, y no dejarnos llevar por el caos. Patricia Ramírez propone ideas como llevar una agenda o calendario, pero sobre todo “no perder el tiempo con interrupciones absurdas, porque la concentración es algo fundamental”, de lo contrario invertiremos mal nuestro tiempo, lo que “nos convertirá en poco eficaces y nos estresará más”.
9) Ser algo más que un profesional: Podemos ser grandes profesionales, pero no debemos olvidar que también somos grandes personas, y eso supone no ser solo un trabajador, sino también un amigo, una novia, un padre o una hija. “Cuanta más vida tengamos en los otros roles nos será más fácil desconectar. Quizás el tema de fondo es comprender por qué tu trabajo es tu identidad como persona. Nosotros somos padres, amigos, pareja, deportistas,… y así un sinfín de roles, la cuestión es cómo un rol únicamente es capaz de asumir al resto tanto”, opina Roberto Luna.
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