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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hacia un cultura pluripartidista

Ninguna de las cuatro fuerzas políticas dominantes alcanzaría el 30% de los votos ni quedaría por debajo del 10%

Desde enero de 2015, la vida política española vive en el tiempo mental de los pactos. La fecha de inicio de esta nueva etapa no es casual: responde al momento en que Ciudadanos entra a formar parte del espacio competitivo en el conjunto de España. Con la llegada del multipartidismo, la formación naranja cobra nuevos vuelos tanto cuantitativamente, porque con ella son entonces seis las fuerzas en competencia —PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU y UPyD—, como cualitativamente, pues su entrada equilibra la relación entre centro-izquierda y centro-derecha. Además, las pasadas elecciones municipales y autonómicas han configurado un nuevo mapa político en el que una formación —UPyD— casi ha desaparecido y otra —IU— ha disminuido su relevancia.

La característica de este escenario pluripartidista es la coexistencia de cuatro fuerzas políticas (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos), ninguna de las cuales alcanzaría el 30% de los votos ni quedaría por debajo del 10%. Una distribución que dibuja casi a la perfección los rasgos de un modelo de pluralismo moderado. A diferencia del bipartidismo, cuya premisa básica consiste en hacer recaer el gobierno sobre un único partido, el ganador, el pluralismo moderado se sustenta en la capacidad de los partidos para establecer entre ellos coaliciones viables.

España vive hoy la complicada transición desde una cultura política bipartidista a otra más adecuada a las pautas del pluralismo moderado.

En este nuevo camino que ha emprendido el sistema de partidos en España, las formaciones políticas tendrán que definirse cada vez más por sus capacidades de negociación y coalición. Los partidos y los electorados han de ir interiorizando, y entendiendo, las nuevas reglas de juego en la distribución del poder político. Si no lo hacen y si continúan enfocando con la lógica del bipartidismo una realidad que ha pasado a ser pluripartidista, corren el riesgo de encontrar un muro, más que una ventana, para sus aspiraciones en las próximas elecciones generales.

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