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La regla para dar prioridad a las cosas que amas y dejar de lado las que detestas

Varios expertos aconsejan cómo dejar de perder el tiempo para invertirlo en aquello que de verdad importa. La regla de las dos columnas puede ayudarnos a manejar mejor nuestra agenda.

Usar la regla de las dos columnas puede hacernos ver si el modo en el que distribuimos nuestro tiempo falla.
Usar la regla de las dos columnas puede hacernos ver si el modo en el que distribuimos nuestro tiempo falla.Getty

Estamos a mitad del año, y es muy posible que las resoluciones que te marcaste para 2019 ya anden por el mismo lugar que las que hiciste para 2018 y 2017. ¿Dónde ha ido a parar todo ese tiempo que querías dedicar a estudiar inglés, ir al gimnasio, leer y tomar cafés con todos esos amigos a los que no ves nunca? Pues probablemente, al mismo sitio donde fueron los minutos perdidos de los otros años, un lugar del que nunca volverán. Por qué perdemos continuamente el norte de nuestro tiempo, y lo que es más importante, qué podemos hacer para recuperarlo es una cuestión de la máxima importancia.

Contra lo que pueda parecer, no se trata de un problema nuevo –los romanos inventaron el concepto del ‘carpe diem’ justo por esta cuestión– pero sí que es cierto que la aceleración del ritmo de vida a partir de la llegada de la revolución industrial (y no digamos ya de la sociedad digital) lo ha exacerbado. Tal y como comenta el psicólogo y escritor Xavier Guix, quien imparte talleres sobre precisamente cómo dejar de sufrir por el tiempo y prepara un libro sobre esta cuestión junto a Nuria Molina, “la dificultad es que nos hemos convertido en la sociedad del rendimiento. Nos hemos acostumbrado a llenar nuestra vida de la mañana a la noche, bien sea con trabajo o con actividades durante el fin de semana, y la crisis que tenemos es también espiritual, de no saber quiénes somos porque consideramos que el tiempo es una posesión, algo que gastar, y no aquello que somos, en esencia». Es decir, deberíamos dejar de considerar que el tiempo se pierde o se gana, y comenzar a disfrutarlo.

La regla de las dos columnas

Pero, ¿cómo conseguir disfrutar de aquello que no se tiene, cuando estamos desbordados por las obligaciones y los compromisos ‘ineludibles’? La terapeuta de parejas y facilitadora Ashley June Peterson contesta que “el primer paso es tomar conciencia de dónde se va ese tiempo perdido”. Ella aconseja un ejercicio consistente: apuntar durante unos días a qué actividad dedicamos cada hora, dividiéndolas en dos columnas. En una, situaremos las actividades que nos hacen sentir bien, que nos proporcionan más energía, y en la otra las que, por el contrario, nos la quitan. Eso, de entrada, ya debería darnos una pista de si estamos haciendo lo que nos gustaría hacer”. Peterson, quien comenta abiertamente que este error a la hora de apostar por las prioridades lo ha cometido ella misma en ocasiones, afirma que cuando existe un conflicto entre las cosas que debemos o queremos hacer “debemos interpretarlo como una señal».

De entrada, para intentar ser más eficientes de cara a compatibilizar deseos y necesidades, y, si esto no es posible, para elegir entre unos y otros. Quizás decidamos que nos compensa más reducir jornada y sueldo para disponer de más tiempo con la familia; o que por el contrario la paz de espíritu de unos ingresos más sólidos compense el esfuerzo que les dedicamos. Pero sabiendo cuáles son nuestras intenciones y prioridades reales el avance será mucho más fácil, porque habrá sintonía entre nuestros valores y lo que hagamos en nuestro día a día, en lugar de reaccionar simplemente ante cualquier obligación”. Peterson remarca también la importancia de trabajar la asertividad y los límites, a fin de poder delimitar los propios espacios, y de marcarse metas y objetivos realizables.

“Si nos ponemos como objetivo llamar a X número de amigos con los que hace tiempo que no hablamos en una semana, es mucho más fácil que lo hagamos que si tan sólo nos decimos que queremos hablar más a menudo con ellos, aunque debemos ser realistas, claro». Los expertos hablan de objetivos SMART, por el acrónimo inglés de Specific (Específicos), Measurable (Medibles), Attainable (Conseguibles), Relevant (Relevantes) y Time-based (con un límite de tiempo, porque si no dejan de ser medibles, también). Pero tanto Guix como Peterson insisten en que la idea principal a la hora de gestionar nuestro tiempo no deben ser las métricas, sino que debemos luchar por tener una existencia más plena. No hacer más, sino hacer mejor para que consigamos aquello que a lo que dedicamos nuestros minutos, horas y días; quenuestra vida en suma esté en sintonía con nuestras prioridades reales. Llevar una agenda “guiada por lo que implica cada actividad dentro de aquello que queremos que sea nuestra vida, y no por lo que creemos que debería ser”. Peterson aconseja también examinar muy críticamente nuestras obligaciones diarias a fin de suprimir todas aquellas que derivan de un sentido del deber o del qué dirán. En su línea –y contra los libros de autoayuda que proponen, por ejemplo, levantarse a las cinco de la mañana para aprovechar mejor el día– han comenzado a publicarse títulos como El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda (Mark Manson, HarperCollins) basados en la idea de la integridad, y en la aceptación de la imperfección.

Guix recuerda que “casi todos los que consultan a un psicólogo suelen comenzar diciendo que quieren evitarse o evitar el sufrimiento, y eso es imposible. Nunca podremos saber de antemano al cien por cien si será mejor dedicar una hora al gimnasio, a trabajar o a quedarse viendo la tele. Intentar controlar todo, todo el tiempo es causarse sufrimiento inútil”. Esta idea nos puede servir para mantener nuestra dirección estable. Si además reforzamos nuestros esfuerzos positivamente cada vez que los encaramos, aunque sea un poco, en el camino correcto, poco a poco las prioridades dejarán de ser castillos en el aire para convertirse en una presencia estable en nuestro calendario.

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