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La resaca eterna de Magaluf

La nueva normativa y los escándalos del año pasado no impiden que vuelvan las fiestas etílicas y siga la degradación Esta temporada se esperan más visitantes

Daniel Verdú
Un turista en estado de embriaguez se desploma en una la calle de Punta Ballena, en Magaluf, en la madrugada del sábado.
Un turista en estado de embriaguez se desploma en una la calle de Punta Ballena, en Magaluf, en la madrugada del sábado.Tolo Ramón

Pasadas las diez y media de la noche, un británico de 58 años cae al vacío desde el octavo piso del edificio de apartamentos Complex, en el corazón de Magaluf. Nadie sabe qué ha sucedido. El golpe seco se ha oído a varios metros. La Guardia Civil entra, acordona la zona y cubre el cuerpo. Al lado de la furgoneta de la funeraria, un grupo de turistas sigue bebiendo en una terraza. Otros pasan por delante de la escena y se paran un segundo a echar un vistazo antes de entrar en un local de striptease de un callejón. Es sábado 2 de mayo, fin de semana de apertura de la temporada, y los hoteles están recién pintados y ya al 60% de ocupación. Llegan los primeros ingleses. Unos 2.000 jugadores de Rugby participan en un torneo de playa. Uno de ellos acaba de orinar encima de una mujer. Hay pub crawling (multitudinarias excursiones etílicas con barra libre de bar en bar), ejércitos de tiqueteros, prostitutas, robos en la calle y barcos con fiestas de 200 personas a bordo. La vida sigue igual en Magaluf.

La debilidad del euro y la publicidad en forma de escándalos del año pasado atraerán este verano a un 10% más de visitantes

El año pasado las imágenes de una chica de 18 años haciendo felaciones a 24 tipos a cambio de un cóctel de 4 euros dieron la vuelta al mundo. El escándalo fue monumental y el Ayuntamiento se ha pasado el invierno preparando una nueva ordenanza que regule el submundo de Punta Ballena, la calle de 400 metros donde se acumulan en verano hasta 20.000 personas (la mayoría británicos). Se pohíben los 'pub crawling' de más de 20 personas (que dejarían de ser rentables) o el consumo de alcohol en la calle de diez de la noche a ocho de la mañana. Pero de momento sigue sin entrar en vigor. Se retrasa hasta el 22 de mayo, anunció el lunes el alcalde Manu Onieva (PP). Y además, habrá un periodo transitorio de adaptación que puede durar todo el verano.

Historia de la caída

- En julio de 2014 dio la vuelta al mundo un vídeo en el que se veía a una chica irlandesa de 18 años practicando una felación en serie a 24 borrachos a cambio de una copa. La práctica, apodada entonces 'mamading', escandalizó al mundo. Pero en los pubs de Magaluf llevan utilizándose estas técnicas (entre las que están los famosos 'pub crawlings') para captar clientes desde hace 20 años.

- Tras el escándalo que supuso el descubrimiento de lo que sucede cada verano en Magaluf, llegaron los problemas legales: el jefe de la Policía Local y dos de sus agentes fueron detenidos, acusados de falsificar pruebas y mantener, presuntamente, un trato de favor con algunos empresarios del ocio nocturno de la zona.

Llegados a este punto, nadie (comerciantes, hosteleros, vecinos o incluso policías) cree que vaya a servir de nada ni que esta normativa mejore la zona. "Magaluf es lo que es hoy desde hace 20 años", explica un policía que prefiere no revelar su nombre. Visto en perspectiva, el famoso mamading era una anécdota más de una escalada de degradación que alcanzó también a la policía local. El jefe del cuerpo y dos oficiales más fueron detenidos y encarcelados por formar parte, presuntamente, de una trama corrupta que favorecía a determinados empresarios de la noche. El caso sigue bajo secreto de sumario y ha sembrado un clima de desconfianza total entre los empresarios y los agentes que patrullan la zona. La resaca del verano pasado se prevé interminable.

La calle de Punta Ballena, en Magaluf, el pasado sábado.
La calle de Punta Ballena, en Magaluf, el pasado sábado.tolo ramón

En Magaluf hay varias guerras en marcha, señalan todos los empresarios. Primero la de los bares nocturnos por el control de las calles a través de sus tiqueteros. Se acusan mutuamente de corrupción, se cruzan denuncias a la policía y se amenazan. Intentaron formar una asociación, pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo. La culpa de todo siempre es del vecino. Nadie se fía de nadie. La otra batalla es por el modelo de negocio: el viejo Magaluf contra el proyecto de las grandes cadenas hoteleras para elevar el perfil turístico de la zona a cambio de la flexibilidad del Ayuntamiento. Los comerciantes creen que se permite la degradación de la zona para que esos hoteles puedan quedarse con sus locales a precios muy bajos y convertirlo en un área de resorts. “A estas empresas se les están dando todo tipo de ventajas”, opina José Tirado, presidente de Acotur. La opción del hotel con pulseritas de todo incluido, creen, seguirá creciendo y poco a poco nadie consumirá en sus pubs.

