IU mantendrá sus siglas y buscará al votante de Podemos
El mensaje de la federación irá los castigados por la crisis, sin centrarse en la izquierda
Tras el portazo final de Podemos a una candidatura conjunta, Izquierda Unida debe reformular su estrategia para las generales. La federación quiere recuperar sus siglas en la papeleta electoral. Su logo se sumará a otra marca, como la de la plataforma Ahora en Común, a cuyas primarias a presidente del Gobierno va a presentarse Alberto Garzón este mes. La prioridad del partido ahora es que su candidato se imponga en ese proceso. Después, en la campaña, buscará al votante de Podemos. Su mensaje irá a los castigados por la crisis, sin centrarse en la izquierda.
IU ha salido del infructuoso y largo proceso para buscar un acuerdo con Podemos con una mezcla de frustración y alivio, según relatan varios de sus dirigentes. Hay fiasco porque se ha esfumado la ansiada lista conjunta de izquierdas, pero también hay un cierto desahogo porque el nuevo escenario reduce las posibilidades de alianzas. El partido competirá finalmente con Podemos en las urnas, con el que además pugnará por el mismo espacio político.
La federación de izquierdas saldrá a la competición electoral para empezar, recuperando sus siglas, a las que aceptó renunciar precisamente para facilitar el acuerdo con el partido de Pablo Iglesias. “La gente no debe confundirse y debe saber que IU está en las elecciones. Haremos lo posible para que así sea”, señala a EL PAÍS Alberto Garzón, candidato a la presidencia. “Experimentos los justos. Las siglas retienen, que no es poca cosa”, apunta un miembro de la dirección. “Que en Asturias van a ir las siglas o el anagrama de IU, pueden estar seguros”, afirma por su parte Gaspar Llamazares, coordinador de IU en esa comunidad. El nombre podrá ir acompañado de otra marca —será así, con toda probabilidad, aunque aún no se sabe cuál— que aglutine a la plataforma ciudadana con la que IU irá en coalición. La de Ahora en Común, sin embargo, es propiedad de un grupo promotor de la iniciativa, que ha decidido guardarla en un baúl para que no compita con Podemos. De momento, se trabaja para convencerles de que la cedan.
El minoritario que resiste al tsunami
El voto estimado de IU, desde agosto de 2013 hasta abril de 2014, no bajó del 11%. Tras las europeas, ya con Podemos en el tablero político, su expectativa de voto ha descendido hasta el 4,5%, pero no ha caído más. Su suelo histórico está en el 3,7%, en 2008, y su máximo, en el 10%, en 1996. Con altibajos, IU sigue aguantado el embate de Podemos.
Alberto Garzón tiene un alto grado de conocimiento (83%, según Metroscopia en septiembre). Un 44% lo aprueba como líder y un 45% lo desaprueba.
El reto, en el fondo, es sobrevivir. Bastaría un diputado para hacerlo —así aguantaron en 2008— porque un escaño es suficiente para acceder a la financiación por la Ley de Partidos con la que sostener a la plantilla y hacer frente a la deuda. Pero el objetivo principal es buscar el grupo parlamentario, para el que se necesitan al menos 5 diputados y el 5% de voto en todo el Estado. En la formación de Cayo Lara aseguran que su supervivencia está garantizada. “No somos UPyD, nuestro suelo, muy ideologizado, es de piedra picada”, ejemplifica un miembro de la dirección. El suelo histórico del partido es el 3,7% de los votos en 2008, pero las últimas encuestas lo sitúan entre el 4% y el 5%. “Esta organización ya ha pasado desiertos sin cantimplora”, apunta Llamazares.
IU tendrá que diferenciarse, además, de Podemos, un partido con el que lleva meses buscando un pacto por sus similitudes. No lo hará abanderando la izquierda como en las últimas elecciones — “Es tiempo de izquierda” fue su lema en las municipales y autonómicas— sino que buscará al votante castigado por la crisis. La izquierda ya está en el nombre, explican en la cúpula. El programa tendrá como eje la “ruptura con el régimen del 78”. La coalición enfatizará la claridad de su mensaje en temas como el aborto o la memoria frente a la ambigüedad de Podemos, y pondrá en valor la experiencia de una organización de tres décadas de existencia. Esto es, la mochila, esa contra la que tanto ha cargado Pablo Iglesias.
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