Sánchez acepta que Rajoy “intente” formar una mayoría de Gobierno
César Luena recalca que el PSOE “aguanta” frente a la caída “histórica” del PP, destaca la distancia con los emergentes e incide en que son la única alternativa a un Gobierno popular
Con 90 escaños y por encima del 22% de los votos, el PSOE se quedó anoche al límite de lo que hubiera sido un rotundo fracaso. Este resultado por encima de lo que previeron fue acogido con aparente satisfacción en la dirección del PSOE, cuyo candidato, Pedro Sánchez, proclamó anoche que “España quiere izquierda; quiere cambio”. Aun así, el líder socialista reconoce que le corresponde al PP, como fuerza más votada, “intentar formar Gobierno”.
Antes de las ocho de la noche, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, llegaba a la sede federal de su partido en la madrileña calle de Ferraz donde le esperaban su núcleo de confianza y buena parte de los miembros de la ejecutiva federal.
Pasadas las 23.40, el dirigente socialista comparecía para felicitarse por los resultados, anunciar el nacimiento de una nueva etapa —de diálogo y acuerdo— y reconocer que corresponde a Mariano Rajoy, al frente del partido que ha ganado las elecciones, intentar formar Gobierno. Paso a paso.
Del discurso inicial de Sánchez parecía desprenderse casi que hubiera ganado las elecciones, toda vez que resaltó la fuerza de su organización. Pero aunque proclamó que la sociedad española había votado “cambio”, reconoció que los españoles mayoritariamente habían dado su respaldo al PP; a este partido le corresponde el intento de formar gobierno. No adelantó qué pasará si el PP no lo consigue. Su despedida, sin embargo, dejó abiertas todas las posibilidades. “Hemos hecho historia, hemos hecho presente y el futuro es nuestro”.
Pero como al propio Sánchez le gusta decir, nada está escrito. Sus alusiones a la necesidad de diálogo y pacto, podrían corresponder a tratar de intentar formar una mayoría si el PP no lo consiguiera o incluso participar en una gran coalición aunque sobre esta última su rechazo ha sido siempre rotundo.
A partir de este lunes, los socialistas analizarán los resultados de manera pormenorizada y por territorios. El líder socialista resaltó y agradeció que hubieran votado a sus candidaturas 5.540.000 ciudadanos, un millón y medio de votos menos que hace cuatro años, cuando aún no existía Podemos y Ciudadanos.
“Una nueva etapa política, basada en el diálogo y en el acuerdo” interpretó el líder del PSOE en su comparecencia en la sede del partido donde fue recibido por un centenar de militantes al grito de “presidente, presidente”. Junto a él, los miembros de su ejecutiva y flanqueado por el secretario de Organización y coordinador de la campaña, César Luena, y la presidenta del PSOE, Micaela Navarra, que también lo es del partido en Andalucía.
Ahora queda la opinión individual y colegiada de todo el partido, y singularmente de quienes tienen poder: los barones territoriales, presidentes de comunidades autónomas y, a la cabeza, la presidenta andaluza Susana Díaz. De momento se va a imponer un compás de espera para ver qué resultado tendrá las negociaciones que emprenda el ganador de las elecciones, Mariano Rajoy, para formar gobierno.
Negociaciones de familia
El análisis de la campaña inmediato induce a Sánchez a congratularse por lo consiguido. A pesar de las dificultades ha sido la primera fuerza política de la izquierda y consiguió parar a Ciudadanos. Este es el principal logro del PSOE ya que consiguió que calara su mensaje de que “las derechas” se unirían y Albert Rivera apuntalará a Mariano Rajoy en La Moncloa”.
Esta machacona afirmación del candidato socialista tuvo efecto como se ha demostrado. Ciudadanos dejó de morder en el espacio potencial del PSOE y continuó con su marcha hacia los votantes del PP.
Los esfuerzos por levantar un dique fuerte para detener el avance de Ciudadanos se hicieron igualmente frente a Podemos pero con mucho menor éxito. El PSOE no ha podido anular a la formación de Pablo Iglesias en la pugna por la representación del electorado de la izquierda. O no del todo. Hasta el final del escrutinio, el líder del PSOE confiaba en que su partido superara a Podemos tanto en escaños como en porcentaje. Los datos le han dado la razón. Pero Pedro Sánchez no ha conseguido el objetivo fundamnetal cual era erigirse como representa genuino del cambio.
Ni una sola palabra se dijo ayer oficialmente sobre la propuesta en campaña de Pedro Sánchez de tejer “un programa común” con otras fuerzas políticas. Incluso si el PP no lo consiguera no sería sencillo por cuanto que el PSOE no podría aceptar un acuerdo con Podemos si insiste en promover un referéndum en Cataluña aunque sea para propugnar el no. Las negociaciones de Sánchez tendrían que empezar primero, en su propio partido, con su propia familia.
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