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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La ruleta de la historia

Se anuncia el estreno de 'Los últimos de Filipinas', película sobre el desastre colonial del '98

Antonio Elorza
Un fotograma de la película Los últimos de Filipinas.
Un fotograma de la película Los últimos de Filipinas.Archivo

Se anuncia el estreno de Los últimos de Filipinas, película sobre el desastre colonial del 98, remake de otra de la posguerra a cuyo éxito contribuyeron el buen guion y la mejor canción, escritos por Enrique Llovet. Era una recreación de la defensa interminable por un puñado de hombres de la iglesia-fortín de Baler, incluso cuando la soberanía española ya no existía.

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La guerra había terminado con una derrota pero en apariencia se salvó el honor. Así se vivió el episodio en 1899, y en 1945 con el película. Hasta que un investigador probó que detrás de ese puñado de héroes se encontraban los verdaderos últimos de Filipinas, los trece mil soldados que el Ejército abandonó al rendirse y que como kastilas sufrieron toda suerte de penalidades, esclavitud incluida. Al ser repatriados quedaban seis mil.

Además, su trágica peripecia reveló el comportamiento de los mandos militares, impresentable en todos los órdenes, desde el fusilamiento de Rizal al pago vergonzante de una gran suma al insurrecto Aguinaldo, quien la utilizó para reemprender la lucha, sin olvidar al jefe de la escuadra que se retiró del combate por “una contusión” que le dio fiebre. No es anécdota: del desastre protagonizado surge el corporativismo militar encabezado por Franco.

El falseamiento de la historia tiene siempre un precio, sea su eliminación como medio para entender el pasado, sea su empleo desde sesgados planteamientos ideológicos. Lo mostró hace poco el comentario de un preboste nacionalista vasco sobre esa guerra de la Independencia de 1808 que, a juicio de algún historiador, y en contra de toda prueba documental, nunca existió salvo como mito. Aquel que siga el dictado de la historia, se convierte así en un españolista despreciable: a la versión histórica secesionista, le viene bien que no existiera esa guerra, signo inequívoco de presencia de la odiada nación española. Ridículo pero eficaz. La desmitificación engañosa vende.

El bloqueo de la comprensión también interviene en otras cuestiones relevantes, tales como el papel desempeñado por el anarquismo en los años 30. Por una parte, resulta infravalorada su dimensión utópica, antropológicamente revolucionaria; por otra, incluso para reconocidos especialistas, es limitado el alcance de su violencia: el anarquismo habría sido “más que pistolas y bombas”. En efecto, fue mucho más: según ilustra la autobiografía completa de su cerebro insurreccional, Juan García Oliver, su FAI declaró desde el primer momento, 1 de mayo del 31, una guerra a tiros a la República que “la impidió afianzarse” y, ya en el 36, instauró un terrorismo criminal. Conviene preguntarse siempre por “los verdaderos últimos de Filipinas”.

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