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Laura LaMontagne canta por Rosalía... de Castro

La cantante y el ‘dj’ PicoAmperio actualizan con electrónica la tradición lírica gallego-portuguesa

El dúo formado por Laura Lamontagne y PicoAmperio.
El dúo formado por Laura Lamontagne y PicoAmperio.

Canta Laura LaMontagne versos de amor medieval sobre las bases de PicoAmperio y en Santiago de Compostela llueve. Despierta la piedra mojada de la ciudad que vio transformarse y crecer este proyecto musical parecida emoción poética a la que brota cuando se riega con hip hop y electrónica una cantiga de Martín Codax, un poema de Rosalía de Castro o una estrofa de Pessoa. Laura LaMontagne (Lugo, 1993) y Pedro Cuntín (Os Tilos, 1995) multiplican este verano raro sus actuaciones y apuran el que será su primer disco a finales de año mientras van descubriendo un público sensible ante su propuesta, desde los que llegan a verlos con el flow puesto de casa a los abuelos emocionados ante esta tradición gallega reverdecida.

Se diría, con Pessoa, que el dúo “tiene en sí todos los sueños del mundo”, y cuando Laura lanza sobre rap beatnik esos versos de Tabaquería parece que, efectivamente, todo es posible. La cantante admite que en ese aprendizaje de las formas de hacer, componer, cantar o decir junto a PicoAmperio hay novedad y satisfacción: “Por suerte está todo por aprender: nos esperan buenos tiempos”.

Antes de empezar a recorrer este camino, Laura LaMontagne dio varios rodeos y exploró otras fuentes, apoyándose en lo que hoy, cuando lo cuenta, parece toda una genealogía matriarcal de mujeres libres y sanadoras que le fueron regalando miradas. Su madre y su hermana, la de ser creativa desde pequeña, probarlo todo. Su profesora Belén Gato, en el instituto de Lugo, la de saber que le gustaba su propia voz, su primer coro, empezar con la guitarra, la composición. Sus compañeras en la joyería del casco viejo de Santiago, donde siguió trabajando después de acabar filología inglesa, una forma de entender la ciudad y su historia que le sirvió para dar valor y compartir lo que antes consideraba demasiado íntimo, como la cantiga Ondas do Mar de Vigo. Ahora, cuando la interpreta en directo sobre las bases de PicoAmperio, su voz crece y se carga con todos los siglos de tradición y lamento de una forma arrebatadora. Es un trance, y ella lo sabe: “Cantar siempre ha sido para mí algo terriblemente especial y a veces algo místico”. Lo fue desde que empezó a admirar otras voces, buscar registros, pasarlo bien sacando canciones a capella o en la soledad de las escaleras de su edificio, donde intimaba con el eco de su voz y empezaba a conocer su propio timbre, saber a qué sonaba.

En sus nuevas canciones juegan con ‘r’n’b’, lenguas y fonéticas

Los años compostelanos le dieron a Laura LaMontagne “otra forma de vivir la cultura”. Llevó su militancia vegana a un poemario, interpretó a Daniela en la película A estación violenta y en los recitales de Caldeirería 26 encontró tribu y expresión artística. Fue, describe, “un ritual importante” de “poesía, música y licor café”, donde el proceso era “muy libre y, de algún modo, colectivo”. Parecida sensación de comunidad la experimentaba, también en Compostela, pero en un universo paralelo, el dj Pedro Cuntin. PicoAmperio, nombre de guerra, se crió en la ciudad dormitorio de Los Tilos, sus padres le abonaron con música negra y el turntablism le llevó al colectivo Hiphop Ateneu, una forma de estar en la música urbana muy alejada de peleas de gallos y maneras gansta.

El espectáculo Tabú, de Carmen Conde, los juntó. Él era el técnico de luces y ella ponía la banda sonora en directo. Cuando Laura descubrió las producciones de PicoAmperio y empezaron a trabajar juntos, todo cambió. Años antes, en Inglaterra, durante su Erasmus, Laura LaMontagne se había sorprendido una tarde escuchando a Gardel en los cascos mientras la lluvia salpicaba la ventanilla del autobús, y en ese momento había asumido que lo suyo era la “música de viejos”, que le gustaba lo antiguo. En sus nuevas composiciones, el dúo coquetea con el r’n’b, mezclando lenguas y divirtiéndose en la fonética. Máquinas, libertad y poesía, una maravilla atlántica que promete deslumbrarnos a todos.

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