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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Máximo riesgo

Es propio del psicópata criminal que necesite de excitaciones intensas, que odie el aburrimiento y que no tema al peligro

Pedro Luis Gallego Fernández, conocido como "el violador del ascensor".Vídeo: L. Piergiovanni (EFE) / EPV

Entre los delincuentes sexuales, ya sean de adultos o de niños, hay tres elementos que elevan de una manera muy notable el riesgo de reincidir. El primero es la psicopatía, un grave trastorno de la personalidad que se caracteriza en su “núcleo duro” por la presencia intensa de rasgos que cubren aspectos afectivos e interpersonales del sujeto, como la falta de sentimientos profundos y de la culpa o la falta de empatía; y también la manipulación, la capacidad para aparentar ser un tipo encantador y el grandioso sentido del yo. También es propio del psicópata criminal que necesite de excitaciones intensas, que odie el aburrimiento y que no tema al peligro, que sea impetuoso y una indiferencia hacia lo que pasará mañana, puesto que no tienen metas vitales realistas.

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El segundo gran indicador de riesgo es la existencia de una parafilia, esto es, de un impulso sexual desviado. Los violadores sistemáticos han asociado a través de sus fechorías el placer sexual a la excitación y el poder que proporcionan la “caza” y la vejación de la víctima. Tanto antes como después de la violación el violador se alimenta de unas fantasías en las que continuamente se recrea en las acciones que ya ha realizado y en las va a protagonizar cuando tenga otra oportunidad. La fantasía es extraordinariamente importante porque constituye un mundo privado en el que ensayar aquellas escenas que realmente le proporcionan una gran satisfacción al tiempo que le sirven para escapar de aquellas situaciones donde se ve obligado a permanecer (como la estancia en la cárcel, o desarrollando un empleo insatisfactorio).

El tercer gran indicador es la presencia del “doble incidente”. Con ello los criminólogos no referimos a aquellos agresores que han violado y matado a su víctima, ya sea por culminar el placer de la violación, o como acto de precaución, para minimizar el riesgo de captura. Me parece obvio que el llamado “violador del ascensor” cumplía sobradamente con estos tres elementos que señalan un muy alto riesgo de que la inserción social fracase, y en su momento el estado lo comprendió, ya que se vio obligado a liberarle junto con otros psicópatas peligrosos a raíz de la anulación de la llamada Doctrina Parot por el Tribunal Europeo de los derechos Humanos.

Frente a esta situación el Estado de Derecho respondió con la reforma del Código Penal de 2015, imponiendo sentencias más duras, la prisión permanente revisable y la posibilidad de aplicar la Libertad Vigilada durante varios años a presos considerados muy peligrosos. Todos los estados modernos prevén medidas semejantes ante los psicópatas, particularmente si son homicidas sexuales. Una sociedad puede ser progresista en el trato generalizado a sus presos y, al mismo tiempo, mostrarse dura con el pequeño porcentaje de reclusos que se han caracterizado por un esfuerzo continuo en alimentarse del sufrimiento y la vida de los demás. Pedro Gallego ahora obligaba a la chica a ponerse una máscara, se sabía más que fichado por la policía, pero sus demonios interiores no dejaban de reclamarle que hiciera aquello que realmente le hacía sentirse vivo. Así que de nuevo sus fantasías se convirtieron en realidad.

Vicente Garrido es profesor de Criminología de la Universidad de Valencia. 

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