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La batalla por el relato de los años de plomo

El Centro Memorial de Víctimas, alarmado por las “tergiversaciones históricas” del abertzalismo sobre ETA

Luis R. Aizpeolea
Placa conmemorativa que descubrieron Mariano Rajoy e Iñigo Urkullu para simbolizar la colocación de la primera piedra del Centro Memorial.
Placa conmemorativa que descubrieron Mariano Rajoy e Iñigo Urkullu para simbolizar la colocación de la primera piedra del Centro Memorial.efe

Un reciente informe del Euskobarómetro, encargado por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, señalaba que un 43% de los vascos encuestados se decanta por abordar la memoria del terrorismo frente al 44% que opta por pasar página. Además, el informe ofrecía una visión peculiar sobre los protagonistas del final de ETA al situar la evolución interna de la banda terrorista (6,1) por delante de los movimientos cívicos de resistencia (5,6) y muy por encima de la Ertzaintza (4,9) y de las Fuerzas de Seguridad del Estado (4,7). Este informe llevó a concluir a los historiadores vinculados al Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo que el nacionalismo radical está muy bien situado en la batalla por el relato que se acrecentará tras la próxima disolución de ETA.

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Calado del relato de ETA. Gaizka Fernández Soldevilla, historiador y responsable de investigación del Centro Memorial , admite su preocupación: "El olvido es un escarnio a las víctimas y una oportunidad para la propaganda ultranacionalista que pretende legitimar los crímenes de la banda". Cree que la penetración del relato de la izquierda abertzale en la sociedad vasca sobre el pasado terrorista ha logrado cierto calado: "Según los publicistas de la izquierda abertzale, la de ETA fue una respuesta armada al Estado español que procedía de las guerras carlistas. Los etarras habrían actuado en legítima defensa. La responsabilidad última sería la de la violencia originaria, la de la invasión española. Los terroristas son identificados como el postrer eslabón de una larga saga de resistentes vascos frente al ocupante extranjero. Cualquier tergiversación de la historia es peligrosa. Pero esta es especialmente grave porque trata de justificar en parte los crímenes de ETA".

Industria de la memoria. El historiador vasco precisa que el calado del discurso del nacionalismo radical se explica porque "ha promovido su propia industria de la memoria", gracias a un entramado de asociaciones afines, entre las que sobresale Euskal Memoria Fundazioa, creada en 2009 por Iñaki Egaña, Periko Solabarria (fallecido), Itziar Aizpurua, Floren Aoiz, José Mari Esparza, director de la editorial Txalaparta, o José Manuel Pagoaga, Peixoto.

La página web de la fundación reconoce que "la memoria histórica de Euskal Herria no se inscribe en el plano de la discusión entre eruditos. Es el mecanismo más eficaz para preservar que el testigo de la verdad y de la resistencia pase a las siguientes generaciones". Entre los fabricantes del relato nacionalista radical predominan propagandistas como Paul Asensio, Iker Casanova, Giovanni Giacopucci, Eduardo Renobales, además de Iñaki Egaña. Cuentan con muy pocos historiadores.

Pero, según Fernández Soldevilla, "a pesar de su escasa calidad y su propósito político, la propaganda ultranacionalista tiene una notable difusión por su eficiente industria cultural respaldada por asociaciones de la memoria, medios de comunicación, editoriales, revistas, una red de librerías afines, audiovisuales, control de parte del sistema educativo, presencia en bibliotecas públicas superior a la de los libros académicos, redacción de informes específicos para ayuntamientos, etc." .

El relato en las redes sociales

El historiador vasco destaca cómo el nacionalismo radical "sabe utilizar muy bien las redes sociales —Egiari zor es una de sus webs favoritas— cómo en el pasado lo supo hacer con los carteles propagandísticos" y "penetra, incluso, más allá del País Vasco, sobre todo en Cataluña, dónde cuenta con importante colaboración en el independentismo".

