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Santamaría cierra 14 años de misión militar española en Afganistán

La vicepresidenta llega a la base de Herat tras un complicado viaje por una avería

Miguel González
Soraya Sáenz de Santamaría, en la base de Herat.
Soraya Sáenz de Santamaría, en la base de Herat. Kiko Huesca (EFE)

Con nocturnidad, Soraya Sáenz de Santamaría ha recibido este sábado la última bandera española que ha ondeado en la base de Herat, al este de Afganistán, y ha puesto un broche simbólico a casi 14 años de presencia militar española en este país asiático.

La ceremonia estaba prevista por la mañana, pero una avería en el Boeing 737 de Air Europa fletado por Defensa (por una vez el afectado no ha sido uno de los aviones oficiales para el traslado de personalidades) la ha retenido más de 12 horas en la ciudad turca de Çorlu, donde había hecho escala para repostar, hasta que otro aparato ha traído desde Madrid la pieza de repuesto.

Selección de los refugiados

M. G.

Un equipo integrado por media docena de funcionarios expertos en Asilo, Inmigración, Policía y Asuntos Consulares viajará el próximo lunes a Italia para empezar a seleccionar a los 50 refugiados que vendrán a España como parte de la experiencia piloto puesta en marcha por la UE para distribuir entre los países europeos a 120.000 inmigrantes en los próximos dos años, según ha explicado la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría en una conversación con los periodistas que le acompañan a Afganistán.

El objetivo de este equipo es seleccionar a los beneficiarios de esta experiencia piloto, teniendo en cuenta su “perfil” y trabajando conjuntamente con las autoridades italianas, la agencia europea de fronteras Frontex y Easo (Oficina Europea de Apoyo al Asilo), para lo que probablemente se trasladarán a la isla de Lampedusa, donde funciona un “hotspot” (centro de acogida y clasificación de refugiados).

Aunque no ha querido aventurar cuándo llegarán estos refugiados a España ni cuál será su nacionalidad, ha insistido en que deben tener la intención de establecerse aquí y no desplazarse a otro país europeo, para evitar movimientos internos. Las autoridades italianas han sugerido la conveniencia de que se acoja principalmente a eritreos.

Los 50 refugiados que vendrán a España forman parte de una experiencia piloto, ya ensayada en otros países como Suecia y Finlandia, impulsada por la Comisión Europea.

El retraso ha deslucido el acto, ya que no ha llegado a tiempo para el arriado de bandera, que no puede demorarse más allá de la puesta de sol, y ha debido contentarse con recibirla doblada, “con la satisfacción del deber cumplido”, de manos del jefe del último contingente, el coronel Francisco José García Parra.

La ceremonia podría haberse aplazado para otro día, pero en la base esperaban impacientes los 88 militares que debían regresar a Madrid en el mismo avión que trajo a la vicepresidenta. Son los penúltimos de Herat, ya que los últimos 158 volverán el próximo día 27 tras, metafóricamente hablando, echar la llave y apagar la luz.

Atrás queda la misión más costosa del Ejército español en términos humanos y materiales: 102 muertos –incluidos dos intérpretes—y 3.682 millones de euros. A ello hay que sumar los 5,4 millones entregados por España al Fondo Fiduciario para mantener el Ejército afgano y los 353 millones en donaciones de material (desde vehículos ligeros hasta infraestructura de bases). Por este país asiático han pasado desde enero de 2.002 más de 30.000 militares españoles que han recorrido tres millones de kilómetros, han realizado 28.000 patrullas, han realizado más de 1.000 controles de armamento y 1.400 desactivaciones de explosivos. Además, han instruido a los militares afganos, han intervenido en acciones de combate y ha sido víctimas de los traicioneros artefactos explosivos improvisados (IED).

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Al final, y aunque los sucesivos gobiernos se resistieran durante años, al conflicto de Afganistán se le ha acabado llamando como lo que es: una guerra. “No podemos olvidar que vinimos a una guerra que ha exigido enormes esfuerzos y sacrificios de los militares españoles desplegados en este terreno de operaciones hasta las últimas consecuencias. Un centenar de nuestros mejores hombres y mujeres ha dejado su vida cumpliendo con su deber en defensa de la estabilidad y de un mejor futuro para Afganistán”, ha recordado la vicepresidenta a las tropas.

La cuestión es si la guerra afgana se ha terminado ya para España. La actual ofensiva talibán, que tuvo su punto culminante con la toma de la capital de la provincia de Kunduz, a principios de octubre, evidencia lo contrario. El presidente estadounidense, Barack Obama, ha anunciado que un contingente de 5.500 soldados de su país seguirá en Afganistán después de 2016 y ha pedido a los aliados que le acompañen en el esfuerzo. De momento, España mantendrá una presencia testimonial de 23 militares en el cuartel general de la OTAN en Kabul. Estaba previsto que regresaran a mayo, pero se da por seguro que seguirán hasta diciembre del año próximo. Lo que suceda luego dependerá del Gobierno salido de las urnas del 20 de diciembre.

Aunque su presencia en Herat ha durado poco más de una hora, el viaje a Afganistán ha servido para que la vicepresidenta demuestre, una vez más, su condición de todoterreno. Estaba previsto que acudiera el ministro de Defensa, Pedro Morenés, pero el viernes por la mañana, después de que se desmintiera el rescate de los tres militares accidentados con un helicóptero en el Atlántico, se decidió que este viajara a Canarias y la vicepresidenta lo sustituyese. Desde Herat, Sáenz de Santamaría ha tenido un recuerdo a sus familias y les ha prometido que el Gobierno “no escatimará esfuerzos” para encontrarlos. Ya en las navidades pasadas, la vicepresidenta visitó por primera vez Herat en sustitución de Rajoy. “Somos el equipo de crisis y estamos listos para reaccionar rápido”, ha bromeado.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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