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Ciudadanos confía en el ‘efecto Arrimadas’ para crecer en Andalucía

Rivera confía en rebasar al PP gracias a una estrategia de implantación rural y la presencia en campaña del líder e Inés Arrimadas

Elsa García de Blas
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en un encuentro con afiliados  celebrado en Málaga.
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en un encuentro con afiliados celebrado en Málaga. Daniel Pérez (EFE)

En el despacho de uno de los principales dirigentes de Ciudadanos luce un cartel con el estado de ánimo de la cúpula en el inicio de curso político: “Enchufados”. Hay que echar el resto, saben en el partido de Albert Rivera, porque el viento ya no es de cola una vez perdida la hegemonía en las encuestas y la influencia por ser el socio de investidura del PP. En la estrategia de la dirección para no perder comba hasta unas elecciones generales que no se avistan lejanas está marcada en rojo la primera contienda electoral. Las elecciones autonómicas en Andalucía, que Ciudadanos acaba de empujar al anticipo al romper su pacto de investidura con Susana Díaz, son clave para el partido: porque serán las primeras que medirán las fuerzas reales tras el vuelco político y porque pueden dar una victoria moral importante en la batalla en el lado derecho. Es posible, confían en Ciudadanos, rebasar al PP de Pablo Casado.

Andalucía es una de las plazas fuertes para Ciudadanos. Es la tercera comunidad, tras Cataluña y Madrid, en la que tienen un mayor número de simpatizantes, y una de las que más crece en la expansión del partido. Según los datos de la secretaría de organización, la formación cuenta en esta comunidad con un músculo de 26.000 inscritos, de los cuales 6.000 son afiliados que pagan una cuota de 10 euros al mes. El crecimiento del partido en Andalucía es del 48% en el último año, en el que se han afiliado 2.000 personas, o lo que es lo mismo, cinco al día. Hace tres años, cuando Albert Rivera dio el salto nacional, la formación tenía solo 1.200 afiliados en toda la comunidad.

Los datos, dicen en la cúpula, son fruto de una estrategia de implantación rural lanzada hace un año, que permite al partido sacar pecho de que su estructura ya cubre al 90% de la ciudadanía andaluza, entre agrupaciones y grupos locales. Con solo sedes físicas en las capitales de provincia, equipos de Ciudadanos recorrieron el territorio instalando carpas informativas en los pueblos los días de mercado, u organizando un “café ciudadano” con alguno de sus diputados. La implantación es clave en una tierra en la que el socialismo ha sido hegemónico los últimos 36 años.

“Ciudadanos compite de tú a tú con los dos viejos partidos en Andalucía. Estamos en empate técnico con el PP, con la posibilidad de superarlo”, defienden en la cúpula. La última encuesta más sólida en esta comunidad, el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa), situó el pasado febrero al PSOE como el partido más votado con un 34,1% de los votos, y por primera vez como segunda fuerza a Ciudadanos, con un 19,8%, seguido de cerca por los populares (18,3%). EL partido solo tiene datos internos anteriores a la moción de censura de Sánchez, que ha movido el tablero, pero calcula que, empatando con el PP en la media nacional según el último CIS, en Andalucía aguanta esta estimación.

En Andalucía Ciudadanos tiene además su Ohio, recuerdan en el partido. La provincia de Málaga “es muy ciudadana”. En las últimas generales, el apoyo a la formación en esta provincia superó en tres puntos la media estatal (el 16,29 % en Málaga, siendo 13,05 % el total en España). Pero también en Almería, Cádiz y Sevilla el partido tiene importantes graneros de voto por encima de la media nacional. En los cálculos optimistas del partido influye también que el líder del PP andaluz, Juanma Moreno, ha quedado descolocado tras apoyar en las primarias a la rival de Casado, Soraya Sáenz de Santamaría. Y aunque el candidato de Ciudadanos, Juan Marín, tiene un perfil discreto, el partido ha planificado el desembarco en campaña de Rivera y de Inés Arrimadas. Los dos pesos pesados del partido se volcarán en los comicios esgrimiendo sus raíces andaluzas. La madre de Rivera es malagueña, y Arrimadas nació en Jerez de la Frontera (Cádiz).

Málaga ha escogido Albert Rivera precisamente para celebrar la primera ejecutiva nacional tras las vacaciones y anunciar que rompe su pacto de investidura con Susana Díaz. La dirección asegura que no ha roto para forzar el adelanto porque no hay gran diferencia en que las urnas se adelanten solo unos meses (las elecciones están previstas para marzo) y que trató de anticiparse cuando constató que el PSOE iba a adelantar. Pero en el PSOE andaluz creen a cambio que Ciudadanos ha forzado la máquina por su “ansiedad” por medirse con Casado. “Este va a ser el primer campo de batalla por el liderazgo del centro derecha. Y Rivera no quiere darle tiempo a Casado para que se asiente”, juzgan en el entorno más inmediato de la presidenta andaluza. “Vamos a echar el resto. Rivera y Arrimadas son medio andaluces, cuidado con que Díaz tenga que repetir las elecciones porque no sume para gobernar”, avisan en Ciudadanos.

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Lo cierto es que el sábado, apenas 24 horas después de ese anuncio que acerca las elecciones, Rivera pareció abrir una larga campaña hacia las generales en un acto con simpatizantes en Málaga de marcado carácter electoral. En una sala de conferencias de un hotel contiguo a la estación de AVE, Rivera incidió en que estaba en su tierra y explicó su proyecto nacional, basado en tres pilares: una política económica centrada en la oposición a la subida de impuestos, el combate al separatismo catalán y la regeneración. Con Cataluña también se hace campaña en Andalucía. El líder arrancó sonoros aplausos en Málaga cuando defendió que el president Quim Torra debía “pedir perdón” a los españoles por haberles llamado “bestias taradas”.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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