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Podemos o cómo financiar campañas sin los bancos

IU, socio de coalición electoral, también se financia con micropréstamos y las cuotas de los socios y cargos públicos

Ana Marcos
Mitin de cierre de campaña de Podemos en Madrid, en 2015.
Mitin de cierre de campaña de Podemos en Madrid, en 2015.Carlos Rosillo

Unidas Podemos, la alianza entre Podemos, IU y Equo para las elecciones generales y las europeas, no solicitará créditos a los bancos para financiar sus campañas. El partido de Pablo Iglesias se mantiene fiel a uno de los principios que pone en práctica desde 2014, cuando se presentaron por primera vez a una cita electoral. La formación de Alberto Garzón —IU, que arrastra una deuda hipotecaria de unos nueve millones con entidades de crédito—, se sumó a esta estrategia en 2016, cuando se fraguó la confluencia que acaba de reeditarse.

“Queremos un Gobierno que luche contra la desigualdad y eso empieza con la desigualdad en las campañas”. Ese fue uno de los lemas de la estrategia de Podemos para las generales de 2015 y se ha convertido en una de sus señas de identidad. Aquel año llamaron al proyecto de recaudación YoNoTengoUnBárcenas, en referencia al extesorero del PP y en línea con su objetivo de distanciarse no solo de los populares, también del PSOE. Podemos ha marcado siempre una frontera con lo que denominan la vieja política que llega hasta sus cuentas. Los partidos y los bancos tienen, para el partido, la misma responsabilidad en la crisis económica y la desigualdad en España. La financiación a través de créditos bancarios de las fuerzas políticas y, en muchos casos, la condonación de deudas millonarias les ha servido de munición en sus líneas de ataque. “Tenemos las manos libres porque no tenemos deudas con los bancos ni políticos en consejos de administración. Por eso podemos recoger las propuestas de la gente y proponerlas en el Parlamento”, defiende Irene Montero, número dos del partido.

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El partido usa un sistema de financiación electoral basado en microcréditos que solicitan a militantes y simpatizantes y que después devuelven cuando reciben las subvenciones del Estado proporcionales a la representación conseguida.

La campaña comenzó el 7 de marzo. Para contribuir, solo hay que rellenar un formulario en su web para prestar entre 50 y 5.000 euros. En la primera semana han recaudado 465.000 euros, según datos del partido. En este momento, superan el medio millón. En 2015 y 2016, en el mismo periodo para las dos fechas de las generales, consiguieron 372.400 y 160.400 euros respectivamente. Unidos Podemos gastó casi cuatro millones de euros en junio de 2016, frente a los cinco que gastaron en 2015 por separado el partido de Iglesias (2,8 millones) e Izquierda Unida (2,2 millones). Fue el resultado de estos microcréditos, el adelanto de las subvenciones que otorga el Ministerio del Interior según la representación que cada partido consiguió en la anterior elección y fondos propios.

“Más de 25.000 personas han colaborado en las campañas electorales de Podemos a través de microcréditos. En total, más de 6.000.000 de euros que ya han sido devueltos en su totalidad”, detallan fuentes del partido que se remiten al portal de transparencia en el que publican sus cuentas.

“Las campañas no deberían ser tan costosas”, dice Ismael González, responsable de Organización de IU. En diciembre, cuando solo se conocía la fecha electoral del 26 de mayo, comenzaron una iniciativa en redes para recaudar dinero también con microcréditos. “Era un buen momento económico porque se acababa de cobrar la paga extra”, explica. Los préstamos tienen un mínimo de 50 euros sin límite máximo. “La media es entre 500 y 1.000 euros”, afirma González. Las empresas no pueden participar en esta campaña. Por el momento han recaudado más de 104.000 euros. Su previsión es llegar a los 300.000 por esta vía.

En 2016, cuando IU usó por primera vez este sistema, consiguieron 154.000 euros. En 2015, no solicitó créditos bancarios ni microcréditos. Su campaña se financió con “dinero propio” y el adelanto de las subvenciones electorales, más de dos millones de euros. Al no conseguir grupo parlamentario, tienen una deuda de 1,9 millones con Hacienda por el gasto de envíos postales de aquellas elecciones generales. Ya han pagado el 76% a las arcas públicas con un plan de plazos que termina en abril de 2020.

Estos ingresos no cubren otra deuda que acumula IU de más de nueve millones de euros con varios bancos. “Es hipotecaria, no corresponde a las campañas”, explican en la formación, “7,6 millones corresponden a la hipoteca de la sede”. En 2017, el Tribunal de Cuentas, órgano encargado de fiscalizar la financiación de los partidos detectó irregularidades en el sistema de auditoría interno por no identificarse algunos donantes del partido en los años 2014 y 2015, entre otras cuestiones.

