El modesto pero cómodo éxito de Rivera
El resultado permite a Ciudadanos postularse como líder del centro derecha y no le obliga a ser decisivo en la formación de gobierno
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Ciudadanos ha apostado durante toda la campaña a abatir al Partido Popular. No lo ha logrado, pero si pretendía situarse en el centro del tablero político español se puede afirmar que lo ha conseguido erosionando gravemente a su rival. Superar el número de escaños que logró en 2015 (40 entonces; 32 en 2016) consolida a la joven formación que hace solo once años que irrumpió en la política nacional. Pero, además, marca una tendencia al alza frente al PP, noqueado por una derrota histórica que confirma su enorme debilidad.
Con un Partido Popular derechizado y en caída libre y la irrupción de Vox, el espacio del centro-derecha queda a disposición de Ciudadanos en la carrera de fondo que preludia la próxima legislatura para la derecha española. La campaña de la formación naranja ha sido desconcertante para muchos ciudadanos. Solo tres años atrás, Albert Rivera pactaba con Pedro Sánchez la gobernabilidad y apelaba después a la estabilidad para que el PSOE facilitara la formación del Ejecutivo a Rajoy. La estridencia de la campaña protagonizada por Rivera ha echado por tierra la imagen de moderación y sentido de Estado demostrado hasta entonces, pero la estrategia electoral le ha valido un aumento de sus apoyos.
Ciudadanos está hoy mucho más cerca que ayer de desbancar al Partido Popular. Desde la inicial indefinición, ha esbozado un perfil más nítido capaz de convencer a más votantes: guerra abierta a los nacionalismos combinada con un programa electoral conservador pero ciertamente más evolucionado en lo social en comparación con los dos partidos de la derecha: PP y Vox. Ciudadanos acepta legalizar la eutanasia, promueve las energías renovables, propone un MIR educativo y quiere blindar el matrimonio LGTBI. Su receta económica es liberal, promete aumentar la protección para los autónomos y se muestra duro contra la inmigración ilegal. La distancia establecida con Pedro Sánchez, a quien ha dedicado sus más gruesas invectivas, le ha facilitado a Rivera situarse cómodamente en un espacio más coherente con sus principios.
Aliarse con Sánchez en 2015 no le reportó ningún rédito a Rivera, cuya formación empeoró sus resultados en 2016. Los datos indican que hoy podría sumar y superar con creces una mayoría absoluta con el PSOE. Su duro posicionamiento en contra de Pedro Sánchez le exime, sin embargo, de ofrecerle sus escaños, por cuanto, además, el presidente en funciones tal vez pueda gobernar sin los independentistas catalanes y en ningún caso le necesita para revalidar su cargo. Es improbable que Rivera renuncie a su nueva posición de ventaja en la derecha para convertirse en acólito de los socialistas. Es una carta, no obstante, a disposición de Rivera, que quizá analizará a la luz de los resultados de las elecciones locales y autonómicas del mes próximo.
Los sondeos han sido el peor enemigo de Ciudadanos. Hace solo un año, algunas encuestas alimentaban el sueño de Albert Rivera de superar a los dos grandes partidos de este país. La moción de censura y el acceso de Pedro Sánchez a Moncloa con el voto en contra de Ciudadanos (y a favor del PP expulsado del poder por la corrupción) supuso un punto de inflexión que devolvió a la formación naranja a la realidad. El resultado electoral de este 28-A enfría un tanto sus elevadas expectativas, pero le regala un éxito evidente (se coloca como tercera fuerza) y, sobre todo, cómodo.
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