El “Ibex 4” político
No hay elecciones convocadas ni se prevén para un futuro más o menos inmediato
No hay elecciones convocadas ni se prevén para un futuro más o menos inmediato. Estimar el resultado de unas elecciones generales que se celebrasen mañana, pero que no se van a celebrar, solo tiene sentido como un juego de simulación. Es decir, como un ejercicio interpretativo (siempre discutible, nunca infalible) del concreto estado de ánimo que en esta hora predomina entre los españoles en relación con la posible cotización electoral de los cuatro principales partidos.
Por el momento, en el parqué político experimenta una ligera, pero sostenida, tendencia a la baja el PP que, desde las elecciones de junio, podría haber perdido ya casi tres puntos: el precio, quizá, que le está haciendo pagar por su excesiva lentitud de reflejos en un tiempo político nuevo, que no parece acabar de aceptar, parte de quienes podrían invertir su voto en él. Parece también cotizar levemente a la baja el conglomerado de siglas que se articula en torno a Podemos. Su líder nacional vuelve a ser el peor evaluado por la ciudadanía (a la que, quizá, no le traen tan al fresco —por decirlo púdicamente— los excesos verbales). Para muchos, este nuevo valor político tiende a ser más noticia por lo que propone que por lo que hace. Pero, con todo, resiste.
En el otro lado de la balanza, Ciudadanos continua al alza. Como de costumbre, es el partido mejor evaluado, su líder es el más apreciado y, para colmo, su figura histórica de referencia —Adolfo Suárez— resulta ser el presidente que un mayor número de españoles querría tener ahora al frente del Gobierno. Sin duda, en cuanto a glamour político lidera el Ibex 4 político nacional: pero todavía no en cuanto a resultados. Un valor todavía incierto.
Repunta también el PSOE: el parqué político parece evaluar positivamente que exista ya una fecha que ponga fin a su actual situación de interinidad y de sede vacante. Se trata, además, del valor político con mayor reserva de anteriores votantes desactivados (un tercio). La expectativa (¿fundada?) de que, llegada la hora, al menos parte de ellos abandonará su actual situación de excedencia voluntaria probablemente explica su suave y gradual revalorización.
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