Cinco años después, el 15-M quiere gobernar
En el quinto aniversario del movimiento, Podemos se reinventa con una alianza escenificada en la Puerta del Sol con IU, con la que confía en llegar al poder
Un lustro después del 15-M, el cambio está sin consumar. Podemos, que nació para convertir aquella indignación ciudadana en acción política, ha desembarcado en las instituciones, pero sin avances sustantivos. En el quinto aniversario del movimiento, el partido de Pablo Iglesias se reinventa con una alianza escenificada en la Puerta del Sol con Izquierda Unida, con la que confía en llegar al poder. “Cinco años después, estamos listos para gobernar”, proclama Alberto Garzón.
Apenas 700 metros separan el Congreso de los Diputados de la Puerta del Sol de Madrid. Hace cinco años, esa plaza tan próxima al Parlamento estaba abarrotada de ciudadanos que sentían demasiado lejana la sede de la soberanía popular. La plaza fue un ágora de cuyos debates salió la exigencia de regeneración de la vida pública, de la mejora de las condiciones de vida y de la limpieza de las instituciones, manchadas por la corrupción.
Cinco años después, Podemos ya ha entrado en las instituciones como expresión de ese malestar y con la intención de recoger esas demandas y convertirlas en cambio político. Sus resultados en las urnas se han demostrado, sin embargo, insuficientes para alcanzar el poder. El bloqueo político que ha conducido a una nueva cita electoral ha devuelto, además, el hartazgo a la ciudadanía. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, (CIS) el descontento de los ciudadanos con la política se ha elevado a niveles incluso mayores a los de antes de las protestas de 2011: el 82% considera que la situación política es mala o muy mala. En mayo de 2011, era quince puntos menor, del 67%.
Pero el objetivo sigue siendo el mismo, y el partido de Pablo Iglesias ha dado un giro estratégico esta misma semana y acudirá con nuevos aliados a las urnas con la intención de conseguir una nueva oportunidad para “asaltar los cielos”, el lema que salió de su asamblea fundacional de Vistalegre en 2014. “Unidos Podemos” es su coalición con Izquierda Unida, que aspira a superar al PP.
Pablo Iglesias y Alberto Garzón recorrieron el lunes pasado esos 700 metros a pie, cerca de las ocho de la tarde, acompañados de unos pocos colaboradores con los que habían perfilado el anuncio en sus despachos de la Cámara Baja. En la plaza, el líder de Podemos y el de Izquierda Unida anunciaron por sorpresa, a través de un vídeo en directo en Facebook, su nueva alianza electoral. “Estamos en un lugar donde mucha gente despertó para hacer la política de otra forma, para luchar frente a los saqueos y el expolio al que nos ha sometido una minoría de la población”, dijo Garzón mirando a la cámara del teléfono móvil. “Hoy es un día especial, es un día histórico. En esta plaza, como en muchas otras plazas, cambiaron muchas cosas. Y nos enseñaron que las cosas pueden cambiar”, apostilló Iglesias.
Los dos dirigentes eligieron la Puerta del Sol para escenificar su acuerdo, con un simbolismo claro. “Queríamos hacer este ejercicio de generosidad y responsabilidad en un espacio que representa los deseos de mucha gente de cambiar nuestro país”, explica Garzón a EL PAÍS.
Iglesias y Garzón se cuidan de no apropiarse del fenómeno, como les ha reclamado esta semana la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el colectivo indignado 15MPaRato, pero no dudan en verse como herederos. “Ahora cualquiera diría que era inevitable que surgiera Podemos, y aparecen todos los profetas de deshoras que dicen ya lo anticipé yo. Lo importante no es tanto Podemos como el 15-M, Podemos es una traducción política y electoral de una cosa que ocurre en la sociedad. Pero los cambios históricos y las crisis orgánicas nunca son inocuos”, señala Pablo Iglesias en conversación con este diario. “El 15-M no era una respuesta, sino una pregunta. ¿Por qué no me representas? Por eso no podía convertirse sin más en un partido. Podemos no es el 15-M, pero ha asumido buena parte de sus tareas”, añade el fundador de Podemos Juan Carlos Monedero.
