El 20% de los mayores de 65 años tiene vivienda precaria
Las peores condiciones residenciales se sufren en ciudades medianas, según un estudio de la Caixa
El 20,1% de las personas mayores de 65 años en España (1.596.675 personas) vive en una situación de vulnerabilidad residencial extrema, es decir, en hogares con problemas graves de habitabilidad, según un informe del Observatorio Social de la Caixa. Los problemas de vivienda más frecuentes son de accesibilidad, la falta de calefacción, hacinamiento o no disponer de ascensor, en situaciones en las que es necesario. Estas situaciones afectan directamente a la calidad de vida de estas personas y en ocasiones a su salud.
El estudio, titulado Envejecer en casa ¿Mejor en el pueblo o en la ciudad?, asegura que las dificultades en las viviendas son más frecuentes en las ciudades de tamaño mediano, entre 10.000 y 100.000 habitantes, donde el porcentaje asciende al 23,5% de los casos. De este modo son los extremos, los pueblos más pequeños y las ciudades más grandes, donde se ofrece mayor protección a las personas mayores. Por un lado, en los municipios con menos habitantes el acceso a la vivienda suele ser más sencillo y existen más asociaciones solidarias, mientras que en las grandes ciudades existen más regulaciones y ayudas públicas para luchar contra la infravivienda.
“Las políticas de rehabilitación de viviendas son de responsabilidad nacional pero la responsabilidad es de las comunidades autónomas, que tendrían que estar poniendo una mayor atención”, explica la autora del estudio, Irene Lebrusán, doctora en Sociología, que también reprocha la pasividad de Servicios Sociales. “Cuando las personas mayores tienen un problema son ellas las que tienen que ir a pedir ayuda, no hay una revisión por parte de Servicios Sociales de en qué situación están. No hay recursos y el problema supera sus competencias”, argumenta. Además existe cierta reticencia a pedir ayuda. “De alguna manera significa reconocer que las circunstancias te han vencido, tienes que ir allí y contarles absolutamente todo lo que te pasa”, protesta la socióloga.
Hay casos en los que incluso los propios afectados no son conscientes de su situación, a veces porque han vivido en circunstancias peores. “Recuerdo a unos señores de más de 80 años que tenían problemas físicos, no tenían calefacción en casa y decían que no era ningún problema porque tenían muy buenas mantas, pero a las ocho de la tarde se tenían que acostar porque hacía un frío horroroso”, rememora Lebrusán y añade: “Habían vivido en bajo compartiendo baño con otras familias, y su vivienda actual les parecía un palacio porque era la mejor situación que habían tenido a lo largo de toda su vida pero era una situación habitacional muy mala”.
El informe está elaborado sobre los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del censo de población y vivienda de 2011, que se actualiza cada diez años. “Son los únicos datos que permiten relacionar las características de la vivienda y las características demográficas de sus habitantes, y continúan siendo los más fiables. La situación residencial no ha cambiado tanto, han podido cambiar algunas situaciones coyunturales, pero desafortunadamente la situación de la vivienda en este espacio de tiempo no ha cambiado. Lo más probable es que estos problemas incluso hayan empeorado”, comenta la autora del estudio.
Tras la crisis muchas familias dejaron de poder ayudar a sus abuelos, por ejemplo a hacer reformas necesarias en el hogar, y las subvenciones públicas también se recortaron. De este modo, los mayores de 65 años han visto aumentada su vulnerabilidad, una situación que muchas veces ya viene de antes pero que se agrava con la edad.
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