Podemos trata de reinventar su modelo de partido
Vistalegre 2 abordará cambios organizativos de calado para superar la "maquinaria de guerra electoral"
El próximo congreso de Podemos tendrá carácter casi refundacional, una vez que hay consenso en que el modelo organizativo actual está agotado. La “maquinaria de guerra electoral”, vertical y centralizada, no se corresponde con el partido que se pretendía, mucho más democrático y participado que los tradicionales. Vistalegre 2 abordará cambios organizativos de calado en Podemos: sobre los círculos, sin un papel interno real; los mecanismos de participación; la estructura territorial y el líder, cuyos amplios poderes están en el punto de mira.
Podemos quiere reinventar Podemos. ¿Qué fue el partido de cariz asambleario y de su novedosa aportación organizativa, los círculos, cuyo papel interno es en realidad casi irrelevante? Los equipos de los tres sectores —los afines al líder, Pablo Iglesias, los del número dos, Íñigo Errejón, y los anticapitalistas— estudian estos días los estatutos para darle la vuelta a gran parte del sistema organizativo del partido en el próximo congreso, previsto para los días 10, 11 y 12 de febrero. Errejonistas y anticapitalistas coinciden en varias propuestas de democracia interna y descentralización del poder que pueden salir adelante dado su apoyo entre las bases —juntos han sumado mayoría en la última consulta sobre el sistema de votación del congreso—. En el partido hay consenso, en todo caso, en “superar” el modelo del primer Vistalegre y dejar atrás la llamada “maquinaria de guerra electoral”. ¿Qué es lo que está en revisión?
El hiperliderazgo del secretario general. Pablo Iglesias será revalidado como líder de Podemos, pero puede convertirse en un secretario general con mucho menos poder si prosperan las iniciativas en estudio. Los fundadores del partido (entre ellos Iglesias y Errejón, entonces en la misma candidatura) diseñaron en el congreso de Vistalegre 1, en 2014, una secretaría general que concentraba amplios poderes, de estilo presidencialista. Así, Iglesias tiene capacidad para elegir y destituir unilateralmente a los miembros de su ejecutiva (formada por un mínimo de 10 y un máximo de 15 dirigentes), lo que le permitió cesar fulminantemente el pasado marzo al exsecretario de Organización Sergio Pascual sin que esa decisión fuera validada en ningún órgano. Errejón plantea, en ese sentido, que el líder pierda esa facultad y los miembros de la ejecutiva (el consejo de coordinación), sean elegidos y cesados por el consejo ciudadano estatal, el máximo órgano de dirección. Ahora este órgano vota los nombramientos propuestos por el líder, pero no las destituciones.
Otras dos facultades del líder están cuestionadas: su capacidad para convocar una asamblea ciudadana de cualquier nivel territorial, esto es, de disolver órganos autonómicos y agrupaciones, sin más limitación que cuando lo “estime oportuno” en casos de “especial trascendencia”. Y su facultad de convocar consultas a las bases unilateralmente, una potestad que Iglesias ha ejercido recientemente con el sistema de votación del congreso, evitando así que la decisión la adoptara el consejo ciudadano, de mayoría errejonista.
¿Marca propia para las municipales?
Podemos no se presentó con su marca en las últimas elecciones locales, en mayo de 2015, sino que apoyó iniciativas municipalistas. El resultado fue satisfactorio para el partido, que participa en los gobiernos de varias de las ciudades más pobladas del país, como Madrid y Barcelona. “Las elecciones municipales llegan pronto para Podemos. Estamos estructurándonos y articulándonos (...) Tendríamos dificultades para presentar candidaturas confiables y con plenas garantías de representar el espíritu de Podemos en los 8.177 municipios del país”, decía el documento político aprobado en Vistalegre 1.
