El lugar de los veranos
Casillas, en Ávila, es uno de esos municipios que pierden población y donde hay más jubilados que cotizantes
Mi pueblo es el pueblo de los veranos españoles de los años 80. Esos lugares donde vivían los abuelos y a los que regresaban las familias durante dos meses, porque entonces no había otras vacaciones posibles. Eran familias que se habían marchado a la capital a buscarse la vida y que conformaron el tejido de las ciudades dormitorio de la periferia, mudándose cerca de amigos y familiares que habían hecho el mismo camino: Alcorcón, Móstoles, Getafe, Leganés. El pueblo de tus amigos del pueblo, los novios del pueblo y las fiestas del pueblo. El mío se llama Casillas y está en Ávila.
Los veranos siguen siendo su época de esplendor, aunque menos que en aquellos años. También hay menos casillanos: 637, según el último padrón. Aunque la ratio de bares por habitante sigue siendo alto, como buen municipio castellano. Casillas es uno de esos pueblos de España que pierden población y donde hay más jubilados que cotizantes. Ahora sabemos que eso tiene un nombre, al menos para los titulares: la España vacía (o vaciada). Significa que los niños de distintas edades comparten clase y profesor; que cada embarazo se celebra porque ayudará a mantener la escuela abierta. A ella solo acuden los alumnos de primaria, a partir de la Secundaria, tienen que ir a otro pueblo más grande. Mientras tanto, las inauguraciones municipales han tenido que adaptarse a ese cambio generacional: la última ha sido el centro de día para personas mayores.
El mapa rojo de España que dibujaron los resultados de las últimas elecciones generales tenía pocos puntos azules. Ávila es uno de ellos. El PP ha ganado todas las elecciones de los últimos 30 años en la provincia en la que nació Adolfo Suárez, del que los abulenses hablan con ese orgullo típico de cuando un famoso es de tu tierra. También en Casillas, cuya alcaldesa encadena cinco legislaturas y aspira a una sexta. Y no, aunque nos lo preguntan siempre, Íker Casillas no es de allí.
El pueblo pertenece a Ávila y no a Madrid por solo cinco kilómetros. Eso a veces hace difíciles algunos temas, como los médicos y el transporte público. Pero también es una de sus mayores bazas: intentar atraer con sus bosques de castaños y sus rutas por la naturaleza a los madrileños estresados que buscan escapar.
El 26 de mayo, los casillanos —que no casillenses— votarán especialmente contentos al Parlamento Europeo, porque este año no coincide con las fiestas de San Antonio, el patrón. Esos días regresa el jaleo, los veraneantes, las familias y los madrileños. Y por la noche, hay que sacar una rebequita.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.