“Me niego a tener enemigos”
La mujer que tiene el reto de hacer feliz a Madrid
¿Qué ha sido de aquel nieto que hace 10 años quería juguetes bélicos? Ahora es un maravilloso muchacho de 16 años, sensible, buena persona, preocupado por su entorno. Hubo soldaditos de plomo; ahora hay soldaditos tecnológicos. Los chicos tienen que disfrutar siendo personas.
Personas bondadosas. Sí. Me sorprende la crítica al buenismo; preocuparse por los demás produce mucha felicidad. Debemos tener tolerancia cero al sufrimiento. Fíjese en las imágenes de Alepo. Me estremece el dolor. Esa niña llorando, el hospital destruido.
Welcome refugees dice el cartel que puso en el Ayuntamiento. Pero han venido menos que letras tiene esa bienvenida… Han venido, aunque se han quedado pocos. Por la estación Sur de Madrid han llegado 2.000; los hemos atendido, se han dado cuenta de que lo de welcome era verdad.
Trata de entender a todos. ¿A sus adversarios también? Sé que hay barreras; trato de dinamitarlas. Todo vale para ir abriendo caminos. Cuando descalifican en los plenos me digo: qué innecesario enredarnos en lo que nos distancia…
¿Eso hace difícil el gobierno? Aprendes a gobernar así. Te tienes que echar a la espalda esos adjetivos; los adelgazas para que no tengan importancia.
¿Cree que esa España que mató a sus compañeros del despacho de Atocha puede regresar? Yo creo que no. Pero es importante seguir trabajando en cómo combatir la violencia. Estamos preparando aquí un foro de alcaldes para estudiar cómo educar contra la violencia. Es un virus que hay que atacar.
¿Qué le preocupa de ahora al respecto? Los insultos, las descalificaciones. Es una manera de hacer política equivocada. Insisto en el buenismo: es una de las cualidades que hay que valorar en política. El político, cuanto menos mentiroso más bondadoso, mejor para la sociedad.
¿Su trabajo aquí le ha traído amigos o enemigos inesperados? Amigos, algunos. Y enemigos, no; me niego a tener enemigos. Creo que la ideología no debe ser obstáculo para el entendimiento personal. La política ha despersonalizado tanto a los individuos que cuando se producen conflictos en los partidos se buscan etiquetas personales.
¿Tiene una receta para no tener enemigos? Reflexionar, pensar, leer. De niña creía que hablaba con Dios; hablaba conmigo. La capacidad de análisis te produce mucha paz.
¿Y no le gustaría echar broncas? No me atrae nada… Cómo abrir puertas sí que es un reto.
¿Se siente rara en este mundo de hoscos? No vivo en ese mundo. Hablo con la gente. Me han interpelado sólo dos personas muy enfadadas. No querían escucharme, tenían miedo, quizá, de ser convencidas.
Quiere ser la alcaldesa de todos. ¿Los que están a su lado la apoyan también en esa intención? Te debes a los ciudadanos, no a los partidos. Esa es la grandeza de la democracia, te debes al bien común, a la lucha contra la desigualdad que hay. Y eso debe guiar tus líneas de gobierno.
¿Le ha costado comprender los errores de los suyos? Los errores de mis colaboradores son también míos, y he de procurar que haya menos errores.
Dijo usted hace 10 años que Madrid sería una ciudad con menos miedo y más felicidad. Y lo es. Hay poco miedo en Madrid. Hicimos ahora en el Retiro una celebración poética con Israel Elejalde y Blanca Portillo… Qué felicidad había allí…
A lo mejor la concita usted. Yo creo que sí.
Quizá está enamorada. Sí. Estoy enamorada de la posibilidad de la aventura personal.
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