Un nuevo tiempo para los reclusos de ETA
Los malos resultados en las elecciones municipales y generales están obligando a la izquierda abertzale a cambiar de orientación
La historia se repite. La izquierda abertzale sólo reacciona cuando ve su proyecto político en peligro. Sucedió hace una década cuando comprobó que el terrorismo de ETA amenazaba a su proyecto y contribuyó desde dentro a su cese definitivo. En esta ocasión, han sido sus malos resultados en las elecciones municipales y generales los que le están obligando a reaccionar al percibir que sus reivindicaciones clásicas, relacionadas con los presos de ETA, caducaban; que las jóvenes generaciones vascas están en otra clave y que les resulta necesario cerrar cuanto antes este capítulo.
Con esta lógica se entiende que 35 dirigentes de la antigua Batasuna rompieran el martes, en la Audiencia Nacional, el dogma extendido entre los presos de ETA y su entorno de no asumir responsabilidades y de rechazar las vías individuales de reinserción. Y lo hicieron con un inédito acuerdo con la fiscalía y la AVT en el que ratificaron su renuncia a la violencia, reconocieron el daño causado a las víctimas del terrorismo, se comprometieron a contribuir a su reparación y a admitir la legalidad vulnerada, llegando, incluso, a reconocer su contribución política a la estrategia de ETA. Unos extremos, sobre todo el último, a los que se resistían y que les sitúan en las mismas claves que los presos de ETA de la vía Nanclares, sólo que una década más tarde.
Hay que resaltar, también, la actitud de la fiscalía al tomar la iniciativa de este acuerdo inédito, condicionada por la sentencia del Tribunal Supremo que rebajó considerablemente las penas de los condenados en el proceso de las herriko tabernas. Y también de la AVT, que hace meses rompió el hielo al aceptar la autocrítica del Gobierno vasco por su frialdad en los años de plomo.
Lo que hace creíble este cambio de orientación en la izquierda abertzale es que las palabras han venido acompañadas por hechos. La víspera del pacto con la fiscalía, el histórico líder de Batasuna Rufi Etxeberria, adelantó en Pamplona que la salida de los presos de ETA se producirá “por medio de cauces legales y con una aplicación individualizada”. No era la primera vez que un dirigente abertzale hacía esta proclama. Pero sí es la primera vez que los hechos la han acompañado. Todo apunta a que Etxeberria improvisó el discurso de Pamplona para dar cobertura política al pacto con la fiscalía que se conocería al día siguiente.
El precedente abierto tendrá un impacto seguro en el colectivo de presos etarras y la asunción por la izquierda abertzale de la legalidad penitenciaria y la reinserción individual de las penas supone un inédito desafío en toda regla a la línea más dura de los presos, anclada en la imposible amnistía, que ha condicionado a todo el colectivo. Habrá acontecimientos próximamente.
Comienza un nuevo tiempo también en este campo y tiene su fuerza simbólica que quien fue lehendakari cuando cesó el terrorismo de ETA, Patxi López, presida el nuevo Congreso. Lo que obliga a recordar a quienes participaron decisivamente en la etapa final de ETA y que hoy están fuera de la política activa: los socialistas Rubalcaba, Eguiguren y Zapatero; el nacionalista Imaz y el popular Basagoiti.
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