El dirigente de Izquierda Unida cree que el movimiento fue “un fenómeno heterogéneo, que no puede ser apropiado por nadie”. “Fue”, indica Garzón, “un deseo de querer construir algo nuevo, porque no queríamos ser mercancía en manos de políticos y banqueros. Yo creo en eso”, reflexiona. El portavoz de IU participó activamente en las protestas de 2011, como muchos de los que hoy son cargos públicos de Podemos, y ahora cree que la coalición que han suscrito las representa. “Creo que estamos representando ese ánimo de no ser mercancía en manos de políticos y banqueros”.
“Es un mensaje político de primer orden”, considera. “El 15-M supuso un punto de inflexión para mucha gente que se repolitizó, que cambió su forma de pensar. Que había votado tradicionalmente al bipartidismo y quería votar otra cosa. Esta confluencia expresa gran parte de las demandas del 15-M”, opina, antes de aventurar un nuevo punto de inflexión: “Cinco años después, estamos listos para gobernar”.
¿Dónde está hoy el movimiento? En el banquillo
El 15-M llama a “tomar las plazas” hoy por el quinto aniversario del movimiento, y la respuesta a la convocatoria demostrará qué fuerza mantienen los indignados cinco años después. La llamada es a una protesta internacional, en casi 50 ciudades de España y en hasta 500 urbes de todo el mundo. La iniciativa se ha bautizado como Global Debout (Global en Pie) y busca organizar “una nueva temporada de lucha por la democracia”.
El aniversario del 15-M llega, no obstante, tras un periodo de decaimiento de la protesta social, cuyo estallido, en 2011, se prolongó intensamente dos años después, pero ahora llega apagada. El movimiento, en todo caso, no ha desaparecido, aunque se haya transformado y mitigado, y los activistas que permanecen vinculados a él enfatizan una consecuencia de las protestas que a menudo pasa desapercibida. La explicación de que uno de los grupos más activos hoy sea la Comisión de Legal de Sol es que una parte no menor de los participantes aguarda un castigo.
“Se han producido varios escenarios de represión de las protestas”, explica Eric Sanz de Bremond, abogado de este grupo de letrados indignados. “Por un lado, el administrativo. Solo nosotros hemos gestionado medio millar de sanciones, aunque las hemos ganado prácticamente todas”, indica. Durante 2012, sobre todo, las multas caían a decenas. “Es lo que se conoce como burorepresión, represión de baja intensidad”, asegura el letrado. “En la manifestación la policía te pide el DNI y luego en la soledad de tu casa recibes la multa”. Muchas de ellas se produjeron por participar en concentraciones no comunicadas. “Algo que no es responsabilidad de todo el que acude a la manifestación”, se queja.
Pero hay también varios procesos penales abiertos contra manifestantes del 15-M. Uno de ellos, el de la manifestación originaria del 15 de mayo de 2011 en Madrid, está aún cinco años después a la espera de juicio. El fiscal pide un total de 74 años y 3 meses de cárcel para 14 de los detenidos por esa marcha, la mayoría por desórdenes públicos y atentado a la autoridad. “También la causa por la manifestación de Rodea el Congreso, con una veintena de detenidos, y la que se abrió por la marcha del primer aniversario del movimiento”, recuerda el abogado. Los juzgados tienen además que dirimir múltiples denuncias de malos tratos de la policía durante las cargas y en comisaría. Por la paralización de desahucios medio centenar de activistas han sido acusados solo en Madrid, aunque según el activista “se han ganado todos los casos”.
El grupo legal del 15-M defiende que los datos demuestran que fue —y es— un movimiento pacífico. “De momento solo tres personas han sido condenadas por delito, dos de las cuales no son firmes”.
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