La narrativa del conflicto vasco. Según Fernández Soldevilla, la narrativa del conflicto vasco cumple una función fundamental para la izquierda abertzale. "Aferrarse a la imagen de una guerra provocada por una agresión foránea, España, sirve para aglutinar el movimiento, mantener la fidelidad electoral, deslegitimar la Transición y la actual democracia, ahuyentar el fantasma de una ETA derrotada policial y jurídicamente y equiparar el País Vasco con Sudáfrica o Irlanda del Norte (dónde si hubo un enfrentamiento entre dos comunidades). El recurso al conflicto dota de un sentido trascendental a todo lo que hicieron los etarras y quienes les aplaudieron. Vale para legitimar aquello que, de otro modo, serían simples crímenes. Si dejamos libre el campo a la literatura panfletaria nada impediría que en el futuro una nueva generación de vascos se sintiera tentada por la opción armada. En Alemania lo tuvieron claro en la postguerra", señala el historiador vasco.

La lucha por las cifras. Fernández Soldevilla precisa "algunas manipulaciones de la memoria desde ese entramado". Así, en julio de 2010, en el primer número de su revista, Euskal Memoria anunciaba la disposición de "una base de datos documentada con la que contrarrestar las mentiras del Estado". En dicha publicación fijaba en 465 los "vascos muertos por los estados español y francés" desde la aparición de ETA en 1959. Fernández Soldevilla denuncia: "Incluye activistas de muchas organizaciones, desde las juventudes del PNV a Iraultza; a terroristas que les estalló sus propias bombas, que se suicidaron, muertos en la cárcel, en el "exilio", por enfermedades naturales, en accidentes de tráfico, en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad; casos ocurridos fuera de España como un muerto por una mina en Nicaragua; un misionero asesinado por paramilitares en Colombia, un manifestante en Roma y dos cooperantes de la guerrilla en El Salvador, además de criminales comunes y un hincha de fútbol".

La pretensión de esta base de datos falsa es que sirva de contrapeso a las listas de víctimas del terrorismo de ETA que superan las 800 personas asesinadas, señala el historiador vasco.

Caso Batarrita. Otro caso de tergiversación clave de la historia es el caso Batarrita, según narra Fernández Soldevilla. El 27 de marzo de 1961, el empresario Javier Batarrita murió por disparos de la Guardia Civil en un control en Bolueta. La historiografía de la izquierda abertzale, lo considera "la primera víctima del conflicto vasco más reciente" pues su muerte "no fue un accidente sino una ejecución extrajudicial, planeada por la policía, para matar a tres líderes de ETA, entre ellos Julen Madariaga". Las pruebas serían los 49 balazos que recibió el vehículo y el que Madariaga y Batarrita tuvieran un automóvil similar. Lo que habría propiciado la confusión del objetivo.

Fernández Soldevilla, que ha investigado el caso , niega la versión abertzale. "La muerte de Batarrita fue una tragedia iniciada el 26 de marzo cuando un empresario arruinado presentó una denuncia falsa para lograr un certificado de buena conducta. Dijo haber oído una conversación entre terroristas. Al día siguiente un guarda jurado vio a Batarrita en un lugar cercano al señalado por el falso testigo por lo que la policía le tomó por sospechoso e improvisó un chapucero control en Bolueta para comprobarlo. Pero, al detener el coche, uno de los agentes disparó. Sus compañeros creyendo responder al ataque se unieron al tiroteo. Batarrita recibió seis balazos. Ni en la causa judicial ni en el resto de fuentes coetáneas, incluidas las nacionalistas, se menciona a ETA pues los terroristas sólo estaban en la imaginación del contratista desesperado. Los guardias que dispararon a Batarrita no confundieron su vehículo con el de Madariaga. La dictadura no estaba aún interesada por ETA sino por el PC. Batarrita fue víctima del franquismo. Ahora, además, lo es de una mentira, al presentar su muerte como un antecedente de la guerra sucia contra ETA".

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