Las municipales de 2019 se celebrarán ya cinco años después del nacimiento de Podemos. El partido tiene por tanto que decidir ahora, en Vistalegre 2, si mantendrá el mismo modelo o, al contrario, decide presentarse con su marca en esos comicios. Al mismo tiempo, tendrá que definir la relación que pretende establecer con las iniciativas municipalistas que ya existen, a las que no le une vinculación orgánica.
Los círculos y la participación interna. Los círculos de Podemos tendrán a partir del próximo congreso representación en la dirección (con cuatro asientos en el consejo). Las agrupaciones territoriales o sectoriales de simpatizantes de Podemos tienen ahora un papel muy reducido, el de colaborar en las campañas y participar en las consultas a las bases —que sí son numerosas—. Pero la participación, en realidad, no se da de abajo arriba, sino que la iniciativa es siempre del aparato del partido. Los mecanismos de participación interna requieren un quórum alto que, sumado a un censo hinchado (más de 450.000 inscritos podrán votar en el congreso), ha impedido que prosperaran iniciativas. El proceso de validación de los círculos, que no ha terminado, ha dificultado también que ejercieran sus atribuciones. La llamada Ruta atarse los cordones de la secretaría de Organización (en referencia a una frase de Errejón sobre el crecimiento del partido: “Esto es como correr y atarse los cordones al mismo tiempo”) busca ahora que los círculos hagan aportaciones para el congreso.
Un partido centralista. En contraste con su concepción “plurinacional” del Estado, Podemos es un partido de corte centralista. En su órgano de dirección participan los 17 secretarios generales autonómicos, pero el resto de los 62 integrantes fueron elegidos sin establecer ningún baremo territorial. Se estableció, además, la circunscripción única como modelo de elección, lo que llevó a que la mayoría de decisiones, incluso las listas electorales por provincias, se decidieran en Madrid. Las autonomías reclaman más independencia. La líder andaluza, Teresa Rodríguez, ha sido la primera en anunciar que Podemos Andalucía pretende constituirse como una “organización autónoma”.
Corrientes de opinión internas, ¿sí o no? Podemos no permite la doble militancia, a diferencia, por ejemplo, de Izquierda Unida, que sí lo hace cuando no se compite electoralmente. Eso obligó a los anticapitalistas a disolverse como partido y constituirse como asociación para integrarse en Podemos. Ahora se estudia si permitirla y si regular o no las corrientes de opinión internas, toda vez que Iglesias ya llama a los afines a su número dos como “el sector errejonista”.
Una comisión de garantías parcial. El órgano que vela por el funcionamiento democrático está cuestionado internamente por parcial y opaco. Las propuestas pasan por que sus miembros sean independientes (no ligados a las candidaturas) y no puedan tener otros cargos en el partido.
El “fallo en el sistema” que ha impedido las iniciativas
Un “fallo en el sistema que gestiona las iniciativas” ha impedido que haya prosperado en los más de dos años de vida de Podemos ninguna iniciativa ciudadana, el método por el cual los inscritos pueden hacer propuestas que sean sometidas a referéndum interno. Cualquier persona puede colgar en la web de Plaza Podemos una propuesta para que sea votada en esa plataforma, y si logra en tres meses el apoyo del 10% de los inscritos es sometida a consulta vinculante entre las bases.
La única propuesta que ha superado el umbral de apoyos, sin embargo, ha decaído tras lo que la organización ha atribuido a un fallo técnico que ha mantenido abierto más allá de tres meses el periodo para votar. La iniciativa reclamaba poner fin a la acumulación de puestos dentro del partido y defendía el principio de una persona, un cargo. Tras superar el 10% de votos, el partido anunció el error y redujo su apoyo a menos del 5%. "Por la magia de la burocracia, el 10% [de apoyos] se ha vuelto el 4,53%", se quejó en su perfil de Facebook un integrante de la candidatura anticapitalista al congreso, Diego Pacheco. "Un efecto óptico, como lo es el simulacro de la participación que recorre desde Vistalegre el modelo de partido de Podemos", lamentó.
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