De hecho, ese el motivo por el que se inventó el famoso pub crawling, sostiene el empresario inglés John Daly. Era la única manera de sacar los turistas de los hoteles y ofrecerles una barra libre en cuatro o cinco pubs por unos 25 euros. En el sótano de su club de striptease, junto a su socio Paul Smith (promotor de la fiesta de la empresa Carnage en la que se grabó el famoso vídeo del año pasado), denuncia la corrupción policial y el hostigamiento orquestado del que son víctimas. “Nosotros no somos perfectos. Nos hemos equivocado a veces. Lo del año pasado no estuvo bien, de acuerdo. Pero soy el único aquí que tiene contratados a sus trabajadores, pago los impuestos y tengo todas las licencias. ¿Por qué me hacen solo a mí la vida imposible?”, se queja. Justo en ese momento, el encargado le hace subir, donde la policía pide la licencia del local y denuncia a sus tiqueteros, que como en el resto de bares de la calle, no llevan el chaleco pertinente. “¿Lo ves? Solo vienen a mí”, dice delante del policía, que desde hace un rato tiene el coche aparcado frente a su local.

Todo sigue igual. En la apertura de temporada ya hubo ‘pub crawling‘, peleas, 'party boats' y prostitución

Su guerra viene de lejos. John Daly y su socio aportaron el año pasado a la Fiscalía un vídeo en el que se ve a un policía local colocando una bolsa de cocaína en un sofá de su bar. En la imagen se observa cómo el agente va a buscar al perro y le hace rastrear la droga. El hallazgo, nunca se hizo constar en el acta. Solo se trataba de un ejercicio de intimidación, cree Daly. Pero el policía tuvo la mala suerte de que las cámaras de seguridad le grabaran mientras lo hacía, así que alegó que era un simple entrenamiento canino. Tras su detención, vuelve a patrullar por Magaluf.

Más de un centenar de ingleses hace cola el sábado pasado para embarcar en uno de los party boats de Magaluf.
Más de un centenar de ingleses hace cola el sábado pasado para embarcar en uno de los party boats de Magaluf.D. V.

Ante la creciente vigilancia policial, muchos intentan trasladar sus fiestas al mar. Y aunque el lunes el alcalde aseguró que se tramita una nueva normativa para aplicarles las mismas leyes que en tierra firme (aforo, licencia para vender alcochol, horario...), este fin de semana ya han zarpado unos cuatro barcos (party boats) desde la playa de Magaluf. Pueden subir unas 250 personas, hay barra libre antes, durante y después del trayecto de dos horas. Y se promete mucho sexo. Solo hay que ver algunos de los vídeos que hay en Youtube. Cada pasaje cuesta 60 euros. Para venderlos, los tiqueteros de la principal empresa organizadora de estos cruceros disponen de una suerte de argumentario. Para los chicos sugiere esta táctica: “Insiste en que se organizan juegos sexuales a bordo del barco y se les garantiza algún obsequio a cambio de que se involucren. ¡La gente tiene sexo a bordo cada semana! La primera cosa que el DJ dirá es que los baños están solo para follar”. Para las mujeres, el argumento es más florido: “No hay presión para participar en los juegos sexuales, mirar es muy divertido”. Además, prosigue el documento, “los delfines suelen seguir al barco, se podrá nadar con ellos”. Si en plena venta aparece la policía, exigen que no se revele el nombre de la empresa. “Vender tiquets es ilegal en Magaluf, así que no dejes que te atrape la policía. Si lo hacen, no los dirijas a nosotros. Pero no hemos tenido un problema con ellos en 5 años, así que no te preocupes”.

Las presas son siempre las mismas. El 95% de los visitantes de esta playa son británicos procedentes del norte de Inglaterrra (Manchester, Leeds, Sheffield, Liverpool). Magaluf es para este segmento poblacional un lugar vacacional perfecto al alcance de sus posibilidades, que no son tantas. Por 400 euros pueden pasar una semana de diversión sin límite, con vuelo y hotel incluidos. Los escándalos del año pasado, lejos de disuadirles, han generado un efecto llamada. Y la debilidad del euro frente a la libra es un buen estímulo. Según las reservas de varios hoteles, este año se espera que su presencia aumente alrededor de un 10%. Una periodista del Daily Star desplazada para cubrir el primer fin de semana de la temporada lo describe así: "Ellos preferirían ir a Ibiza, pero esto es lo que se pueden permitir".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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