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Por qué existe la disciplina de voto

La decisión que debe tomar el PSOE requiere de un consenso en el partido

El PSOE se enfrenta a una decisión extraordinaria: abstenerse o no para que gobierne el PP de Mariano Rajoy. El voto de investidura en un sistema parlamentario es el más importante de una legislatura: decide el gobierno. Los partidos suelen tener claro qué van a votar. Pero el fin del bipartidismo ha llevado al PSOE hasta esta decisión compleja. “Es una situación anómala”, dice Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III. ¿Puede el PSOE permitir libertad de voto en la investidura? Podría, pero la solución sería más compleja que el problema. Por algo existe la disciplina de voto, que —aunque puede relajarse— no es tan mala como suena.

1. La disciplina es lo normal. Los diputados de un partido en democracias parlamentarias votan casi siempre en bloque. España no es una excepción. En los indicadores más comunes para medir la unidad de voto —como el índice de Rice— los valores apenas bajan del 95%. Los mismos diputados están de acuerdo: en 2009, el 91% de los diputados encuestados por el CIS dijo que cuando un diputado discrepa de las propuestas de su partido debe aceptar la disciplina de partido.

En España la disciplina ha sido alta y transversal a los partidos. Lo vemos en los datos del índice de acuerdo —una variante del índice Rice, que penaliza también las abstenciones— para cuatro legislaturas entre 1993 y 2011. Bonnie Field, profesora de la Bentley University y autora de los datos para su libro Why Minority Governments Work: Multilevel Territorial Politics in Spain, dice: “Los partidos españoles están muy cohesionados cuando votan en el Congreso de los Diputados, pero no puedo decir si lo son más que otros partidos europeos”.

2. Así se castiga a los partidos. En España no se vota a diputados individuales. Se escoge el voto por la trayectoria y programa de un partido o, como mucho, de su candidato a presidente. Se premia a los que gustan y se castiga a los que no. Ese mecanismo es el que logra que los partidos escuchen a los ciudadanos y propongan políticas que les demandan. Si de repente los diputados de un partido votan por separado como les apetece, la responsabilidad de su partido se difumina y los votantes tienen más difícil juzgarlos.Si el PSOE diera libertad de voto para la investidura, ¿a qué diputados deberían premiar o castigar los votantes en las próximas elecciones? Y peor aún: ¿cómo podrían seleccionarlos para castigarlos? “Me parecería muy exótico que el partido diera libertad porque no sabe qué hacer. Si no son capaces de adoptar una posición en este voto, estamos ante una crisis importantísima del partido”, dice Lluís Orriols, de la Universidad Carlos III.

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Si el PSOE opta por escoger a una docena de “sacrificados” que se abstengan, el votante sabrá a qué atenerse: la decisión es de todo el partido. Con su voto podrá premiar o castigar esa decisión. “No puede ser que unos paguen los costes y otros disfruten de pureza ideológica”, añade Orriols.

3. La unidad decide los gobiernos. El voto más importante de una legislatura es de los primeros: la investidura. Las democracias parlamentarias, al contrario que las presidenciales, otorgan a los partidos el papel fundamental de decidir los gobiernos. Esa responsabilidad los empuja a ser actores unitarios.

En un sistema presidencial, donde los votantes escogen al presidente con su propio mandato, es menos importante si los diputados se pelean y disienten en una votación. Pero en un sistema parlamentario, el disenso puede hundir al gobierno con demasiada facilidad.

4. La disciplina tiene un nombre feo. La disciplina es algo impuesto. Pero en el Parlamento no siempre tiene que ser autoritaria: “Puede haber un debate en el seno del grupo parlamentario y una decisión sobre un voto cohesionado, que no disciplinado”, dice Guillermo Cordero, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Por tanto, antes de que se decida la posición del partido puede haber deliberación. Si la disciplina se llamara “congruencia de voto”, como imagina Simón, tendría quizá mejor fama.

En una encuesta hecha en 2009 a los diputados españoles, se les preguntó por el proceso antes de decidir una votación. El 51% dijo que había una discusión general y el 23% que unos pocos hacían consultas con miembros del grupo y luego decidían. Sólo el 23% restante veía una jerarquía más vertical: la decisión la tomaban unos pocos y luego la comunicaban a los demás.El sistema de representación tiene tres ejes: el Gobierno, el partido y el grupo parlamentario. En España la tradición ha querido que las decisiones se tomen en el Gobierno o en la sede del partido: “El grupo parlamentario en España no tiene autonomía para fijar su posición”, dice Simón. Los diputados votan en el Parlamento lo que su partido ha decidido, a veces tras una votación, como pasará con el PSOE y su comité federal.

Es probable que esta falta de libertad haya facilitado la imagen de imposición. Aunque la falta de autonomía puede extenderse a toda la institución: “El grupo parlamentario apenas pinta porque el Parlamento tiene poco peso”, dice Alberto Penadés, profesor de la Universidad de Salamanca.

Esta falta de peso del Congreso es quizá la principal crítica de la disciplina de voto. Si la decisión viene ordenada desde el partido en el Gobierno, la separación de poderes es irreal: “La élite acaba controlando el Parlamento a través de las herramientas que tiene dentro del partido político: se rompe así la separación entre el ejecutivo y el legislativo”, dice Orriols.5. ¿Y entonces por qué tener 350 diputados? Si la disciplina es férrea, ¿con un diputado por partido y un voto ponderado ya bastaría? No. Se supone que los diputados hacen otras cosas además de votar: debaten en comisiones, investigan asuntos, lanzan iniciativas de ley, hablan con sus votantes.

6. Menos disciplina abre el debate de las listas. El sistema español está montado para favorecer la disciplina: “En España es extrema porque tenemos todos los mecanismos para una disciplina de voto: se permiten sanciones, el voto siempre es público y las listas son cerradas”, dice Penadés.

En los países con listas desbloqueadas o abiertas o distritos uninominales, los diputados rinden cuentas por separado. España tiene listas cerradas y bloqueadas. Los diputados no se eligen individualmente, sino que los coloca ahí su partido. “Una mejora en el sistema electoral de listas desbloqueadas permitiría individualizar los premios o castigos a los diputados”, dice Simón. Los votantes podrían escoger en su circunscripción al diputado que más le ha gustado.

No es una solución perfecta, según Orriols: “Requieren un nivel de sofisticación elevado y generan más satisfacción en la población muy interesada en la política. Pero entre la población en general estas alternativas no son la panacea”, dice. El cambio sería ligero —y la disciplina seguiría siendo dominante—, pero significativo.

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