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Crimen de Almansa: ¿Cómo acabó Antonio con dos tiros en la bañera de Julián?

Ingresa en prisión el autor de la muerte del empresario desaparecido el 1 de agosto

Patricia Ortega Dolz
Cartel con el que se desactivaba la búsqueda de Antonio Martínez tras hallar su cadáver.
Cartel con el que se desactivaba la búsqueda de Antonio Martínez tras hallar su cadáver.

"Julián estaba harto de recibir palizas, le tenía miedo". Esa es la conclusión a la que han llegado los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Albacete sobre la motivación del principal sospechoso del que ya se conoce como "el crimen de Almansa". Durante más de 40 días, desde que Antonio Martínez Pérez, de 28 años desapareció sin dejar rastro el pasado 1 de agosto, tanto la policía como sus familiares y amigos lo han estado buscando en toda la provincia. "Un delincuente común" para la Policía, "con antecedentes por peleas y tráfico de drogas"; y "el simpático propietario de un nuevo gimnasio en Almansa, un vecino de toda la vida, como su familia del barrio", para sus amistades.

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"Julián —en prisión preventiva desde este martes— quedó con Antonio en su casa para, en teoría, pagarle la deuda, una de las muchas que tenía por comprarle cocaína", cuentan fuentes de la investigación. "Los impagos le habían costado ya más de una paliza de Antonio, que estaba cuadrado del gimnasio. Le tenía miedo, así que esta vez le esperó con la escopeta, un rifle del 22, le pegó dos tiros en la cabeza y metió su cuerpo en la bañera, como si no supiera qué hacer con él", cuentan fuentes de la investigación, aunque reconocen que arrestado se ha negado a prestar declaración.

Desde el primer momento, Julián, de 26 años y sin antecedentes de ningún tipo, estuvo entre los sospechosos porque era una de las últimas llamadas de teléfono que figuraban en el listado de Antonio antes de que se denunciara su desaparición. De hecho, fue a declarar como testigo cuando arrancó la investigación de la Guardia Civil a primeros de agosto: "Sí, me llamó para quedar, me dijo que estaba en la puerta de mi casa, pero le dije que yo no podía y que no estaba allí, sino en casa de mis padres", contó.

Su versión encajaba con la de otros testigos, que habían visto al desaparecido a esa hora por la zona. Lo cierto es que Julián no vivía en el piso que tenía en propiedad en el mismo barrio de Antonio, justo enfrente de su casa, sino en casa de sus padres. La gente había visto por allí a Antonio pero, como eran amigos y solían salir juntos, nadie se extrañó.

Así fue como Julián pasó a ser un sospechoso más, una línea más de investigación para los agentes. Hasta que el hedor de su cuerpo descomponiéndose en la bañera de ese piso traspasó las paredes de la vivienda y alarmó a los vecinos. "Debe ser una carne de caza que se me ha podrido", les dijo. Pero, sin saber qué hacer con el cuerpo, el olor acabó por ser insoportable y los vecinos acabaron por llamar a la Guardia Civil.

¿Olor a podrido en la casa del sospechoso? El pasado sábado los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil hallaban el cuerpo tiroteado de Antonio en la bañera de la casa de Julián y desactivaban una búsqueda infructuosa de más de un mes.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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