Las donaciones

La otra vía de financiación que los dos partidos comparten son las donaciones. Podemos consigue cuantías periódicas que los inscritos pueden realizar a través de su web. “Nadie ha donado más de 15.000 euros desde el lanzamiento de Podemos. El 98% de las donaciones que ha recibido Podemos corresponde a personas físicas”, se especifica en la página de la formación. “Hemos limitado las donaciones a 10.000 euros por persona y año, esto es un 10% del límite legal de la actual ley de financiación y un 20% de la nueva ley que se está tramitando”. El partido también se ha financiado a través de micromecenazgo, un sistema cuestionado por el Tribunal de Cuentas por considerarse en determinados casos una donación finalista.

Ni los militantes, ni los miembros del partido ni los cargos públicos tienen la obligación de donar parte de su sueldo a la formación. En el caso de los cargos públicos no pueden cobrar más de tres sueldos mínimos (tomando como referencia los 648,60 euros del SMI, no los 900 que entraron en vigor el 1 de enero). Es decir, menos de 2.000 euros. La diferencia entre el salario que establecen los estatutos y el que reciben de las instituciones se dona libremente.

En 2017, con todos estos sistemas, Podemos ingresó más de cuatro millones de euros, según los datos aportados por Iglesias en la Comisión de financiación de partidos del PP en el Senado.

En el caso de IU cada uno de sus afiliados paga una cuota media de unos 60 euros al año. A través de esta vía de financiación recaudan unos dos millones de euros anuales de los que el 25% se destina a la dirección estatal y el resto llega a los territorios para el mantenimiento diario de la organización.

En IU, además, los cargos públicos tienen también asignado un salario de tres sueldos mínimos tomando como referencia el salario mínimo anterior a la subida a 900 euros, más el 1,5% en dietas que corresponde a 800 euros al año para gastos. Los diputados, concejales, europarlamentarios o senadores que tengan hijos y otros dependientes a su cargo reciben una ayuda extra de 150 euros. El resto de las nóminas se dona al partido. En el caso de Alberto Garzón, por ejemplo, al ser diputado y portavoz y tener un sueldo superior al de sus compañeros de bancada, su aportación a IU es mayor. Lo mismo sucede con los miembros del partido en el parlamento europeo, cobran 3.300 euros al mes más las dietas, una cifra adaptada al nivel de vida en Bruselas, el resto es para la formación.

La alianza de Podemos e IU para estas elecciones se traduce también en el reparto de recursos económicos. Si en 2016 acordaron que los ingresos se distribuyeran con una proporcionalidad que entonces era de seis escaños para Podemos y uno para IU, ahora se establece que el partido de Garzón se lleve un 26% de los recursos de la coalición y el 15% del dinero que le corresponde como grupo parlamentario. Unidas Podemos recibirá como adelanto del Ministerio del Interior 1,3 millones para esta campaña. Más de 310.000 euros serán para IU.

Un ejército de voluntarios a falta de recursos económicos

Unidas Podemos plantea una campaña sustentada en la creatividad y el apoyo de sus voluntarios para compensar las carencias económicas. “IU tiene una militancia muy capilar que trabaja para sostener la base desde el contacto físico. Esto muchas veces no se traduce en un rédito electoral”, explica Ismael González, responsable de Organización. Es decir, parte de los actos que prepara IU se centrarán en pueblos, ciudades pequeñas, barrios. Lugares que conocen, donde los militantes son voluntarios, no cobran por pegar carteles, poner mesas de propaganda, imprimir programas… “Actos muy baratos”, en palabras del responsable de Organización. Sin dejar de lado grandes mítines.

El partido de Iglesias lleva cinco años recurriendo a la militancia para suplir la falta de recursos. “Hemos llegado a tener movilizados hasta casi 35.000 voluntarios en las últimas elecciones generales”, explican en el partido. Usan un ejemplo: para compensar el coste de alquilar un recinto para un mitin, su red de voluntarios realiza tareas de seguridad, ayuda en la organización de los asistentes, ejercen de técnicos de sonido o emiten en directo un acto a través de las redes para no tener que contratar los servicios de una empresa grande. “Hemos hecho fórmulas creativas como micro-mitines: actos con concejales o candidatos locales o autonómicos realizados en una plaza, con una carpa, una mesa y una altavoz como medios principales”, describen. “Incluso pancartas colaborativas realizadas por la gente que paseaba por la acera y quería colaborar”.

De esta manera, intentan que su mensaje se difunda por otros canales. “El dinero que recibe un partido por las subvenciones da para un anuncio de tres segundos en horario de máxima audiencia”, decía Iglesias en una campaña en 2015. “A los partidos tradicionales no les importa porque reciben aportes de empresarios que luego se benefician de la política de esos partidos”, remachaba.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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